miércoles, 3 de septiembre de 2014

El Carro Funerario

La mujer corría por la calle polvorienta, el corazón le palpitaba por todo su cuerpo, no era por la agitación de la carrera, sino por el temor que ella sentía al verse sola por aquel camino de terracería. A sus costados, los arboles completamente vestidos de negro hacian de esa noche, una muy oscura, con miles de ojos suspendidos en las copas de dichos arboles, chocándose contra su rostro, centenares de insectos voladores nocturnos. Esas, eran las únicas candilejas que le acompañaban en tan lúgubre escenario, como sacado de una película de terror. Sus tacones se le bailaban por lo inestable del terreno, el cielo se veía de manera parcial por lo frondoso de las copas de los arboles. Tras ella, el sonido producido por los neumáticos salpicando piedras sueltas en la carretera, ella volteaba y cuando lo hacía los focos del vehículo le alumbraban la cara. Entonces, se podía observar un rostro palidecido. los ojos abiertos hasta causarle dolor en los lagrimales, de sus narices el resoplo del cansancio, el temblor en sus labios, el pelo sobre su rostro por breves momentos, pues el vaivén de sus zancadas y el aire lo hacian muy inestable. Cuando volvía la vista al frente, observaba que su sombra se hacia mas corta, indicativo de que ahora el vehículo estaba  muy cerca y frente a ella, los sapos dando brincos tratando de saborear a un delicioso bicho volador, atraído en ese instante por las luces del misterioso vehículo; que ahora estaba a la par de la joven, quien no tenía intención de detenerse por nada. 
Éste paso a la par de ella muy lento, el chófer la observo esperando que la chica le pidiera sus servicios, pero ella no se dió por enterada que se trataba de un taxi amarillo el que le habia dado alcance. 
_¡Taxi! ¡taxi! Grito como loca desesperada, pero dentro de su ser un alivio la inundo, volviéndole el ritmo cardíaco y los colores a su lugar. El taxi se detuvo unos metros adelante de ella y la puerta trasera se abrió esperando por ella, cuando se acerco al taxi sintió que su pie se habia parado sobre algo muy blando y de eso un sonido muy acuoso se dejo escuchar, entro en el vehículo y cerro la puerta,  indicándole al chófer que la llevara a una dirección, la de su hogar. 
Mientras el taxi avanzaba, ella con mucho disimulo y con un pañuelo en una de sus manos y la otra en su fino calzado; del tacón extrajo a lo que habia quedado de un sapo desafortunado y con todo y pañuelo lo lanzó por la ventana.
En el radio del carro del taxista, se escuchaba hablar al del noticiero, dando la mala noticia de otra victima mas del carro funerario.
_¡Dios mio! Exclamo la chica. 
Mientras, el taxista la observaba por el espejo retrovisor, ahora entendiendo cual era la prisa y la preocupación de la joven mujer.

Mientras, en otro lado de la ciudad y en una noche diferente a la antes expuesta. De un bar del centro, salia una chica de la vida alegre, con algunos tragos de mas, ella lucía muy feliz, pues esa noche habia sido muy buena y con lo ganado podría descansar por un par de días; colocándose un regazo sobre su espalda y brazos, pues la noche estaba muy fría, pasaba  frente a ella un taxi, pero ella no se percato y se le fue, por mas señas y gritos que dio, éste se detuvo mas adelante pero para una de sus compañeras. Se levanto pues por la agitación que habia hecho para que el taxista le diera el servicio, boto su bolso en el cual habia una pequeña fortuna fruto de la noche de trabajo, en eso estaba cuando se detuvo otro vehículo frente a ella y la puerta le abrió, sin pensarlo en él entró ya estando adentro, todavía arreglando el pequeño relajo de sus cosas y percatándose de que su dinero estuviera en el compartimiento secreto de su bolso; solo le pidió al chófer que la llevara a una dirección, la respuesta que ella escucho fue el sonido de los seguros de las puertas activándose y tambien el rechinido de los neumáticos cuando éste se puso en movimiento. La joven prostituta con un vestido de lentejuelas las cuales brillaban provocando un raro escenario adentro del carro, como si se tratara de una bola ochentera de espejos, ella solo se sonrió, se quito sus zapatos transparentes, se acomodo sobre el asiento dejando al descubierto a un par de bien formadas piernas, mientras se sobaba a sus pies cansados por su trabajo de esa noche, el carro continuaba su recorrido. Entonces la joven ya relajada y tranquila, con sus cosas en su lugar; le dice al chófer. 
_¡Señor! ¿Creo que no escucho bien?... _¡Éste no es el camino hacia mi casa! 
El chófer no respondió, simplemente siguió su camino, ella con el seño fruncido por ser ignorada por el chófer, siguió reclamándole. En eso, un sonido inusual dentro de un taxi le heló la sangre del cuerpo. El sonido fue un rechinido de bisagras oxidadas, el sonido estridente era interminable y junto a él, un sonido de madera vieja queriendo ceder al tiempo. 
_¡Oiga! ¿Qué es ese ruido? ¿No se le pincho algún neumático?  
Éstas palabras fueron interrumpidas, cuando una capa negra, lo mas negro que la imaginacion te pueda dar, se acerco por la espalda de ella. Ella, sintió la presencia de alguien justo atrás en su espalda y lentamente se fue volteando, las lentejuelas se reflejaban como luciérnagas en el bosque sobre el negro de esa capa, cuando ella estuvo completamente volteada frente a esa cosa negra. Su corazón se quiso detener, pero antes de que eso sucediera, de adentro de la capa o cosa oscura, mejor dicho negra lo mas negra que la imaginación nos pueda describir, de entre ese trapo se vieron brillar un par de enormes colmillos blancos, lo mas blanco que tu imaginación los pueda describir, además de un par de ojos rojos como aquel que tiene la peor de las conjuntivitis. 
En el momento solo se escucho un afligido y aterrador grito, que se penetro en los oídos de los animales silvestres, del bosque que se encontraban apenas a un par de kilómetros, en uno de los parques mas grandes de la ciudad. El carro funerario se detuvo en el lugar mas idóneo. 
Un carro negro, sin brillo, antiguo, como si se tratara de la carcacha de los Monsters la serie de Tv., De él se bajo un hombre menudo y delgado, vestido con un traje de casimir ingles, de color negro y la puerta del coche abrió, de adentro del carro fúnebre bajo un hombre corpulento y alto, metido en la capa ya descrita, en sus brazos las luces de las lentejuelas brillaban, se introdujo con la mujer en sus brazos adentro del bosque de aquel parque y con mucho cuidado deposito el cadáver de la joven mujer. Al dejarla ahí tirada la luz de la luna llena le ilumino su cara, a pesar de que la chica estaba muy maquillada se notaba que su piel ahora era un papel blanco, pues habia quedado sin una sola gota de sangre en su cuerpo hermoso, de una joven venteañera. El galante y misterioso hombre regreso a su carroza fúnebre y en ella entro; el chófer la puerta cerro y se dirigió a su lugar. 
Antes de encender el motor de la carcacha negra, le pregunto a su jefe.
_¿A dónde ahora mi amo? El misterioso hombre, quien en ese momento se estaba metiendo en un viejísimo sarcófago, de rustica madera, que casi se desarmaba con la fuerza que las bisagras hacian cuando éste se iba cerrando, el individuo antes de cerrar por completo al sarcófago, le ordeno a su trajeado chófer.
_¡Otra mas Igor, pues aun no me he llenado!... ¡Las noches de luna llena me da mucho apetito! 
_¡Como usted ordene mi amo! Le respondió un muy refinado chófer y se hizo al volante.
Mientras el sarcófago terminaba de cerrarse y el intimidante inquilino se acomodaba, de las grietas del ataúd salían, una cantidad de insectos jamas vistos por mortal y dentro de la oscura capa se introducían. No se si por frió o para alimentarse de la piel del Conde Drácula.
   

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