jueves, 16 de octubre de 2014

Me sucedió en La Antigua

Me encontré una noche sobre las empedradas calles de mi admirada y muy visitada Antigua. Lugar, a donde llegan de todas partes del mundo a aprender nuestro hermoso idioma: el español. El único, en toda latinoamérica sin acento particular, eso lo hace muy atractivo; pues, para que me entiendan, si lo aprendes en otros paises; te etiquetan, diciendo: Eres Argentino, Salvadoreño, Mexicano, Chileno etc. 

       Pero bueno, ahí estaba, justo en medio de una de sus estrechas calles, eran como las dos de la madrugada, recien había salido de una discoteca y me encontraba un poco mareado; rascándome la cabeza, veía para el norte luego para el sur. Repitiéndome.
_¡Estoy seguro que aquí deje mi carro! Pero, la calle estaba completamente vacía, en la perspectiva de las calles, de norte a sur, sus piedras en lugar de pavimento brillaban y reflejaban los rayos de luz de luna, una hermosa luna llena me acompañaba esa noche, en el cielo se lograban ver, una que otra nube blanquecina, a causa de la luz plateada de la luna; mas en el fondo, las estrellas le daban ese toque tan romántico a esa noche. 
_¿Estas perdido? Esas palabras me hicieron regresar al lugar en donde estaba parado, solitario, el timbre de la vos era uno muy tierno y dulce, cuando volteé, se trataba de una rubia despampanante, era extranjera evidentemente y ya dominaba muy bien nuestro idioma.
_¡No! Le respondí, un poco asombrado, pues hace unos segundos yo era el único que me encontraba en el lugar.
_Busco a mi auto, para retornar a la ciudad. _Pero no lo veo y estoy seguro que aquí lo parqué.
_Si te fijas, las calles todas son iguales. _A lo mejor esta en la próxima.
_¡Si!, tienes razón. _¡Con permiso, lo iré a buscar! Le dije. Pensando: no tengo posibilidades con esta hermosísima mujer.
_¿Quieres que te acompañe? Me insistió, que no me quedo de otra, que aceptar.
Caminamos por las oscuras y empedradas calles, ella metió su brazo y tomo al mío; con el pretexto de que se tropezó.
_¿Puedo? Me dijo, viéndome a los ojos, con sus inmensos ojos color celeste con iris gris y al sonreírme pude observar su dentadura perfecta y muy blanca. Caminamos y llegamos a la siguiente calle y nada de mi carro y al igual que la otra calle; ésta, tambien estaba completamente vacía, parecía que Antigua era para nosotros dos, exclusivamente esa noche.
_¿Quieres acompañarme a un parque que esta a unas pocas cuadras de aquí? _Tal vez en el camino vemos a tu carro.
_¡Bueno! Le dije y nos encaminamos por donde ella me indicó. Mientras caminábamos hacia aquel lugar, sugerido por ella, le dije.
_No recuerdo un parque por aquí. Ella, me sonríe y me dice.
_¿Qué raro que siendo tú, de este país, no conozcas bien a sus paisajes! Eso, me hizo sentir un poco mal, pues tenia razón; asi que continué caminando, siempre pendiente de ver si encontraba el lugar donde había dejado a mi carro. Por fin, llegamos al parque, uno que no recuerdo haber visitado antes. 
Cosa rara, el parque estaba repleto de parejas y muy bien iluminado; nos dirigimos a una banca y nos sentamos. 
_¡Hermosos verdad!
_¡Si muy hermoso! Le contesté, muy extrañado que ese lugar estaba lleno de un ambiente especial, solo de parejas enamoradas, pues se encontraban en su totalidad con parejas de jóvenes besándose, menos nosotros.
_¡Me siento un poco extraño! Le dije. 
_¿Porqué? Me pregunto, siempre viéndome a mis ojos; con esa mirada tan especial. Ésta vez, se fue acercando a mi, hasta que sucumbí entre sus labios y me dejo extasiado con esos besos, pasamos de ser un par de extraños a ser una pareja mas de enamorados. Así empezó a amanecer, me recosté en su regazo y me quede completamente dormido.
_¡Joven! ¡joven! Me hablaba un policía de vigilancia del lugar. Me desperté con tremendo bostezo en mi boca. Me encontraba sentado sobre una tumba, en un pequeño cementerio a las orillas de la Ciudad Colonial.
_¡Que huevos los suyos! O, ¡mucha droga para pernoctar aquí! Me dijo el policía. 
_¡Por favor circule o lo voy a detener!
Me levante, con un gesto de horror en mi rostro, sin entender lo que había sucedido, me encamine por las calles que me habían conducido hasta el parque, con esa hermosa chica. Cuando estuve en el lugar, en donde había dejado mi carro, ahí estaba; vi a los alrededores y efectivamente, ese era el lugar en donde no lo habia encontrado la noche de anoche, lo malo era que tenia un cepo en su llanta y yo, un dolor de cabeza por la resaca de la noche anterior. 
Luego de realizar los tramites para liberar a mi carro, me dirigí hacia la capital pues, el trabajo me esperaba y por la hora en que iba, lo mismo, con la calle sola y con mi pensamientos confundidos aún; preguntándome ¿cómo habia llegado a dar al cementerio? Cuando en una curva, una mujer caminando por la carretera, sola, la pase y al verla, creí conocerla. 
_¡Es ella! Me dije. Todo asombrado y con mi corazón a cien, pero al ver por mi retrovisor, ¡nada! frene de golpe y casi me voy al barranco. 
Me baje de mi carro y de rodillas caí en el suelo; arriba, en una colina pequeña, una casa humilde, de donde llegaron una pareja de campesinos, que salieron al escuchar mi abrupto frenar.
_¿Está bien señor? Me pregunto, el campesino.
_¡Si estoy bien gracias!
_Por un momento creímos que pasaría otra desgracia. 
_¿Otra desgracia? Le pregunte, tomándome la cabeza con mis manos.
_¿Le duele la cabeza? Me pregunto la mujer del campesino. 
_Acompáñenos a tomar un café, asi se le pasa un poco la cruda. Parqué mi vehículo y subimos la pequeña colina. Cuando estuvimos en la casa tomando café, me relataron lo sucedido el día de anteayer.
_¡Justo ahí! en ese barranco se accidentó una camionetilla, como con nueve jóvenes. 
_¡Todos extranjeros!
_¡Esos que vienen a aprender el idioma! Dijo el campesino. 
_¡Si y tambien a loquear, drogarse y a darse como si fueran animales en brama! Dijo la señora, quien no tenía pelos en la boca, para decir lo que se le pasaba por la mente.
_Y, ¿qué paso con los extranjeros? Le pregunte al campesino.
_¡Todos murieron! _¡Nadie sobrevivió! _Ayer, por la mañana los enterraron a todos, en un cementerio que esta a las afueras de La Antigua. 
_Ahí, porque nadie se hizo cargo de los cuerpos y los enterró la municipalidad. _Por ello, los enterraron en ese cementerio humilde que casi nadie conoce.
_Venga a ver joven, allá esta  la camioneta. _¡Mire! Me invito la señora y efectivamente, ahí estaba la camioneta, totalmente destruida.
_¿No quiere verla de cerca? 
_¡No! Le respondí. _¡Se me hace tarde y tengo que llegar a la capital! 
Ya el dolor de cabeza, me habia disminuido considerablemente, pero ella insistió tanto, que el campesino me dice.
_Será mejor que nos acompañe, pues, sino, ésta no lo deja irse. 
Entonces acepte, pero mejor no lo hubiera hecho. Cuando estuvimos junto a la camioneta, en ella aun habían algunas cosas de los jóvenes fallecidos yo, recogí una fotografía que estaba a unos cuantos metros de los hierros retorcidos. 
_¿Qué encontró? me dijo el campesino. 
_¡Una fotografía! Deje ver,  me dijo la impertinente de la esposa del campesino.
_¡Estos eran, segura estoy! _¡Tienen cara de mariguanos y las mujeres cara de putas! 
_¡Eso si, muy bonitas, hay que ser justos! 
_Tenga que le quede de recuerdo. Me la devolvió.
Regresamos a donde estaba mi carro; me despedí de ellos por su amabilidad y cuando estuve adentro de mi carro y ellos subían la colina, rumbo a su casa; me coloque mis lentes y vi detenidamente la fotografía y ¿saben que?...
Entre los jóvenes, se encontraba la chica de hermosos ojos azules, justo en medio, con su inolvidable sonrisa. Casi me desmayo, cuando la vi.
_¡Dios mio! ¡Es ella! Me dije y al recordar el parque a donde me llevo en la madrugada, tuve un refresh y efectivamente, las parejas en las demás bancas, eran el resto del grupo, al parecer solo ella no tenia pareja; un escalofrío recorrió todo mi cuerpo; arranque mi carro y quemando llantas, salí de allí, con rumbo para la ciudad, horrorizado por mi experiencia de anoche. Iba tan concentrado en mis remembranzas de al madrugada, que no me percataba que iba a una gran velocidad y que si seguía asi, en cualquier curva me pasaría lo que a mis amigos del parque. 
Entonces, alguien me hizo reaccionar...
_¿Quieres matarte? _¡Bájale a la velocidad! 
El timbre de la vos... Era, uno muy tierno y dulce...
_¡¡¿Quéeeee?!!!.....










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