domingo, 23 de febrero de 2014

LA PELEA A MUERTE, SOBRE UN PUENTE, EN ZACAPA

Ya era tarde y como siempre al llegar al umbral del puente, don Licho se detenía, pensaba y re pensaba  atravesar al puente y siempre terminaba tomando  una vereda, la cual le hacia perder al rededor 15 minutos. Pero aquella noche, llevaba prisa, si, le urgía llegar a su casa. Entonces, tomo la decision de atravesar aquel puente, al cual lo habia evitado por mas de cinco años, el mismo tiempo en que Güicho le habia amenazado de muerte. Güicho, era un don nadie, algo alocado que pernoctaba bajo aquel puente en tiempo de verano y en tiempo de invierno, edificaba una improvisada covacha a la entrada del puente, como si fuera una caseta de peaje; pues cada quien que pasaba sobre el puente le donaba una moneda de cualquier denominación para evitar, una desagradable mentada de madre tras él durante su travesía sobre dicho puente. Así que, don Licho tomo un sorbo de aire fresco, ese rico aire que solo lo puedes ingerir al caer la noche allá en Zacapa, para ser mas exacto en Teculután; don Licho debería de llegar muy rápido esa tarde noche y en lo que se decidía por completo y tomaba el valor, pues, pendía sobre él, esa amenaza. Al fin decidió pasar por el puente, tomo una profunda respiración, coloco sus tecomates ya sin agua a un costado, extrajo de su cincho su corvo y se encamino, el puente estaba solitario, un poste de la empresa eléctrica, al inicio del puente y otro al final; con una iluminación que parecían un par de luciérnagas, o un par de cirios alumbrando al ataúd que podría ser esta noche, ese puente. Ya con machete en mano, empuñado con la fuerza que el nerviosismo te da, cuando la adrenalina se apodera de ti; empino el primer paso rumbo hacia el interior del puente. Dejando la carretera con un pie y el otro  sobre el puente; pero lo detuvo. el paso de una vaca que habría quedado rezagada y se dirigía a una de las covachas aledañas.
-Tranquilo Licho! tranquilo! Se repetía en vos alta Licho a él mismo. cuando habia avanzado unos cinco pasos adentro del puente se escucho de entre la arboleda una vos, esa vos que Licho no hubiera deseado escuchar esa noche, de luna llena.
-Licho, te advertí que si cruzabas mi puente, ibas a morir.
-Así que, prepárate a morir! Licho empuño su corvo y se coloco en posición, su vista se agudizo, sus oídos eran dos tremendos receptores de cualquier minimo sonido, entonces se apareció Güicho, por el ingreso del puente todavía amarrándose el pantalón, pues hacia unos minutos Güicho, estaba en su baño particular tras los arbustos y fue el quien avispo a la vaca haciéndole retomar el camino a su covacha. Luego de atarse con una pita verde (lazo verde de plástico) el pantalón, saco su machete y lo azoto contra el pavimento; de él salían tremendas chispas y el sonido era temerario. Don Licho hizo lo mismo, como indicándole, que no le temía y que su machete era tan bueno como el de él.
-Prepárate Licho, pues tu hora llegó! Grito Güicho, abalanzandose contra él.
-Acá te espero desgraciado! 
-Hoy alguien morirá y ese, no seré yo! grito don Licho. En menos de un abrir y cerrar de ojos, las hojas de los machetes brillaban abanicados en el aire, con tanta furia uno contra el otro y cuando éstos se chocaban producían un sonido de guerra medieval y expedían de las hojas brillantes, chispas, tal cual estrellitas de navidad. Ambos giraban a medio puente, tirándose planazos y si, si se tiraban a matar. Ambos señores septuagenarios se odiaban a muerte. De pronto, el machete del Güicho salio volando por el aire y cayo al fondo del río seco, pues se encontraban en pleno verano, sus rostros goteaban sudor, sus sobacos estaban empapados. Don Licho, le dijo al Güicho al verlo ya sin machete.
-Loco desgraciado, te dije que vos morirías hoy! Corrió contra el Güicho, con el machete alzado y la furia se le escapaba en su respiracion y la forma en que apretaba su mandíbula, por los ojos se le notaba el odio, que habia acumulado durante estos cinco años de enemistad oriental, esa que se te mete entre las venas y te llega hasta los huesos. Mientras tanto, al verse indefenso Güicho corrió, para salir del puente, mientras don Licho le perseguía. Para suerte de Güicho, don Licho tropezó y cayo sobre el pavimento, raspándose piernas y brazo, el machete lo soltó y se fue resbalado directo al rió, pero por el borde contrario. Al escuchar el ranazo de don Licho, el Güicho se detuvo y viéndole tirado y sangrado sobre el puente, se envalentono y regreso sobre la humanidad de don Licho, llevaba los puños listos para caerle a golpes, mientras que don Licho apenas se incorporaba y estaba de rodillas, cuando le cayo encima el Güicho, de un tecomatazo lo recibió don Licho, esto le dio chance a incorporarse; los tecomates se partieron en la cabeza dura del Güicho, entonces, empezó a sangrarle la frente, fue cuando se tomaron a golpe limpio, para terminar dando tumbos de lado a lado sobre el puente, agarrados de hombros y de cuello, muere  desgraciado se decía uno al otro. Así pasaron varios minutos, parecían luchadores dentro del ring. Don Licho, acertó un huevazo sobre la mandíbula del Güicho y éste, azoto sobre el pavimento, quedando casi inconsciente sobre la cinta asfáltica, los ánimos estaban al máximo; don Licho vio de costado un tetunte, aprovechando la ventaja que tenia y al verse solo, siendo la única   testigo  la hermosa luna llena de aquella calurosa noche; fue y tomo entre sus manos el pesado tetunte, regreso a donde aun estaba tirado el Güicho, se planto sobre él y elevo sus manos hacia el cielo y con aquella saña, dejo caer el tetunte sobre la cara del Güicho, gritando.
-Muere, maldito!
-Muere, loco desgraciado!
-Al fin, descansare de ti viejo bastardo! don Licho, estaba totalmente descontrolado y fuera de sí. Cuando, desde unos cuantos metros, un parroquiano que venia del otro lado del puente, acompañado de  su chucha recién parida. Escuchó lo que don Licho gritaba a todo pulmón y con forme se acercaba a la escena, sin que don Licho se diera cuenta; este parroquiano veía a don Licho, somatando con una piedra al pavimento. Entonces, Martín el parroquiano, corrió y tomó en sus brazos al viejo, ya casi desfalleciendo. 
-Don Licho cálmese!
-Déjame patojo! déjame acabar con este desgraciado!
-Don Licho! cálmese, vea acá no hay nadie mas que usted. Licho sentado en el pavimento sujetado por Martín completamente agitado, se fue calmando y dándose cuenta de que efectivamente él, estaba solo, a mitad de aquel puente.
-No entiendo! repetía, todo desconcertado, se me escapo este Güicho.
-Pero, después de esta vergueada, seguramente ya no me molestara mas! hablaba agitádamente y con el tono alto.
-Cálmese don Licho! cálmese! cuando Licho se calmo, quedo peor que antes, al escuchar lo que Martín le iba a decir.
-Don Licho.
-Acaso usted no sabe la noticia?
-De qué noticia, me hablas? Pregunto don Licho, con cara de extrañeza.
-Pues, vea, justo en el matorral de allá, a la par de la arboleda, fue encontrado ayer el Güicho, sin vida.
-Qué?... Claro que no!
-Si! Don Licho, murió de un infarto. Estaba cagando, cuando la huesudo se lo llevo y ahí, tirado sobre su mierda quedo.
-Pregúntele a cualquiera y vera que no le miento. 
-Hoy le enterraron.
-No puede ser! no puede ser! Quedo repitiéndose don Licho.  Y así, se fue repitiendo. cuando los bomberos se lo llevaron al hospital de la cabecera, del departamento de Zacapa.
Durante los días venideros, no se hablaba mas que lo que Martín habia visto y escuchado. 
Ahora la discordia de don Licho y el loco Güicho, se a vuelto una historia urbana, allí en Teculutan, hasta el punto de que los turistas lo primero que desean conocer antes que el museo paleontológico de Estanzuela y el Río Motagua, es el famoso puente, en donde hallaron a don Licho, librando una pelea a muerte, contra su imaginacion o mejor,  contra el fantasma de el loco Güicho. Pelea que se inicio, porque don Licho accidentalmente le boto una botella de chicha, eso nunca se lo perdono el Güicho, que llego a amenazarlo de muerte.
    Recientemente, dos hijos de un turista Alemán, encontraron cada uno un machete. Uno a cada lado del puente y se lo llevaron como souvenir, a su natal Alemania. Un machete le pertenecía  a don Licho y el otro a.......    

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