martes, 27 de mayo de 2014

Fábula: La extorsión del sanate al gusano

                                              

Como todos los días el gusano se hacía al camino por el inmenso bosque, cada que podía se detenía y veía hacia el cielo, buscando que por ahí no se encontrará algún pájaro que hiciera de él un suculento platillo, ese era el andar diario de su trabajo a la casa y de la casa a su trabajo, caminando por el terreno con movimientos como si midiera el terreno, pausado andar distraído con sus preocupaciones de pronto algo lo detuvo ipso facto.
-Hola señor gusano!
-Qué lo trae tan distraído y preocupado? Le pregunto un sanate que se encontraba justo frente a él. Esto lo dejo tieso e inmóvil, presintiendo que la hora de morir le había llegado.
-¡por aquí, señor sanate!
-De regreso para mi casa.-¿Le puedo servir en algo? Le pregunto con la voz quebrada y casi a punto de desmayarse.
-Nada amigo, pero relájate, solo quiero pedirte que  a partir de mañana traigas contigo una deliciosa lombriz… crees poder complacerme?
-Eso creo señor, trataré de no fallarle!
Con su permiso y hasta mañana señor sanate. Paso tímidamente por un lado muy cerca del ave con la cabeza erguida se alejo siendo observado por el sanate hasta que luego de varios minutos éste se perdió entre raíces y hojas del camino, el sanate levanto el vuelo y se alejo del camino. Durante varios días el sanate se encontró en aquel camino a la misma hora esperando a su acechado y desventurado amigo, el gusano quien de alguna manera siempre le conseguía un gusanito pero de dulce, pues en un basurero cercano a su trabajo encontró una bolsa con gusanitos que algún niño dejo caer.
Luego de ese tiempo el sanate espero y espero pero el gusanito de color verde con líneas negras y de más o menos dos pulgadas de largo nunca volvió a pasar por aquel camino. El sanate estaba que echaba rayos encolerizado. Diciendo a todo pulmón improperios estaba cuando algo le llamo la atención deteniendo su cólera y sus malas palabras ipso facto.
-Que le sucede señor sanate, está usted muy molesto, le puedo ayudar. Le pregunto una hermosa mariposa que pasaba volando por allí. Era una hermosa mariposa con alas grandes llenas de colores vivos.
-Nada, señora mariposa, pero que gusto que alguien tan elegante se detenga a preguntar por los problemas de una harapienta y maltrecha ave de rapiña que solo espera a un su amigo para alimentarse de él.
-Pues nada señor sanate me llamo la atención verle por aquí todos los días a la misma hora, y al darme cuenta que cada vez lo veo más delgado y arruinado quise detenerme para conocer su desgracia.
Pero dígame puedo hacer algo por usted?
-De ninguna manera señora mariposa, por el contrario dígame usted que puedo hacer yo por usted y así poder ganarme algo para mi sustento diario. Le suplico el maltrecho sanate, sin saber que a quien le estaba suplicando era el mismo a quien estuvo extorsionando por días.

El buen vestir hace que otros te respeten, mientras que la ropa humilde favorece para que seas irrespetado. Aunque sea claro el refrán: “La sotana no hace al Monje”….”Según cómo te vea así te tratare”



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