domingo, 6 de julio de 2014

ABRAZO MORTAL. 2

El sol caía en el horizonte y pronto se haría de noche; ella con la esperanza en su corazón, esperaba que él llegara a su cita de todos los sábados, su preocupación aumentaba al igual que el frió en el lugar. Ella pensó, que algo grave habia sucedido para que éste la dejara plantada. Cuando apenas se vislumbraba la última aureola del sol sobre el horizonte montañoso. América se levanto, tomo su regazo sobre el cual le habia esperando toda la tarde, simplemente escuchando el trinar de las aves, viendo a alguna mariposa de lindos colores pasar por su lado, y en lo alto a una inquieta ardilla que no descanso hasta ver como la chica se retiraba del lugar. 
Aunque iba totalmente metida en sus pensamientos, alcanzo a escuchar dentro de unos matorrales, unos agónicos y débiles quejidos.
-¿César?... ¿Eres tú? Los quejidos, se hicieron mas altos cuando la persona escucho la vos de la joven.
Tímidamente se fue abriendo camino entre la espesa vegetación, sin importarle lo que le pudiera suceder, pues ella, abajo de su cintura no podía ver absolutamente nada. Era como si se hubiera sumergido en un rió de color verde y espeso, de las cuales, apenas las hojas que estaban en lo alto, como si se tratara de la superficie del rió se abatían lentamente, por el aire demasiado frió de ese atardecer. Casi oscurecía, pero aun habia unos pocos minutos de visibilidad antes de que el manto oscuro de la noche, cubriera por completo al frió bosque.
-¿César? Repitió esta vez, muy quedito. Y a su diestra, a unos pocos metros de ella, escucho un ultimo quejido lleno de dolor; un dolor sofocante y ahogador de quien pedía ayuda, con sus últimos alientos.
-¡Haaay! Grito América, cuando con algo se tropezó y cayo adentro de ese río verde  formado por la espesa vegetación; ella movía sus manos como tratando de salir a la superficie, pero el peso de su cuerpo la llevo hasta lo profundo de esa verde vegetación, cuando al fin yacía en el suelo, quiso escuchar su nombre 
-¡Am...e...ri....! Ella, lentamente y con su corazón agitado por tremendo susto, de haber tropezado con algo que la llevo al mismo suelo húmedo y con su cuerpo completamente helado, levanto la vista y...
¡Agww!.. ¡Dios mio!... ¡No puede ser!... ¡Céeesar! Grito. Fue tan elevado el tono de su grito de horror, que de los árboles aledaños, salieron asustadas y agitando como locas, emitiendo sonidos de alarma, todas las aves que se aprestaban a pernoctar. 
Un aldeano, que pasaba por allí, escucho el desgarrante grito, que de inmediato se lanzo en aquella especie de rió o mas bien laguna de vegetación; ya la visibilidad era menos posible.
Frente a América, la cara de césar, su cuerpo ya estaba totalmente embullido adentro de una enorme serpiente, quien en ese momento estaba indefensa ante cualquier peligro. 
Ella aterrada se levanto, por puro impulso de sobrevivencia, pues era claro que por César ya no se podía hacer nada. Cuando estuvo de pie y se enfilo a salir huyendo de ese lugar, el aldeano la vió sobresalir de entre la espesa vegetación, pero lo que el viejo anciano  vio, le hizo apresurar el paso, conforme avanzaba iba extrayendo el machete de la vaina y en alto lo llevaba ya listo para usarlo. Él, le gritaba a América.
¡Aguante señorita! ¡Voy por usted! La pobre de América, se veía girar como si estuviera adentro de un remolino, sus movimientos eran muy violentos y el anciano sentía que no llegaría a tiempo. Cuando ya éste, estuvo a unos pocos metros de ella, justo para darle la ayuda que ella necesitaba, ella recien se detenía del violento movimiento que hace unos instantes tenia y justo frente a América la cara de otra serpiente gigante, quien le enseñaba justo a su rostro su lengua bífida, luego haciéndose un poco para atrás, como para tomar un  violento impulso y con sus fauces totalmente abiertas, ya con su constreñimiento causando estragos en el cuerpo femenino  de américa, quien estaba a punto de desmayarse, no por el susto sino por la falta de aire; pues, ella se estaba asfixiando con la tremenda fuerza ejercida por los anillos que la rodeaban de pies hasta sus pechos.
-¡Muere maldita! Grito el viejo campesino, acertándole un machetazo, que hizo que la cabeza enorme del reptil volara, unos metros por allá, sumergiéndose entre la vegetación. 
Cuando América, empezaba a volver en si, el viejo le estaba desenrollando el cuerpo de la serpiente de su frágil cuerpo, repitiéndole el viejo.
-¡Aguante señorita! ¡Todo estará bien!... ¡Aguante!.. América, cuando tuvo aliento lo único que pudo decir, fue.
-¡Cuidado señor! Éste, cuando reacciono, su cabeza estaba adentro de las fauces de otro reptil, que colgaba de uno de los árboles cercanos, girándolo vertiginosamente se lo llevo hasta arriba del árbol, su cuerpo se agitaba como si se tratara de alguien a quien lo estaban colgando. En un tiempo muy breve y debido a la edad del campesino su cuerpo quedo inerte. América, salio corriendo de ese lugar, lo cual le era un poco dificultoso, debido a la vegetación y la oscuridad de la noche; ella corría sin sentido de orientación, pues con lo que le habia pasado y lo oscuro del lugar, ella no sabia hacia donde corría.
La única testigo de aquella horrible escena, era la luna, quien trataba de ayudar a América, lanzando rayos de luz, para que ella pudiera ver que, a pocos metros le estaban rodeaban varias de esas serpientes que plateaban con la luz lunar; pero ella no estaba para entender lo que pasaba, ella corría histérica, dando gritos, pidiendo auxilio. 
En la lejanía, la familia del anciano, escuchaba los lamentos de la pobre de América. En sus rostros se veía el horror, pues ellos sabían el porque de aquellos desgarradores gritos. Ellos, en ese momento solo se santiguaron, sabiendo que nada podrían hacer por esa persona, ignorantes de que su abuelo yacía adentro del cuerpo de una de esas inmensas serpientes que habían llegado para aparearse. Un breve silencio invadió a todo el bosque y eso erizo a la familia de campesinos, para pronto devolverles el alma al cuerpo, con un aterrador y final grito de América; quien al caer en una fosa, la cual se escondía en ese lago verde, gritaba
¡NOOOOOO....! ¡Dios MIOOOO! El grito, se escucho como si se tratara del sonido de un eco, mientras caía. 
Cuando América,  regreso en si y levanto la vista solo escucho los siseos de las serpientes, que se lanzaban sobre ella, para devorarla. 
La luna, quien seguía siendo una impávida y brillante testigo de aquel festín que se llamaba América.  





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