viernes, 22 de agosto de 2014

UNA HISTORIA URBANA

En mi país, existe una pendiente que en el pasado cobro muchas vidas por accidentes automotrices. El transito hacia esa ciudad es muy denso, debido a que es un lugar muy bonito, con una excelente afluencia de turistas extranjeros. Se trata de La Ciudad Colonial, lugar en dónde sus calles se quedaron varadas en el tiempo. Éste es su atractivo. 
Y, de esa historia nace mi versión... ¡Ojalá te guste!

Eran las diez de la noche y habia llovido muy fuerte, pero ahora como secuela, solo quedaba un deliciosa noche fría y muchos charcos brillantes a consecuencia de un cielo despejado y una muy orgullosa y hermosa luna suspendida en el firmamento. 
Adentro de un bar, en el centro histórico, se encontraban bebiendo alcohol dos entrañables e inseparables amigos. Hablo de Juancho y Pancho. Y, uno le contaba al otro.
_Vos Juancho, será cierto lo que me contó mi esposa anoche, después de hacerle el amor.
_Y, que te contó vos Pancho. Le respondió un Pancho ya algo boleco.
_Pues, me dijo que, en la Cuesta de las Cañas, en una de sus curvas, varios vecinos de la Ciudad Colonial al ver por el retrovisor interior de su auto, hay un punto especifico en donde puedes ver a alguien sentado en el asiento trasero.... _Y, que cuando volteas a verificar... ¡Nada!... _Y, que al salir de ese preciso lugar; no recuerdo el kilómetro, ya nada... _¡Te imaginas que ahuevamiento, vos! 
_¡Puta vos! Ya se me puso la piel de gallina... _Ésto a merita otro cuto. ¿No crees? 
Y efectivamente, pidieron otro cuarto de alcohol y siguieron tomando y platicando sobre el mismo tema.
A eso de las once de la noche, Juancho le dice Pancho. 
_Vos, esas son huecadas de tu mujer, para meterte miedo y asi no te atrevas a ir a buscar a una gringuita, ¡jajajaja!
_¡Tu madre vos cerote! Ambos se quedaron viendo; uno aun riéndose y el otro molesto; luego un amigo le dice al otro 
_¡Y si vamos! El otro dejo de reír, pues en el fondo le asustaba el solo pensar que fuera cierto a pesar de que estaba bien tomado. Tanta era la insistencia de su amigo y jodiéndole la noche, diciéndole: Que si no iban, era porque él era un hueco. Éste se paró, se arreglo el pantalon, pues ya se le veía hasta la raya del trasero y le dijo a su amigo del alma. 
-¡Pues vamos!
Pagaron la cuenta y abrazados se dirigieron hasta donde habían dejado a su cucarachita (volkswagen) roja. 
Sonó la alarma, al desactivarse y cuando estaban adentro de la cucarachita, alguien les cayo de sopetón; lo que les provoco que se les escapara un tímido grito a sus hediondas bocas. 
_¡Bien cuidado jefe! Les informaba un joven drogadicto que cuidaba los vehículos a las afueras de los lugares nocturnos, del Centro Histórico.
-¡Hay hijo de puta que susto me metiste!... _¡Hoy no te doy ni mierda!
_¡Que paso mi cuate, si se lo cuide muy bien! Le insistía el muchacho.
_¡Dale algo a este mariguano y vamonos! Entonces, le dieron unas monedas el muchacho, éste les ayudo a sacarlo del lugar en donde se habían parqueado y tomaron camino, con rumbo a la Ciudad Colonial.
Iban por San Lucas y zigzagueaban sobre la carretera; entonces, Juancho quien conducía la cucarachita, dio un vistazo a su retrovisor y esto salio de su alcoholizada boca.
_¡Hay nanita!... A lo que le dijo Pancho.
_No seas pajero, aun no hemos llegado y ya queres asustarme. _¡Solo mierdas sos! jejeje, se rió Pancho, creyendo que Juancho, habia tratado de asustarlo. Pero Juancho se detuvo, saliéndose de la cinta asfáltica y atrás de ellos; una patrulla. 
_¡A la puta Juancho! _¡Éstos son peor que el fantasma ya nos llevo la gran puta!
_Buenas señores... _Sus papeles por favor. Les pidió el agente policíaco. Pero del auto salia una gran hediondez a alcohol y entonces les pregunto.
_¿Vienen, ebrios señores?
_No, para nada. Le respondió Juancho. El agente se retiro a la patrulla con los papeles de la cucarachita en mano; hablo con su compañero y luego regreso.
_Nos van a atener que acompañar... _¡Están detenidos, por manejar en estado de ebriedad!
Entonces Pancho se apeó del carro y llamando al agente a la parte trasera de la cucaracha, luego de un par de minutos, regreso con papeles en mano, diciéndole a Juancho. 
_¡Vámonos hermano, ya solucioné el problema! Seguro, que Pancho habia aflojado unos cuantos billetes y los soltaron; dejándolos ir.
Despues de varios minutos, llegaron a dicha cuesta y Juancho se detuvo; volteo a ver al asiento trasero para chequear que todo estaba en orden y le dijo a Pancho.
_Bueno Pancho, de aquí en adelante ya no hay vuelta atrás.
_De acuerdo amigo, dale pa delante. Le respondió Pancho a Juancho; se dieron un abrazo en señal de solidaridad alcohólica y empezaron a descender por la cuesta. 
Iban a una velocidad moderada y pendientes de lo que podría pasar.
_¡Ni verga amigo, esa tu vieja te dio casaca! Ésto le Dacia Juancho a Pancho. Entonces, éste le contradice a su acompañante. 
_¿Y?... _¿Entonces quien es ese cerote que viene riéndose en el asiento trasero? 
Pancho volteó y en ese momento la borrachera se le salio del cuerpo; quedando como una silueta en la carretera echa de alcohol etílico.
_¡Ayyyyyyyy! Gritaron los compadres, inseparables e incondicionales amigos de infancia....
      
         Luego de ese largo y aterrador grito y de que la risa del ente de ultratumba se extinguiera; Pancho le dice a Juancho.
_¡Vos Juancho! _¡Que susto nos dió ese fantasma hijo de puta!...
_¡Era cierto vos cerote! Le decía Pancho, todo pálido a su amigo del alma. Pero, Juancho le interrumpió con la vos entrecortada.
_¡Hermano qu,,,e pu..t..as ha..ce...mos en el asi..ento tras..ero! _Y, ¿Qui...én es está vieja ce...rota?
_¡Puta Juancho!.. _¿Qué está pasando?...¡Todavía estamos a verga seguramente! Ésto dijo Pancho. 
Cuando la señora que manejaba a su Mercedes Benz, quien se dirigía a su casa en la Ciudad Colonial de Antigua. Escucho unos extraños murmullos, ella apago su radio y los murmullos seguían escuchándose, vio por los retrovisores externos para chequear y nada; entonces, la señora vio a su retrovisor interior y....
_¡Ayyyyyyyyy! Grito la señora, Junto a pancho y Juancho; perdiendo el control vehículo en la pendiente y antes de caer por la barranca, freno abruptamente dejando a los neumáticos pintados sobre el pavimento. Allí quedo un par de culebreantes manchas negras y cuando el carro se detuvo por completo, en el rostro de la señora se estampo la bolsa de aire. Pero Juancho y Pancho, salieron volando por el Parabrisas.
¡Ayyyyyyy! Gritaron los dos, cuando iban directo al vidrio, cubriéndose sus ojos. 
Cuando reaccionaron, estaban tirados sobre el pavimento, sin ningún rasguño. A todo ésto, la señora era auxiliada por otros automovilistas.
_¡Señora!.. _¿Está usted bien?
_¡Si gracias! _¡Erran dos hombres, que venían en el asiento de atrás! Decía ella, toda nerviosa, toda histérica.
_Ahí no hay nadie, señora... _¡Usted esta sola! Le dijo uno de los buenos samaritanos, mientras que el otro, la consolaba diciéndole
_¡Tuvo suerte señora! _Pues a un kilómetro atrás, hay un volkswagen rojo que ya no sirve ni para chatarra... _¡Seguro que los que venían ahí, ahora están muertos! 
Se metieron a sus vehículos y se fueron del lugar. 
Mientras que, Pancho y Juancho, se decían el uno al otro. 
_¡Que putas vos! Venimos a buscar a un fantasma y ahora resulta que vos y yo somos los fantasmas.
_¡Todo por tu culpa cerote! Le dijo Juancho a Pancho.
_¿Mi culpa?... _¡La culpa de la vieja de mi mujer! 
Entonces, empezaron a caminar sobre la cinta asfáltica, los entrañables amigos; caminando por la cuesta peligrosa, esperando a que algún vehículo los alcanzara, para pedirle jalón....







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