lunes, 6 de octubre de 2014

EL HONGO Parte 2

_¡No hay nada ya! _¡Era tan bello, pero no hay nada ya aquí! _El aire ya no es bueno, el agua ya no es buena, los continentes: condenados. _El viento es extraño ahora, los mares son diferentes, las montañas y volcanes son bravos, la tierra tiembla, pues se desborona por dentro. _¡Justo en sus entrañas! _Lo mismo que hicieron con el continente perdido, el llamado: Atlantida. _¡Éso no fue nada. Lo que les espera es mucho peor!
_¡Llévame contigo! Le pedí. Ella sonrió tristemente y me respondió.
_No podemos confiar en ningún humano, ustedes son traicioneros, pertenecen a un planeta sanguinario y malvado y tuvieron su oportunidad, pero aun entre ustedes mismos se traicionan. _¡No te puedo ayudar!
_¿Qué puedo hacer? _¡Tengo familia! Por lo menos ayúdame a llegar a mi hogar.
_¡No debí haberte contactado! _¡Fue un error! _Pero ya no importa, pronto nos iremos. 
Al ver a mi alrededor, pequeñas naves salían hacia el cielo, a una velocidad jamas pensable, justo al infinito y eso me asustaba mas, pues si se daba un éxodo de estos seres tan bellos y nobles. 
_¿Qué nos esperaba a nosotros, los humanos, los mal llamados terrícolas? Le pregunte a mi amiga extraterrestre.
_¿De quién es este cielo? ¿De quién?
_Ya te dije, de la fauna y la flora. Seguramente ellos algún día retoñaran y aparecerán de nuevo y poblaran a este planeta azul y el aire sera bueno, de nuevo el agua será como al principio aguas de vida y los vientos se calmaran, la tierra no temblará, todo volverá a ser, como un día fué.
_¡Bueno! _Es hora de decirte adiós. Ella empezó a temblar, como lista para desaparecer de mi vista. 
_¡No!! ¡¡Espera por favor!! Ella volvió a materializarse frente a mí.
_¿Qué quieres? _¡Dime! ¿qué puedo hacer? 
_¡No hay nada ya! Repetía siempre y yo desesperé, la angustia se apoderó de mi y me agobió. Ella, entristeció y sufrió de verme como me había puesto, me sonrío con tanta ternura y me repitió
_¡No hay nada ya! _Y, fue hermoso un día caer a sus pies y vernos como hermanos, pero ¡no hay nada ya! y no puedo, no podemos ayudarte, ayudarlos. 
_¡Ya les dimos mucho y solo destrucción recibimos!... resígnate, ni un SOS podrá salvarlos, es su destino, igual al de hace miles de años cuando llegaron a este hermoso lugar y mira como lo han dejado, en que lo han convertido... ¡no hay nada ya!
_Y, mi jaguar no funciona y ademas perdí mi celular. Le dije, resignado a la hermosa mujer.
_No te preocupes, el fallo de tu nave fue a consecuencia nuestra, pero pronto estará bien y tu comunicador, al que llamas celular, recibirá señal. 
_Lo que le causo el problema, son nuestras antenas, las cuales están activadas. Ella se refería a esos enormes arboles, tal cual lo había pensado hacia un tiempo.
_¿A dónde irán amiga? Le pregunte resignado.
_No tengo permitido decírtelo, pues se corre el riesgo de que lleguen  a nuestro nuevo hogar. _Lo que si te digo,  que es tan bello como éste. Me vió nuevamente con esa especial ternura y me dijo. ¿quieres conocerlo?
_¿Puedo?... ¡¡Claro!! Le dije. Ella me devolvió mi celular y efectivamente ya tenía una señal fuerte, entonces me dijo.
_Pégalo contra el tronco de este árbol, justo el que esta con este hongo y coloca tus ojos justo frente a la pantalla. Lo hice y en ese momento me traslado hacia ese lugar para donde se iban; era maravilloso, hermoso, algo que jamas mis ojos creyeron ver. Era como si fuera el Edén prometido. 
_¡Qué maravilla! Le dije, con mis ojos llenos de lagrimas.
_¡¡Si que lo es!! Y, ¡ahí hay mucho! de lo que aquí ¡ya no hay nada! y agrego. 
_¡Lo siento amigo!
Ella, en ese momento se volvió de mi tamaño y frente a mi, una hermosa mujer, con su traje echo de la propia naturaleza. Se encamino hacia mi, se acerco tanto y yo, ahí, inmóvil; ella repitió justo con un suspiro.
_¡Tan bello es caer a tus pies! ¿De quién es éste cielo? Repitió, viendo a mis ojos yo no entendí nada.
_Su belleza nos conquisto, esa que hoy pocos llevan por dentro y tu la tienes aún, puedo decir que en ti si hay algo ahí. Entonces entendía a lo que se refería al repetir ¡ya no hay nada aquí! También, cuando preguntaba ¿de quién es el cielo? ¿de quién es la maldad y la bondad? _De las enfermedades y sus, curas de todo lo que ella me había hablado, de esos continentes, de esas miradas sin querer, todo eso era... ¡El hombre!
Ella se refería a nosotros, los humanos, de quienes los valores y bondades, de la magia del ser humano ya no habia nada. Ya, esa belleza de la cual una vez habían caído a sus pies, del cielo ese, era nada mas y nada menos, que lo que el ser humano, lleva adentro de él. 
Pero, que con tanta maldad: Parricidios, asesinatos, violaciones, guerras, y toda esa maldad que ahora reinaba en el planeta; lo llevabamos adentro de nosotros y por ello, el planeta debía de ser destruido, pero el planeta eramos nosotros y durante muchos siglos, ellos nos habían controlado con sus virus y bacterias y otras enfermedades. 
Pero habíamos avanzado tanto en la tecnología, tecnología robada, que era imposible poder salvarnos y lo mejor era irse de aquí. 
Con ello, con su partida, le abrirían las puertas de la apocalipsis, permitiéndole a la naturaleza desatar toda su cólera contra la humanidad con: tormentas, terremotos, inundaciones, y todo tipo de catástrofes, las cuales eran lo único que el hombre no podía controlar. 
Contra esas fuerzas, antes controladas por estas criaturas, tan nobles y que ahora se marchaban, dejándonos a nuestra suerte: la naturaleza. 
Ya no tendría ningún control y ella se vengaría de nosotros, destruyéndonos. Le dije. 
_¡Gracias por salvarnos todo este tiempo! Ella me sonrío y a mis labios con los de ella rozó; mientras de sus ojos verdes brotaban muchas lagrimas, lo mismo que de los míos. Se separo de mi y frente a mis ojos, casi sin querer, la quise tocar y besar, pero como aire se volvió y dentro de un pequeño remolino a su tamaño inicial volvió. 
Yo me tumbe de nuevo al suelo y mi rostro acerque. Le dije. 
_¡Que bello es caer a tus pies! Y, ¿Este cielo es todo tuyo? Luego agregue. 
_En nombre de la humanidad: ¡Gracias! Se desvaneció frente a mis ojos, no sin antes decirme. _¡Aléjate de éste pequeño hongo! 
Me retiré del pequeño hongo, mientras lo hacia vi a mi alrededor y ya no habia un solo hongo al pie de los arboles; cuando volví la vista hacia el hongo de la chica, éste se separó de su tallo. Levito por unos segundos, luego se elevo, parándose unos segundos frente a mis ojos, yo, la logre ver adentro de su nave, ella se veía muy triste y sus ojos llenos de lagrimas, entonces sentí un aire fresco, como hacia tiempo que no lo sentía. El bosque estaba ya oscuro, pues la noche había llegado. Así casi sin querer, entonces el honguito subió al cielo, ese que antes me pregunto de quien era; ese cielo. Y, en pocos segundos ascendió a una gran velocidad, que pronto se confundió con las titilantes estrellas. 
En mis oídos resonaban sus palabras:
_¡No hay nada ya! y yo sentí, que sin ella no era ya nadie, solo un cuerpo sin alma. Como un zombie me dirigí hacia la carretera, alumbrando mi camino con mi celular, quien tenía su batería full y una señal fuertísima. Por fin, llegue a mi jaguar, me dirigí a él y antes de en él entrar, vi hacia el cielo; del bosque, se veían salir luces hacia el firmamento, eran ellos quienes nos abandonaban yo les dije.
_¡Vayan con Dios! Pues ustedes jamas nos traicionaron, por el contrario, siempre estuvieron ahí. Pero, ahora ¡ya no hay nada! no hay nadie a quien salvar. 
Arranque mi jaguar y éste lo hizo como en sus mejores tiempos, me largue con mi corazón echo pedazos, por el secreto que ahora conocía. Y, por aquel camino me perdí, con rumbo a mi hogar...
_Cada noche salgo, veo al cielo y repito: ¿De quién es este cielo? ¿De quién es nuestro planeta? ¿De quién es el aire que respiro de quien es el agua que bebo?... 
_Y, termino repitiendo: _¡Ya no hay nada, no hay nadie! 
Mientras, los noticieros siguen trayendo a nuestras vidas: las malas noticias, esas que terminaran con la nuestra, con la humanidad. Se que será pronto, pues lo que los presentadores comparten con la audiencia, cada vez es mas horrible y,  pensar que solo yo sé, lo que pronto sucederá. _¡Es una carga enorme para mi, pero ya no hay nada que hacer... ¡Ya no hay nada...!





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