miércoles, 3 de septiembre de 2014

¡¿VALIENTE?!

Una pareja de esposos con años de casados, pero sin hijos, él siempre dijo que ella era una mujer seca; refiriéndose a que no podía embarazarse. Pero, nunca acepto realizarse pruebas medicas para ver si no era él, un hombre seco, un hombre estéril. Siempre fue una mujer sumisa pero con el amor suficiente para dárselo a su esposo, no podría decir lo mismo de él, quien cuando le era posible se acostaba con quien fuera, hasta con una escoba con delantal. Así era el matrimonio de Margarita y Homero, con unos veinticinco años juntos, según ellos con un matrimonio ejemplar. Él, el proveedor y ella, la ama de casa enamorada y sumisa.

_¿Crees que con éste vestido me veo bien amor? Le preguntaba Margarita a su amado esposo, quien sin verla siquiera  le respondió.
_¡Te pongas lo que te pongas siempre te veras gorda!... _¡Yo sin embargo me ponga lo que me ponga siempre me veo bien!... _¿No crees? Le respondía a su esposa, mientras metía el enorme abdomen cervecero dentro de un pantalon, el cual no era de su talla. Pero, ella le contesto con mucho amor.
_¡Claro te ves guapísimo mi gordo! 
_¡No me digas gordo! Le grito con una mirada que hasta la pudo matar, ella tímidamente, le respondió.
_¡Disculpa mi amor tienes razón!

En el salón, en donde sería la fiesta ya la mayoría habían llegado. En un lugar especial los de siempre, esperando a el alma de las fiestas, Homero. Con la mesa llena de licores.
_¡Miren ahí llego ya!.. _¡Por acá Homero! Homero dejo abandonada a su esposa y sin saludar al resto de los invitados -amigos y familiares- se dirigió a la mesa de sus compadres, quienes lo esperaban con ansiedad y al llegar, empezaron a chupar. Mientras que Margarita estaba ahí parada, de inmediato se hicieron presentes sus parientes y amigas a rescatarla y acompañarla a una mesa, casualmente en donde estaban todas las dama, esposas de los señores con quienes se encontraba Homero. 
Éstos, estaban tomando licor como si éste, se fuera a terminar y las risas resonaban por todo el salón. Homero como siempre, cuando el  licor le empezaba a hacer efecto le salia el resto del machista que ya sobrio era.
_Yo en mi casa mando, ustedes no tienen pantalones y se dejan mangonear de sus viejas. ¡Jajajaja! Uno de ellos le responde.
_¡Vos sos igual de mandilón no te hagas! Homero indignado les dijo. 
_¡Ya verán quien manda en.. mi casa!
Se puso de pie y con un grito a lo neandertal, llamo a su débil mujer.
_¡Margarita te vienes para acá!... ¡Ahora! Ella, interrumpió su platica y con el temor de siempre recorriéndole en el cuerpo, corrió hacia donde Homero se encontraba, al llegar, como siempre le pregunto muy sumisa.
_¡Diles a mis compadres quien manda en... mi casa! Ella solamente sonrió y como se tardó en responder Homero le lanzo un tremendo grito que a todos hizo voltear.
_¡Tu mi amor!.. _¡Tu eres el que manda en tu casa! Homero se puso de pie y de el cuello la jalo y dándole un beso en la frente le dice.
_Así se contesta gorda... váyase con las otras viejas. Y, Margarita retornaba con sus amigas y parientes.

El tiempo pasaba y los de la mesa de compadres ahora mas bolos, entraron en otro tema. Ésto dijo el mas joven de esa mesa, un cuarentón.
_¡Mucha!.. vaya que inventaron la pastillita azul, sino ya no podríamos cumplirle a nuestras señoras... ¿verdad? Todos hicieron chiste y aceptaron que si utilizaban la pastilla azul, entonces Homero se puso de pie y les dijo.
_¡Yo quisiera una anti-viagra, pues todas las mañanas amanezco con una dura erección... _¡Yo no necesito de esa mierda, ustedes son unos huecos!
Todos se burlaron de él, pues no le creían lo que acababa de decir. Éste embrutecido les dijo. 
_Llamare a mi mujer para que les diga quien es Homero. Entonces, otro embrutecido grito de su garganta salio. Margarita al escucharlo hasta un temblor en el cuerpo la sacudía y pronto pensaba... 
_¡Dios mio que querrá ahora!  Antes de escuchar el siguiente, grito ahí iba la abnegada esposa.
_¡Si mi amor! Le contesto ella con sus brazos cruzados, frente a la mesa de los borrachos de la reunión. Homero tomándola como siempre del cuello y juntándola con mucha fuerza contra su pesado y sudado cuerpo, ésto dijo.
_¡Dígales gorda!... A éstos, si no es cierto que por las mañanas amanezco con el pene bien parado. Todos se sintieron incómodos, por la  pregunta inapropiada que éste le hacia a su esposa, quien solo esbozo una tímida sonrisa; mientras que su cara se tintaba de color rojo.
_¡Ay mi amor! _¡Usted y sus bromas! Le respondió ella, para evitar la vergüenza que Homero le estaba haciendo pasar ante familiares y amigos.
_¡Cual maldita broma! _¡Conteste hombre o sino ya me conoce! La amenazo, con el tono a manera de grito; ella sintió que sus cervicales se le salían de su lugar que no le quedo mas que darle gusto a su marido
_¡Si mi amor todos los día amaneces como dices! 
_¡Ya ven huecos que no son mentiras! Todos se quedaron completamente callados, viendo como Margarita estaba pasando el peor momento junto a ellos.
_¡Ahora dígales, las poses que hacemos en la cama! Dijo un valiente, el mas valiente de los hombres.
Ella no sabia que hacer, sus ojos empezaban a tornarse vidriosos, entonces uno de los compadres se levanto de la mesa y se la quito del brazo al valiente de Homero y le dijo. 
_Ya compadre... ¡Cálmese le creemos!... ¿Verdad muchachos? Todos, aunque con reservas y mas por el mal momento de la pobre  de Margarita aceptaron la palabra de Homero. La esposa del hombre que se puso de pie la tomo del brazo y se la llevo para el tocador de damas.
Homero, seguía hablando con ese vozarrón tomando el lugar de lider y de hombre valiente. Mientras, los demás empezaron a retirarse, tomando a sus esposas; con mucha educación, las tomaban del brazo y de la fiesta se fueron; pues lo que su compadre habia hecho a nadie le habia gustado. 
Cuando Homero quedo solo con una botella en la mesa ya sin nadie con quien alardear de sus historias que ni el se las cree. Se acerco a él su esposa, se sentó junto a él y le pidió con mucha mesura si se podían ir para la casa, que estaba cansada. Homero, un hombre valiente le respondió como siempre, gritando delante de la gente. 
_¡Nos vamos cuando a mi se me de la gana!... _Usted se sienta y se espera hasta que me termine esta botella. 
Paso el tiempo y por fin, Homero se puso de pié, tomo abusivamente del brazo a su adorable esposa y de la fiesta se retiraron.

Cuando éstos se despidieron y a su casa se fueron, todos los que en la fiesta quedaban, se quedaron hablando muy mal del tal Homero y maravillas de la pobre Margarita.
La abuela, que se encontraba en medio de la mesa, en donde habia estado Margarita dijo muy enojada.
_Para mi estaba bueno... yo ya le habría cortado los...... a ese hijo de..... Se siente valiente, porque se caso con una bella y sumisa mujer, pero les aseguro que a la hora de la hora... _¡Seguro le tiemblan las piernas! 
_Yo que margarita lo mandaba al diablo y entonces ese bárbaro se daría cuenta de quien era, asi aprendería a respetarla... ese solo es un hombre de cartón, que se siente valiente, pues como sus amigotes le hacen la bulla y él piensa que todos le creen lo que les cuenta, pero ese Homero solo es un falso hombre, una porquería, una farsa. 
_Les aseguro que si Margarita tuviera el valor y lo echara de la casa, no tendría el  valor de marcharse... pues sin ella, ese Valiente no es nadie..... 
Así siguió la platica y hasta chistes hicieron del Valiente y Gritón de Homero





Inspirado en el titulo de la canción del mismo nombre, de Pimpinela




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