martes, 27 de mayo de 2014

Byanca y la Hormiguita

-¡Feliz noche mami!  Abrazaba a su mami pegándole un beso en la frente.
-¡Que sueñes con los angelitos, mi amor! Le respondió su madre, muy cariñosa obsequiándole un beso doblemente amoroso sobre su frentecita de 3 años. La madre se retiro y cuando se apostaba al umbral de la puerta para apagar la luz; la niña le dice dulcemente a su mami.
-Mami, ¿me cuentas un cuento, antes de dormir?.. ¡por fa!.. ella, su madre, no pudo resistirse a esa petición, así que regreso y sentándose junto a ella sobre su cama se invento un cuento.
-¡Había una vez, una hormiguita, su padre y una niña que eran amigos inseparables; que la niña buscaba cuando se sentía sola o tenia miedo. Ellos, llegaban a su rescate.... Hasta aquí iba el cuento, cuando Byanca se quedo profundamente dormida. Su mami la arropo y se retiró.
Al paso de una media hora, de entre sus sábanas blancas como si se tratara de un tiburón enseñando su aleta en alta mar, se veía acercar de una esquina de su pequeña cama hacia su carita dormida, sobresalían 8 puntas de la sabana, conforme avanzaba hacia el borde de la sabana, al estar por salir frente a su carita, se escucho, musitar lo siguiente:
-¡Pss, Pss!, ¡Amiguita, despierta! Una pata de color café con algunos pelitos, salio de entre la sabana y le sobo muy sutilmente la mejía. Byanca se despertó y suavemente la  tomo entre sus manos, a la pequeña irrumpidora de sueños.
-¡Hormiguita! ¿qué haces aquí?. Te vengo a invitar, para ir a jugar.
-¡Claro Hormiguita! Entonces, las sabanas se convirtieron en un enorme desierto y en él estaban Byanca y la Hormiguita.
-¿En dónde estamos hormiguita?. Le pregunto asombrada Byanca a la Hormiguita quién, ahora tenia el tamaño en un perro cocker.
-¿No se amiguita?, ¡pero, mira que hermosa esta arena blanca! ¡siéntela!. Byanca descubrió lo suave de esa arena y empezó a dar de brincos sobre ella y en un tropiezo comenzó a rodar en una de las dunas del desierto.
-¡Jajaja! Iba riendo, conforme caía por aquella duna. Al detenerse, tras ella venia corriendo la Hormiguita; preguntándole.
-¿Te encuentras bien?. 
-¡eso creo!... Pero, ¡mira! ¿qué es aquello?. Le pregunto a la Hormiguita.
-Parece una casa. La arena blanca, habia desaparecido y ahora se encontraban sobre un terreno un poco tosco.
-¡Vamos! Le dijo Byanca toda emocionada a su amiguita la Hormiguita. Pero, ésta le detuvo.
-¡Espera amiguita! ¡No sabemos que peligros pueden haber ahí!. Byanca, corrió hacia esa casa, topándose con una puerta, justo del tamaño de ella. 
Byanca, la abrió sin tocar y la Hormiguita que estaba unos pocos pasos atrás, le grito.
¡No!... ¡No entres! Pero la curiosidad de la pequeña Byanca era superior a la cordura de su amiguita, que entro en ella. 
Ya adentro, la pequeña casa se hacia enorme, con muebles antiguos y raros adornos.
-¡Pasa, pequeña niña! Le dijo una vos, que no sabían de donde procedía, hasta que la Hormiguita le dijo a Byanca.
-¡Mira!  Al ver hacia arriba, por la pared bajaba una enorme araña con una sonrisa maliciosa y con nariz de payaso.
-¡Pasa!, entra sin pena, tu eres mi invitada. La Hormiguita le tomaba del vestido, queriendo impedir que se acercara hacia tan extraño sujeto con maliciosa sonrisa en su cara. 
Ya puesta sobre el piso el enorme arácnido; pues era mayor en estatura a Byanca, la hormiguita temblaba atrás de ella, pero Byanca estaba muy segura de ella, que acepto la invitación del arácnido.
-¿Quieres una hamburguesa o te gustarían unos deliciosos chocolates? Le pregunto el arácnido con su voz de tono bajo.
-¡Creo que me gustarían ambos! Le respondió la pequeña.
-¡jajaja! lo supuse. Jalando con una de sus ocho patas una extensión que pendía de donde habia salido, halo algo parecido a una tela de araña en forma de trenza; apareciendo del cuarto contiguo un muñeco desalineado, solo con un ojo, con un pie viendo para atrás, y de sus brazos, solo uno tenia mano.
-Diga, mi amo. Le dijo el pobre muñeco con una voz chillante.
-Ya escuchaste a nuestra bella invitada. ¡Tráele, una hamburguesa y chocolates!. 
-Si mi amo. Dijo el muñeco y se retiro.
-¡Vámonos! Le susurraba la Hormiguita a la niña; pero, ésta que tenia un carácter muy obstinado, no le escuchaba.
-Aquí esta su hamburguesa y sus chocolates, le colo la bandeja sobre la mesa, en donde estaban acomodados. 
Cuando Byanca tomo la hamburguesa y le dio la primera mordida, quedo inmóvil; entonces la araña se acerco a ella y ágilmente la envolvió con una tela de araña. La Hormiguita no sabia que hacer, veía para todos lados muy nerviosa y cuando se percato en una parte oscura del techo; se encontraba una enorme tela de araña y en ella miles de niños, tambien inmóviles; estaban allí, prestos a ser devorados en su momento por aquel arácnido con nariz de payaso. La Hormiguita corrió hacia la puerta, para salir a buscar ayuda, pero una tela se pego en la puerta para impedirle abandonar la casa. Pero la Hormiguita que se las sabia todas, se dio sus mañas para abandonar la casa corriendo por las paredes de aquella inmensa casa, escapando por una de las ventanas que estaban hasta arriba; casi llegando al techo, la araña le lanzaba telas de araña para neutralizare pero ella si que era hábil y las evadía. Ya afuera de la casa, la hormiga salto de ella cayendo sobre el suelo áspero, al voltear hacia la casa se dio cuenta que la casa era una casa muy pequeña. La Hormiguita, corrió colina arriba hasta encontrarse con la arena blanca; corrió a través de las dunas, hasta que éstas se convirtieron nuevamente en la tela de las sabanas blancas de la cama de Byanca. Y,a en el cuarto. Ella grito.
-¡Papi!, ¡papi! Y su papi apareció y junto a él su hermoso compañero de colores blanco y café; era su Muchacho Precioso, quien nunca se apartaba de él. 
-¿Qué sucede hormiguita?. Le pregunto papi 
-¡Papi, Byanca esta en peligro! ¡Debemos rescatarla!.
-¡Llévame con ella!  Se volvieron a arrojar sobre las sabanas blancas de la pequeña cama de Byanca y ahí iban los tres, sobre la arena blanca.
-¡Es por acá papi! Le indicaba la Hormiguita, pero  cuando se dirigían hacia el lugar, siguiendo las huellas que la Hormiguita habia dejado para no olvidar el camino, una tormenta de arena les cayo por sorpresa. Ellos, tuvieron que buscar un lugar para protegerse durante varios minutos, cuando la tormenta paso, las huellas de la Hormiguita habían desaparecido y las dunas eran completamente diferentes, aturdiendo a la Hormiguita, quien en ese momento simplemente grito:
¡Amiguitaaaaa!
-No te desesperes Hormiguita, encontraremos el camino.
-¿Verdad, Muchacho Precioso?. El Muchacho Preciosos, que era un perro con excelente olfato, agito su cola, como si se tratara de un helicóptero y se elevo por los cielos; ya en lo alto, su nariz empezó a olfatear el olor de Byanca, se tardo unos segundos pues Byanca se encontraba envuelta en una tela de araña, junto a miles de niños, pero su nariz era tan buena;  que la localizo y bajo para guiarlos.
-¡Vamos Hormiguita! ¡Sigamos al Muchacho Precioso!  Así lo hicieron. Al fin, llegaron y parados frente a la pequeña casa, Papi les dijo.
-Pero, ¿cómo entrare ahí?... yo no quepo.. destrozaré la casa y nunca rescataremos a mi Byanca.
-No Papi, solo mete tu mano a la casa y veras lo que pasa. Así lo hizo y de pronto estaban justo dentro de la casa; los tres: Papi, el Muchacho Precioso y la Hormiguita.
-¡Bienvenidos! ¡pasen adelante!. se escucho con el mismo tono de voz bajo y la misteriosa sonrisa abajo de su nariz de payaso, descendiendo de un hilo de su tela.
-¿Dónde esta Byanca?. pregunto la Hormiguita muy molesta.
-¿No se de que me hablas? ¡impertinente insecto!.
-¿Te puedo ofrecer algo? Se dirigió a Papi. Pero el Muchacho Preciosos los interrumpió ladrando y dirigiendo su nariz, hacia donde estaban ahora todos los niños, incluyendo a Byanca.
-Se me ofrece: mi niña. Le dijo Papi con voz de mando; a lo que el arácnido le contesto
-¡jajajaja! ¡Eso ya no es posible!.. pues, ahora me pertenece. 
-Pero, puedo ofrecerte un trato. Le dijo, la araña a Papi.
-¿Cuál es tu trato? Pregunto papi al arácnido
-Te doy a la niña a cambio de que te quedes tu y tu peludo amigo. Le dijo, viendo al Muchacho Precioso, sin poder evitar que de sus fauces, se le saliera una baba en señal de hambre.
-¡Nunca! Le respondió la Hormiguita. Pero, Papi le tomo de sus antenas y contesto:
-¡Aceptamos!, danos a la niña. Y así fue, les entrego a la niña para luego envolverlos con una tela doble. 
-¡Vuelvan a la casa Hormiguita! Le dijo Papi, conforme iba subiendo hacia donde se encontraban el resto de niños.
-¡Nooooo! Grito´Byanca, pero la Hormiguita le consoló, diciéndole:
-¡Hagamos lo que papi dice Byanca!...confía. Y se retiraron.
Cuando Papi vio salir de la casa a Byanca y la Hormiguita, le dijo al Muchacho precioso.
-¡Ahora! Muchacho Preciosos. Entonces, el perro empezó a agitar su cola y ésta que se movía como si fuera una hélice de helicóptero. rompió toda la tela de la araña, dejando libres a Papi, los niños y a él mismo.
-¡Corran niños! ¡vuelvan a sus camas y sus cuartos!  Todos, salieron  corriendo desesperados, dirigiéndose por los cuatro puntos cardinales. Papi y el Muchacho Precioso, salieron tambien de la casa.
-¡Corre! pequeño Muchacho Precioso, volvamos al cuarto.
-¡Ya verán, me las pagaran!. Grito el arácnido con nariz de payaso y de la pequeña casa salían miles de arañas; delante de ellas el nariz de payaso. Subieron por la colina, hasta que llegaron al desierto de arena blanca, trepando dunas y bajándolas. Adelante, corrían Papi y el Muchacho Precioso, unos metros mas adelante, iban corriendo la Hormiguita y Byanca.
¡Corran, corran! Les gritaba Papi. Cuando volteaban para ver por donde venia el arácnido, la arena blanca se veía negra de la cantidad de arañas tras ellos. El subir y bajar las dunas blancas, parecía, como si eran las olas del mar, bajo una tormenta en medio del océano.
La luz del cuarto se encendió y entro Mishel, la madre de Byanca, junto a ella se encontraba Hugo su padre; la niña gritaba y pataleaba bajo la sabana blanca, en medio de la cama el pataleo y los manotazos que Byanca hacia a consecuencia de la pesadilla se asemejaba a la tormenta antes descrita. Los padres de Byanca le quitaron la sabana blanca y la tomaron en sus brazos, ella les abrazo aun con su corazoncito agitado, junto a sus papas. El cocker, de color blanco y café, se hacia presente con su hueso plástico en su hocico y moviendo la cola.
Una vez, Byanca tranquilita en brazos de sus padres, vio hacia la esquina contraria a la cabecera de su cama, ella sonrió al ver que, Papi y la Hormiguita se ocultaban de los padres de Byanca. Prestos a protegerla nuevamente, aun a costa de sus propias vidas.
-¡Adiós amiguita! Le susurro la Hormiguita....y, con una voz un poco mas ronca, le dijo lo mismo, Papi.
.......Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado....

 Para ti hija, con todo mi amor, mi linda Byanquita



















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