martes, 30 de septiembre de 2014

El mayor de tus miedos

Caminando un camino, sin rumbo, perdido, me hizo llegar hasta un lugar, el cual parecía no ser tan seguro, tenebroso, escabroso, como sacado de ultratumba. Un sonido desgarrador me hizo detenerme, junto a mi corazón que por una décima de segundos sentí que se detuvo por el horror, mis ojos se frizaron al ver, como una mujer corría despavorida por aquel camino hacia donde yo en ese momento me dirigía, ella paso a la par mía, su piel era blanca como papel bond, su cabellera iba tan alborotada, como si dentro de ella viajaran queriendo escapar una pareja de colibrís, cuando a mi lado paso me grito con una voz desgarrada.
_¡Corre por tu vida! Me quede con mis pies clavados sobre ese terreno, mis piernas inmóviles, mi respiración agitada, mi cuerpo erizado y transpirado. Cuando logre controlarme, otro grito escuche, eso me volvió al estado anterior y un fiel testigo, volví a ser. 
De ese camino, venía corriendo un muchacho con sus ropas rasgadas, partes de su vestir sin tela, en su lugar agujeros y en ellos raspones con sangre, sus ojos desorbitados y fijos hacia el frente, como queriendo su espirito llegar antes que su propio cuerpo. Los dedos de sus manos engarabatados, como queriendo hacirse de algo. 
Al pasar a mi lado, me grito jadeante y sin detenerse.
_¡Sal de aquí y salva tu vida!
_¡Dios mio! grite desesperado y aun engarrotado. Pero nuevamente algo me detuvo, impidiéndome salir huyendo de ése tétrico lugar. 
Al fondo de aquel camino sin final, pues de él, solo salía oscuridad, una fría, negra y sombría oscuridad. 
Entonces, un aullido rasgado escuche, uno que traía con él mucho dolor. Se trataba de un perro, seguramente mascota de alguno de los antes aterrados y escapados de ese misterioso escenario, éste traía su cola entre sus patas, las orejas tiradas hacia atrás, no por el viento, sino por el horror, sus ojos sin expresión, su hocico abierto, del cual colgaba una lengua enorme de color muy pálido, su pelaje pegado a su cuerpo por el sudor que su cuerpo expelía por el horror, al que habían confrontado. Al pasar junto a mi, a una velocidad jamas antes vista en un canino, escuche escaparse de él un gemido, que me provoco un tremendo dolor, como si fuera yo quien estuviera escapando de algo; algo que aún no podía ver. Me pregunte.
_¿Qué puede haber en ese lugar, que aún sin haber llegado a él ya muero por salir corriendo de aquí?
Mi corazón seguía tumbándome el pecho, mis piernas a penas que me sostenían, mis ojos me traicionaban, pues veían cosas que no eran, mi respiración se agitaba más y más, mi piel estaba totalmente empedrada y de cada montículo un bello se asomaba, el frío corría por mis huesos. Como electricidad por cables de cobre. 
_¡Auxilio! Se escucho al fondo de aquel camino, del cual no veía final, solo una gran oscuridad. Al cerrar y abrir mis ojos para enfocar mejor, logre ver a una pareja de ancianos que apresuraban su paso, sin soltarse de la mano y sin soltar a su bastón, a sabiendas de que si lo hacian, presa fácil se volverían de lo que ahora escapaban; a los pobres viejos, en cualquier momento les daría un infarto o algún paro respiratorio, pero ellos seguían con paso seguro, y según ellos a una gran velocidad, escapando; el anciano venía tratando de cubrir a la vieja, mientras que ella lloraba y no dejaba de gritar. Sus pálidos y arrugados rostros decían mas que mil palabras. Me dije.
 _¡Debe de ser algo horrible lo que ahí encontraron! para que ellos vengan como vienen. 
Por fin, se acercaron a mi, sus bocas abiertas jalando aire, pues sus fosas nasales no les eran suficientes, en ellos unos cuantos molares e incisivos, los demás hacía mucho habían sucumbido por el tiempo, la poca cabellera del anciano, de la que ondeaban tres pelos en el aire, las pupilas de sus ojos con cataratas, me expresaban el horror que sentían; eran elocuentes. Al estar junto a mi, sin pensar en detenerse, me costo mucho descifrar lo que me dijeron, pero estaba seguro que no había sido nada bueno. Y, siguieron su camino.
Mientras, yo seguía sin poder moverme, viendo hacia esa extraña oscuridad. Cuando por fin, luego de varios minutos de una extraña paz, tome control de mi cuerpo nuevamente y decidí alejarme de ese lugar y regresar a mi hogar, con los míos...
¡_Dios mio!... _¿Qué diablos es eso?... _¡Demonios es horrible!... Grite con desesperanza. Me abalance sobre mi cuerpo y quise huir.... Pero, aquello era algo tan horrible y espantoso... _¡Madre de Dios que no me de alcance!... Mientras corría no sentía a mis extremidades, mi corazón se me salia por mi garganta y me palpitaba en partes de mi cuerpo por donde aun tenía sensaciones... 
_¡Sálvame Dios mio!... _¡Prefiero la muerte!... Y, vaya que de ella estaba tan cerca... 
Entonces a la oscuridad total sentí sobre mi... 
Mis peores miedos me invadieron y entonces ahí sucumbí......  


 




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