viernes, 11 de julio de 2014

YPACARAÍ

Para mis amigos de Paraguay. Con mucho cariño. Basada en la canción escrita por: Zulema de Mirkín y musica de Demetrio Ortiz.


Justo en una noche hermosa y tibia, viendo reflejarse a la luna, quien en esa época estaba en fase de plenilunio; desde el balcón de mi habitación, en el hotel de siempre. Embelesado con la imagen que la luna reflejaba sobre ese espejo natural, El Lago de Ypacaraí, una melodía me saco por un momento de mi catarsis y me vi envuelto como en un embrujo. Si, me sentí embrujado, con el sonido de una canción, la cual no entendí, pues los versos estaban en Guaraní. Deje mi copa refrescante y embriagante y, entre las sombras de la playa busque, al no lograr ver nada, busque con insistencia moviéndome de un lado al otro sobre mi balcón. Luego una imagen me cautivo, que me olvide de lo que estaba buscando, la música. Pues, lo que mi otro sentido habia llegado, superaba a esa melodía, a la cual ni siquiera entendía. Una hermosa silueta femenina, salia de las tibias aguas del hermoso lago; al menos eso me hizo creer la imagen que se movía como felino, sobre el camino a la orilla de la playa del lago de Ypacaraí. Entonces, comprendí que aquellas viejas melodías no podrían venir de otro sitio, mas que de esa hermosa imagen, imagen de ángel caído del cielo. La seguí lo mas que pude con mi ojos, totalmente desorbitados, pues la playa era el marco idóneo para tan bella imagen. Ella se alejo y, con ella se fueron esos hermosos cantos en Guaraní. Con esa melodía y esa imagen y ya un poco mareado, me tumbe sobre mi cama; tarde unos minutos con ella y su canción en mi cabeza.

-¡Buenos días señor Ramos!... _Como lo ordeno, acá le traigo su desayuno. 
-¿Qué hora es? Señorita.
-Las ocho señor, justo la hora que ordeno se le despertara.
La señorita, dejo mi desayuno y se retiro de mi habitación, mientras yo me daba un baño y tarareaba la melodía de la noche anterior, a mi mente llegaban las imágenes de aquella joven mujer con su piel morena y húmeda, secándose su cabellera, envuelta en un tul blanco, como los rayos de esa hermosa luna. 
Me retire a realizar las tareas que me habían llevado a ese paradisíaco lugar. Cuando me di cuenta, ya estaba entrando la noche.
Una vez en el hotel, me encontraba cenando, para luego subir a mi habitación con la esperanza de volver a ver a tan bella silueta femenina. Mientras subía las escaleras con rumbo a mi cuarto, mi estomago volvía a sentir el vals de las mariposas, como si se tratara de adolescente en su primera cita. Me plante una vez más en mi balcón, la noche era insuperable pero, de las tristes melodías en Guaraní y de la hermosa señorita; nada. Pasaron las horas y me resigne a no escuchar y ver mas a la señorita; que me retire a mi cama, pues el día habia sido muy pesado.
Tal vez, un cuarto de hora habia transcurrido y ya me estaba quedando dormido, cuando por mi ventana entraron las tristes notas de aquellas canciones, como el día anterior esas canciones causaban en mi una especie de embrujo, que me levante de mi cama de inmediato para llegar lo mas rápido a mi balcón, efectivamente allí estaba nuevamente la chica, caminando por el mismo camino, yo desde mi balcón le grite:
-¡Señorita!... ¡disculpe señorita!. Pero ella iba tan concentrada con sus canciones que no me escucho.
Me coloque una guayabera y baje corriendo para la playa, justo en la entrada del hotel, me tope con la señorita que me despertaba todas las mañanas.
-¡Perdón! Le pedí a ella, por el encontronazo que nos dimos. Ella me contesto:
-¡Señor Ramos! _¿Le pasa algo?
-¡Nada y disculpe pues llevo prisa!. Cuando estuve abajo de mi balcón, por mas que quise, ya no escuchaba nada y de ella ni sus sombras.
Con la moral decaída, regrese para mi cuarto, justo cuando iba a entrar en él.
-Señor Ramos. _¿Encontró lo que lo llevaba con tanta prisa?. Me dijo ella, con una sonrisa picara y hermosa. Ella muy atentamente como siempre.
-¡Eh!. _¡Si... claro! _¡Buenas noches!.
-¡Hasta mañana a las ocho! Señor Ramos.
-¡Buenos días dormilón!... -¡Acá le traigo su desayuno!... -¡Despierte o se le hará tarde!.
Una vez mas, paso el día. Y, yo ansioso por que llegara la noche, esperando con mi copa de vino desde el balcón.
Creí escuchar esas melodías, pero no; nada.  Y es que, creo que ya para todas esas noches y esas viejas canciones y su embrujante figura, habían hecho que un bello amor surgiera en mi. 
Esa noche yo me preguntaba...
-¡Dónde estas ahora cuñataí? _Que tu suave canto no llega a mi...
Así transcurrió la noche, recordando a su hermosa figura, esa que ahora me seguía enamorando. 
Pero, aunque el amanecer me tenia embobado, sentado justo en mi balcón, tu nunca apareciste y yo me repetía con mi copa en la mano:
-¿Dónde estas ahora?, ¡que tu bello canto no llega a mi!...
-¡Todo te recuerda y mi amor te llama junto a mi!
-¡Buenos días! Señor Ramos.
-¿Qué raro? _La cama esta como si no hubiera dormido aquí. Ella se dirigió al balcón, para abrir todo de par en par y así entrara el fresco y los rayos de sol. Y, allí me encontró, dormido sobre la silla del balcón. Entonces sus blancas manos, tomaron las mías y mi copa me quito, para que no se fuera a caer y suavemente me susurró...
-¡Señor Ramos despierte!... _¡Despierte!.... Cuando abrí mis ojos, éstos se encontraron con un par de ojazos, de esos que solo puedes hallar en la cara de una chica de Guaraní, Paraguay.
-Señor Ramos. _¡Levántese y báñese! _Pues se le hará tarde.
-¿Sabe una cosa señorita?
-¿Qué Señor Ramos? Me respondió sin dejar de hacer su trabajo.
-No me habia fijado... ¡que guapa es usted!. Ella se sonrojo y sencillamente me contesto:
-Es usted muy amable, Señor Ramos. _¡Seguro eso les dice a todas!
-Por favor, llámeme Jesús... Y, ¿Dígame su nombre?
-¡Mucho gusto Jesús y soy Claudia! Y me dio su mano. Ese contacto con su mano, me dejo por un momento sin palabras. Ella me dijo:
-¿Sucede algo? Jesús.
-¡Nada Claudia! Solo que...
-¿Qué Jesús? Me pregunto, sin dejar de verme con esos ojazos y esa picara sonrisa en sus labios.
En ese momento, solo pensé...
-De sus blancas manos sentí el calor y con sus ojazos me dio el amor...
-¿Eh? _¡Nada Claudia!  _¡Me bañaré!
-Esta bien Jesús, mientras yo haré algunas cosas en su habitación, pues me dejo algo alborotado el balcón. Me metí al baño y prendí la ducha, de mi mente no podía sacar ahora el calor de sus manos y todo ese amor que de sus ojazos color café claro, se podía ver. 
De pronto, se escucharon esas viejas melodías en Guaraní, yo me asuste y pensé que me estaba volviendo loco o que estaba obsesionado por esa hermosa mujer, que hacia un tiempo habia visto frente al lago azul de Ypacaraí. Me lave los oídos y deje caer sobre mi el agua fría, pero no, ahí seguían las melodías. Tome una toalla y me la coloque en la cintura y del baño apresurado salí y en medio de mi cuarto se encontraba ella, Claudia, cantando las mismas melodías en Guaraní de la otra noche.
-Son melodías tristes. Le dije.
-Hay que pena, ya lo incomode con mis canciones.
-No por el contrario... _¿Disculpe Claudia?  _¿Usted se bañaba en el lago hace unas noches y cantaba precisamente estas canciones?.
-¡Si Jesús! _¡Me vio... Me escucho... Que vergüenza!.
-No tiene de que avergonzarse. _Pero, ¿Porqué esas canciones tan tristes?
-Es una larga historia, Jesús
-Que tal si me acepta una invitación y caminamos hoy por la noche a la orilla del lago y me cuenta esa historia... _De paso nos damos la oportunidad de conocernos un poco mas. _¿Le parece?
-Esta bien.  _Entonces tenemos una cita... ¡Hasta la noche!....
 Así fue, como inicio un gran amor a orillas del Lago de Ypacarí, bajo los rayos plateados de una luna en plenilunio, escuchando viejas melodías en Guaraní. Y, mojando nuestros pies con esas aguas azules del hermoso lago de Ypacaraí... haya en Paraguay.




          Ypacaraí: El agua Señor
          Cuñataí: señorita























  

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