miércoles, 4 de junio de 2014

LOS MARIGUANOS DE LA ZONA 1: EL ASALTO

Era la noche de un sábado, un grupo de chavos y chavas salia de una sala de cine, ubicada en la sexta avenida, se dirigieron rumbo al parque central, iban haciéndose bromas de todo tipo, era un grupo de muchachos sanos, cuya única diversión era su amistad. Ya casi llegando al pasaje rubio, de uno de esos bares, sale un chavo de la misma edad que ellos pero, con una pinta que no era como para que se uniera a ése grupo. Éste, al darse cuenta de que no era muy bien recibido por los cuatro jóvenes, se separo de ellos, lo cual les causo un gran alivio pues, el muchacho no estaba como para andarse exhibiendo con él, aparte de la pinta que se montaba, sus brazos exhibían unos tatuajes muy particulares. Al llegar al parque central, se dirigieron a la plaza mayor y seguían haciéndose bromas entre ellos.
El tatuado que los seguía desde una distancia prudente, les veía con recelo; al verlos muy alegres, simplemente con el echo de estar unidos. Por los baños de la concha acústica, muy escondido, saco de su billetera el último purito de marihuana que le quedaba, lo encendió; al hacerlo la mano le temblaba debido a que su cuerpo le pedía la droga. De inmediato le dio un jalón, llenando sus pulmones con el humo del cigarrillo de mota, mientras mantenía el mayor tiempo posible la droga dentro de su cuerpo, observo que su purito. Con aquel jalón le quedaba solo la mitad, luego de soltar el residuo de humo que sus pulmones no atraparon, apago el puro para mas tarde, pues sabia que si no conseguía dinero esa noche, ya no tendría mas mota para el rato. Mientras pensaba ésto, el humo se fue elevando muy lentamente, a la velocidad que el viento de esa noche lo permitía. Sobre la concha acústica, se encontraba un bulto, el cual, hacia un momento pasaba totalmente desapercibido, los únicos testigos de su presencia eran los insectos que de sus afiladas garras se alimentaban y uno que otro murciélago, que pasaba por ahí tratando de atraer su atencion. Al incidir el humo con el clásico olor a mota en éste, que dormía plácidamente, abrió sus ojos abruptamente, de inmediato se irrito y un escalofrío le hizo agitar sus alas, esponjándose y siguiendo con la mirada exacerbada al que habia osado su sueño irrumpir. Su rostro denotaba un gran enojo, que en ese momento deseo lanzarse sobre él, pero el impulso le fue interrumpido por las rizas de dos parejas que llegaban corriendo Riéndose amenamente, justo a sentarse abajo de sus garras, que lo sostenían sobre la concha acústica. Ellas, las dos jovencitas se treparon al escenario y sus risas eran amplificadas debido al efecto que causa la concha acústica, los dos jóvenes, pareja de las señoritas se alejaron un poco, para dejar salir de sus cuerpos los líquidos ya procesados de las gaseosas que habían ingerido en la sala de cine, luego de agitarse bien, para no ensuciar sus finos pantalones se voltearon, para volver junto a sus chicas, pero el chico tatuado se paro justo frente a ellos y luego de saludarlos muy amigablemente, se levanto su desarrapada playera del Real Madrid, dejando a la vista la cacha de su 45, o sea, su herramienta de trabajo. Luego de despojarlos de todo su dinero y otros utensilios mas, les pidió silencio, colocándose el dedo indice en su boca. Que bueno que los jóvenes ya habían vaciado su vejiga, pues sino si que hubieran manchado sus pantalones. De ésto, el único testigo fue su peor enemigo de esa noche. Las chicas ni enteradas, si que era un profesional el tatuado. Éste, ya con su botín en sus bolsas, tomo rumbo por la biblioteca para luego enfilarse para el Gallito, iba contabilizando sus ganancias para saber cuanto gastarse en el expendió de drogas de donde era ya cliente asiduo. Los jóvenes aun no se recuperaban del susto y las chicas seguían con su presentación actoral en la concha acústica. Quien no soporto todo lo que habia observado, alzo sus alas y tomo vuelo en búsqueda de la venganza propia y la de los muchachos recien asaltados. Una sombra le apago la luz de la luna, al muchacho que estaba sentado sobre una acera, éste levanto su mirada hacia el cielo, su cara denotaba un poco de horror. _¿Será cierto lo que cuentan de ese asesino volador?_. Se pregunto a él mismo. Con nerviosismo, tomo lo que iba a utilizar para su transacción y se levanto, siguió su camino, pero su andar ya no era tranquilo, veía para todos lados, de pronto, levanto la mirada y justo frente a él a dos cuadras de dónde se encontraba, diviso a un bulto negro que solo movía su cabeza, como acomodándola entre sus hombros. _¿Qué será esa mierda?_ Se cuestionó nuevamente, haciéndose hacia la pared mas cercana, buscando entre su pantalon y su playera insignia su arma, tomándola por su cacha y extraiéndola listo para darle uso, levanto su mirada pero el bulto ya no estaba. Saliendo, con la valentía entre sus manos y apuntando hacia la nada, solo escucho un sonido extraño pasar sobre su cabeza, dejándole llegar un aire que lo erizó por completo. Arrojándose al pavimento, dejo escapar un par de plomazos al aire, sin saber si le disparaba a algo o a la nada. Luego de que el eco se encargara de difundir su valor por las calles aledañas, él escucho dos sonidos; uno familiar, el sonido de las sirenas policíacas y otro, combinación  entre humano y  de ultratumba.
_¡Dios mio! se dijo. Su lamento sería por lo cercano de la patrulla o por ese sonido que jamas habia escuchado antes de esa noche. Corrió por las calles y lo único que lograba visualizar, era la sombra que se dejaba ver sobre el pavimento, causándole que su corazón se desbocara justo como les habia dejado el corazón a los jóvenes en la concha acústica. Al salir a la avenida Elena, en un momento de desespero, grito al cielo: _¡Déjame en paz, desgraciado!_ terminando la frase estaba, cuando en sus hombros se ensartaron las garras de su némesis elevándolo hacia la nada, como si se tratara de bungee colgando del puente del Incienso. Sobre el arriate central de la avenida Elena, quedo la escuadra. Y un grito desgarrador que se iba difuminando conforme se elevaba, se dejo oír.
Mientras, en la concha acústica las muchachas consolaban a sus novios. 
_Lo importante es que están bien_  Decía una de ellas, abrazando a su novio cariñosamente.  _Tendremos que volver a pie, pues nos dejo sin un centavo_ Decía el otro muchacho. Así que se metieron nuevamente a la sexta avenida, de regreso a sus hogares. Ahora, su caminar era de desgano, la energía y sus bromas se las habia llevado el tatuado con él. Justo en el parque Concordia, pasadito del Palacio de la policía nacional civil, éstos se detuvieron por un instante al escuchar que hacia ellos se dirigía un lamento que venia del mas allá. 
_¡Escuchan eso!_ 
_¡Si!, ¿qué diablos es?_  Estaban parados justo en el parque, viendo adonde podían y haciéndose esas preguntas entre ellos. De pronto un aleteo se sostuvo sobre ellos; se escuchaba como si un helicóptero estaba posándose sobre ellos; el aire que ésto causaba levantaba el polvo, obligandolos a taparse los ojos, luego se escucho que a la par de sus pies, un objeto pegaba contra el suelo del parque, pero no se animaban a quitarse las manos de sus ojos. Luego de ese sonido, que habia dejado el objeto azotado sobre el suelo, se volvió a escuchar el grito desesperado del tatuado, cuando aquella cosa lo elevaba nuevamente sobre los cielos despejados de la zona uno, hasta desaparecer en el firmamento. 
_¿Qué fue eso?_  Se preguntaban sobándose los ojos. Mientras una de las chicas les decía con asombro.
_¡Mi amor! ¿ésta no es tu billetera?_
-¡Si!-
_Y, ésta que esta por acá, ¡es la mía!_
_¿Cómo llegaron hasta acá?_ 
Se abrazaron entre ellos, viéndose a los ojos; con la duda de, ¿que habia pasado esa noche?.. Había empezado con una bonita película, luego con sus bromas de juventud y terminado con esa mala experiencia. 







  







No hay comentarios.:

Publicar un comentario