miércoles, 25 de junio de 2014

EL QUE CON NIÑOS SE ACUESTA.. ¡CAGADO AMANECE!

Eran épocas sin violencia. Pero el alcohol y los celos, no entiende de razones y ésto fue lo que seguramente sucedió...
En miles de oportunidades probamos e intentamos, algunas veces con éxito y otras sin él, pero eso no nos detenía, estábamos echados a la perdición en este tema, y cada quien, veía quien superaba al otro. 
Lo que estoy tratando de describir; es de las veces que al ir al colegio, en el servicio de buses urbanos, luego de pagar nuestro pasaje nuestros ojos se desorbitaban en busca de una o un grupo de chicas guapas a las cuales podríamos abordar y por consiguiente, conseguir su número de teléfono o la dirección y, como minimo lograr una cita, para luego llegar a visitarlas. Ésa, era la consigna y como dije antes, era una batalla campal entre nosotros; siempre en la búsqueda de la oportunidad para poder superarse (pues ya no habia meta por superar según nosotros)
Pero esa tarde, de regreso a nuestras casas, subimos como siempre y nada. Entramos y siempre nos conducíamos hasta la parte de atrás del autobús y allí, eramos los amos y señores, con nuestras fregaderas de juventud y es que, en esos tiempos todo era posible. Pues violencia: ¿qué es eso?. 
Allí estábamos, haciendo nuestras bromas, que a algunos de los pasajeros les caían en gracia, mientras que a otros no. 
De pronto, mis colegas enmudecieron, pues justo a tras de mi, recien llegaban a hacernos compañía (pues el bus ya estaba lleno) unas señoritas mayores a nosotros, fue por eso que los muchachos por respeto a ellas, se callaron. Me volteo y voy viendo a las dos chicas, quiza sus edades oscilaban entre los 20 a 25 y nosotros unos culicagados; si mucho de 17. Por eso nos tuvimos que comportar. No habia avanzado mas que un par de cuadras el bus; cuando pensé.
-¡Ésto superaría a todos!...
-Y, quedaría en la memoria de todos. Así que no lo pensé mas y me aventé.
-¡Hola! Éso fue lo único que dije; claro dirigiéndome a ellas, quienes se veían muy relajadas platicando entre ellas, me vieron y dijeron:
-¡Hola! ¡Que alegres venían!. 
-¡Si gracias! ¿te sientas? Me puse de pie, dejando a uno de mis amigos al fondo, éste con la cara un  poco molesta se paro tambien, dándole el lugar a la otra chica. Ellas amablemente nos pidieron nuestro útiles escolares y nos ayudaron cargándolos. Yo continué mi platica, (no podía dejar ir esa oportunidad que seguramente jamas se repetiría) con una pregunta capciosa.
-¿En qué colegio estudian? Ellas, quienes eran muy desinhibidas rieron a carcajadas, respondiéndonos:
-Nuestro colegio, ¡es la USAC!. 
-Pero, gracias nos haces sentir unas adolescentes ¡otra vez!. 
Para estas alturas, mis asustados amigos, se metieron en la platica. Y, así continuo hasta que llegamos a la colonia en donde vivíamos, de casualidad, ellas vivían tambien allí. Cuando tocaron el timbre para bajarse, de inmediato les pregunte: 
-¿Podemos acompañarles hasta su casa?. Ellas se vieron, sonrieron y aceptaron. 
Así, empezó una bonita amistad entre dos generaciones. Luego de dejarlas en sus casas, pues eran vecinas, mis amigos no salían del asombro, se habían superado nuestras expectativas. Cada noche que no teníamos compromisos, les llegábamos a visitar y ellas, siempre fueron amables con nosotros, siempre nos recibían con un beso en la mejía y pasábamos buenos momentos (vaya que nadie se enamoro de una de ellas pues, ese hubiera sido un gran problema).
El tiempo pasó y llegaron las fiestas navideñas y para un 1 de Enero ya estrenando año. Alguien sugirió que fuéramos a darles su abrazo de inicio de año, y así lo hicimos. Al estar frente a la puerta de su casa nos detuvimos, al ver que adentro, ellas tenían su fiesta, habían varias parejas bailando con sus novios y a lo mejor otros eran prospectos. Ellas al vernos muy tímidos afuera, frente a su puerta y haciéndonos los locos, dejaron parados a sus novios y salieron muy efusivas y nos llevaron adentro de su casa, nos invitaron a beber; no hubo mas de alguno que acepto licor, otros una gaseosa, para ello en la sala estaban nuestras amigas y las amigas de ellas; pues los celosos se habían retirado a tomar el aire. 
Haciéndonos cariñitos pues, eramos como sus cachorritos o sus pequeños niños, olvidándose por completo de sus novios y nos atendieron como reyes, tambien ya estaban entonadas, eso debió haberles causado que fueran mucho mas cariñosas con nosotros que de costumbre.
-Bueno, feliz año nos vamos. Dijo uno de nosotros y ellas se fundieron en un gran abrazo y nos llenaron de besitos. Salimos de su casa y nos encaminamos a la nuestra, al fondo se veía un grupo de muchachos fumando bajo un poste al acercarnos, nos dimos cuenta de que se trataba de las parejas de las muchachas, pasamos a la par de ellos diciéndoles _Adiós y ¡feliz año!. Éstos ni nos pelaron, se veían molestos, sentimos un mal presentimiento en nuestras barrigas, uno de nosotros dijo apresuremos el paso y eso íbamos ha hacer cuando escuchamos,
-¡Feliz año mucha!... _No se pensaran ir sin darnos un abrazo ¿verdad? 
Nos detuvimos, pensando lo peor y nuestros corazones estaban tan asustados como nosotros, cuando nos volteamos ya estábamos rodeados por una burda bola de machistas y celosos alcoholizados, quienes sin piedad empezaron a empujarnos y golpearnos, sus golpes iban acompañados de improperios de acuerdo a la ocasión. 
Cuando los golpes empezaron a ser mas fuertes y parecía que se habia desatado el mismo infierno. Del cielo cayeron nuestras amigas, tomándonos en sus regazos e interponiéndose entre ellos y nosotros, éstos trogloditas regresaron a la casa, dando de tumbos, donde se habían reunido para recibir el año nuevo. Mientras, ellas nos curaban nuestros golpes. 
Luego de esa experiencia no supimos mas de ellas. Regresamos a nuestras habituales conquistas; me refiero a colegialas quinceañeras o de nuestra edad. 
Pero, ese récord quiza paso mucho tiempo para que alguien lo superara (pues eran otras épocas, pues si fuera hoy día otra historia sería; ¿creo?). 
Y es que, quien se quiere arriesgar a ser amiga de un patojo, menos si se trata de chicas hermosas, porque si que lo eran. No me explico, como esos insulsos tuvieron celos de nosotros. 
Pues solo hay que recordar el conocido refrán: "el que con niños se acuesta... ¡cagado amanece!"


TOMADO DEL LIBRO: "HISTORIA DE UN ADOLESCENTE TÍMIDO" de Sergio Raga






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