viernes, 10 de enero de 2014

EL VENDEDOR Y EL PAJARO

   
A mis veinte años, tuve la buena fortuna de leer uno de los  libros; del pastor y motivador: Norman V. Peal. El libro: "El poder del pensamiento tenaz para jóvenes". Entre sus capítulos, recuerdo uno muy interesante, que cambio mi forma de ver la vida, en aquella época. La historia hablaba de un vendedor viajero y  de una ave.
         En aquellos días, de un invierno copioso, después de varios intentos para que una hermosa jovencita me diera la oportunidad de salir con ella ( tener una cita ); por fin se dio.             Ese día, me levante temprano, sintonice mi emisora favorita y en el radio, sonaban los éxitos del momento. Desde muy temprano, me empece a arreglar para la ocasión. Era una mañana con un sol espectacular. Ese día, creí que había llegado la canícula y pensé: 
-Que suerte!. Dejo de llover!. Las mariposas en mi estomago no me dejaban tranquilo, y mi ansiedad por que llegara la tarde, para encontrarme con ella, parecían incrementarse. Ni siquiera pude almorzar bien, por tanto nervio. Ya para las dos de la tarde, el cielo empezó a obscurecerse, parecía como si estaba anocheciendo.
-Rayos, parece que va a llover!. A parte del cielo cerrado, se sentía un incremento en el viento. Me impaciente mas cuando empezó a llover. Aquello era, el diluvio.
-Maldición! se me va a hacer tarde. La lluvia no se detuvo por largas horas y yo maldecía, mi humor era de los mil demonios. Fue algo irritante. Lo peor era que, no había forma de comunicarse, pues por esa época ni teléfonos habían en nuestras casas. -¡Diablos!
En esas estaba, maldiciendo, lo que se pusiera enfrente, cuando recordé, la historia del vendedor y el pájaro, del Dr. Peal.
"....Esa mañana, se levanto Otto, había pernoctado en un hotelucho de algún lugar en la carretera que va rumbo al pueblo, en donde tenia unos clientes; se fue derechito al baño y no había agua para bañarse. A fuera llovía a cantaros. Otto,  maldecía, por el mal tiempo y su mala suerte en las ultimas semanas. Pues, sus ventas habían decrecido considerablemente, en esas estaba cuando comenzó a menguar el aguacero, volviendose una simple llovizna. Se acerco a la ventana que da a la calle principal. Cuando volvía al interior de su habitación escucho un sonido, el cual llamo considerablemente su atención. El sonido era, el trinar de una hermosa ave, que con su plumaje totalmente empapado, volaba y regresaba con unas pequeñas ramitas en su pico sin dejar de trinar. El ave, se movía sin prestarle atención al mal tiempo, la energía utilizada, era nada mas que para seguir trayendo ramitas y hojitas para terminar su nido y en todo ese tiempo que Otto la observo, nunca dejo de trinar. Otto pensó, en la grandeza de  DIOS para con sus criaturas. Y reflexiono, que porque él siendo un hombre no aprovechaba su tiempo para agradecer al creador que tenia abrigo, hogar y trabajo. Así que, Otto, se vistió y se dirigió a visitar a su cliente, pero con una mentalidad totalmente renovada, cambiada y confiada. Entonces, cada palabra que salia de su boca para convencer a su a cliente. En su pensamiento veía al ave mojada, pero cantando.
       Para cuando volví en si, de mi pensamiento, de aquel capitulo; el aguacero se había vuelto una pequeña llovizna y el cielo era una visión  maravillosa. Un arco iris se había formado y los rayos solares alumbraban y calentaban el ambiente. Vi el reloj y este marcaba la hora idónea, para llegar a tiempo a mi cita. Salí de casa y me dirigí a cumplir con mi añorada cita. Pero esta vez, mi conducta era diferente; muchas veces había salido de casa después de una tormenta como aquella, sin percatarme de las cosas simples de la vida. Al salir de mi casa, me llamo la atención una fila de pequeñas hormigas  sorteando  los charcos, con hojas en sus fauces, trabajando en conjunto y aprovechando el tiempo, esa imagen fue maravillosa. Ya en el autobús, observando por la ventana, me  sonreía, al ver como la gente brincaba los charcos, otros colocaban su sombrilla en su pantalón para no ser salpicado, por algún malicioso chófer, los niños brincando en los charcos con sus botas de hule, con estas imágenes por mucho tiempo ignoradas, me fui alejando de mi barrio rumbo a mi soñada y tan esperada cita...

SergioRaga 10.01.14


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