viernes, 24 de octubre de 2014

¡¡Que seas Feliz... Feliz... feliz!!

_Y, yo le dije: ¡Qué seas feliz! ¡feliz! ¡feliz! Y, ella se marcho, no volteó, ni siquiera por misericordia. Aunque tambien le dije: 
_Que, ¡siempre podría contar conmigo! 
_Ni eso la conmovió y se fue, dejándome como ven, buscando consuelo en el licor, de cantina en cantina.
_Ya olvídala hombre _¡Salud! dijo otro de ellos. Un tercer amigo en la bohemiada le dice.
_Habiendo tantas mujeres, te fijaste en ésa.
_Ya ven amigos, en el corazón no se manda. 
_Yo, que quise tanto a mi mujer, la condenada tambien me dejó. 
_Eso si, yo no fui como tu yo le eche maldiciones a la ¡puta! 
_¡Ojalá y sea infeliz la desgraciada! _¡Salud! Dijo el otro despechado y abandonado.
_Y, ¿tu compadre que dices de la tuya? Le preguntaron al otro amigo, el más joven de los tres.
_Pues, yo, estoy por matrimoniarme, pero escuchándolos a ustedes, creo que lo voy a pensar un poco mas. 
_¡Jajaja! _¡Salud! ¡amigos! Les bromeó el tercero.
Éstos amigos de cantina, recién se acaban de conocer en ese lugar y por las copas y borracheras habían llegado a ser unos compadres de copas; hasta llegar a compartir intimidades, como las que se consolaban ahora el uno al otro, siendo uno de ellos el mas sufrido, tal vez por lo resiente de su ruptura con aquella señorita; el segundo, ya se habia resignado a la traición de la que un día fue su esposa y el tercero, quien era el más joven, estaba próximo a contraer nupcias con su novia de apenas seis meses de conocerse. Ellos, seguían tomándose sus copas y reuniéndose en aquel lugar y, su platicas, después de un par de botellas era la misma.
Una noche, llego el mas joven y encontró a sus amigos ya entonados, con la misma cantaleta, escuchando en la rockola la canción: "Que seas feliz.. feliz... feliz" Y, con cada nota musical los muchachos gritaban: _¡Salud! _¡Por ellas aunque mal paguen! Y, luego se abrazaban levantando con su otro brazo la copa y a todo pulmón coreaban la melodía de aquella vieja canción:
"....No pudo ser, después de haberte amado tanto, por todas esas cosas tan absurdas de la vida...."
_Pero ella no quiso quedar ni de amiga conmigo, compadre. Le decía uno al otro y, éste le contestaba.
_¡Ya olvídese de esa desgraciada compadre!
El joven, quien los escuchaba y veía desde el otro lado de la cantina; pensaba: 
_Y, si dentro de un par de años, estaré como éstos, sufriendo por el amor de mi ahora prometida. Absorto con éste pensamiento estaba, cuando sus amigos, completamente embriagados y con lagrimas en sus ojos lo vieron, entonces, le gritaron, regresándolo de golpe a la realidad
_¡Amigo, vengase pa´ca! Justo en ese momento, terminaba la melodía en la rockola y los borrachos le piden al recién llegado, a gritos.
_¡Échale otra moneda a la rockola, amigo y venga a cantar con nosotros! Luego de marcarle a la canción en la rockola, se dirigió con sus amigos, quienes al llegar se pusieron de pie como pudieron, regalándole un fuerte abrazo y embadurnándole el rostro con sus labios embriagados, propinándole un beso en el cachete, típico de los amigos totalmente etílicos. 
Esa, era la vida de esos dos pobres amigos, despechados y abandonados, por su respectiva compañera de hogar. Algo que ponía triste al tercero y más joven. 
El tiempo, siguió su caminar, con desamores y amores, sin importarle en absoluto el dolor o la felicidad de los que habitamos en este mundo. 
Esa noche de viernes, llego el muchacho a buscar a sus entrañables amigos.
_¡Puta mano! ¿qué se había hecho, que no lo veíamos hace rato? Le reclamo uno de los etílicos, mientras que el otro retornaba de la rockola, cantando la canción de siempre, al verlo, lo abrazo por atrás, con la canción en sus labios 
_"...Siempre podrás, contar conmigo..."  Siempre con lagrimas en sus ojos, le propino su dosis de amor en sus mejías, dejándolo todo hediondo.
_¡Hola mis amigos! Les dijo, luego levanto su mano y ordeno otra botella para la mesa, los amigos, gritaron de alegría; pero éste les agrego lo siguiente:
_No había venido, pues he estado ocupado con lo de mi boda y, aquí les traigo su invitación; no me vayan a fallar mis amigos.
_¡Siempre podrás contar con nosotros! Le respondieron los dos bohemios, al ritmo de la canción.
_Ya me hicieron mi despedida de soltero. _Y, ahora estoy aquí, para celebrar esta costumbre  con ustedes.
_¡Mi despedida de soltero! _¡Con mis mejores amigos! 
_A quienes quiero pedirles, que sean mis padrinos.
_Los quiero ver ahí mañana, a las siete de la noche, en la parroquia del pueblo.
_¡Ahí! ¡hic! ¡estaremos mi hermanito! Se pusieron de pie y ambos lo abrazaron, mientras éste seguía sentado en la silla.
_Pero los quiero sobrios, amigos; cuando se quiten la cruda no se la vayan a volver a poner. 
_¡Chupemos lo que quieran hoy! _Pero mañana ¡Sanitos!
_¡Claro! ¡me extraña! Le contestaron los amigos, que en ese momento se pusieron sentimentales y lloraron, recordando a sus bodas, unos pocos años atrás; mas tarde los tres abrazados, seguían entonando las notas musicales (letra) de esa canción que ya se sabían de memoria. 
Al fin llego el día y los amigos, quienes seguían bolos por la borrachera de la noche anterior, se bañaron y se pusieron sus mejores trapos, se rasuraron, se llenaron de loción y enjuagues bucales para disimular, lo que por sus poros los traicionaba; ese aroma que transpiran por sus poros, aquellos que son alcohólicos. Pero, ahí estaban, prestos para acompañar a su amigo.
_¡Ya es hora compadre!
_¡Pues vamos! ¿no? Salieron de la casa de uno de ellos y se dirigieron hacia la iglesia, la cual estaba repleta de invitados, como lo son las bodas de pueblo; ahí, se encontraban todos los habitantes del pequeño pueblo. Se pararon en el atrio y uno termino de arreglar al otro. Entraron y se hincaron, luego se santiguaron, al fondo, con todos los nervios en su ser, el muchacho, esperando a la novia; quien, como ya es costumbre siempre llegan tarde. 
Se encaminaron por los pasillos laterales de  la iglesia, no sin antes, saludar al cantinero, dueño de la cantina a donde acostumbraban ir cada noche y al resto de conocidos. Por fin, llegaron al frente, justo en la primera fila, detrás del lugar del novio, luego de saludarlo se acomodaron en la banca de la iglesia. 
Adentro de la iglesia, hacia mucho calor, debido a que el pueblo quedaba en un lugar caluroso y además por la cantidad de parroquianos, entre invitados, colados y curiosos.
Por fin, el órgano de la iglesia entono la marcha nupcial y la bella novia hizo su aparición en la entrada de la iglesia, ella entró del brazo de su padre, todos estaban de pie, admirando a la bella novia; mientras, el novio, ya con sus nervios un poco relajados, veía con sus ojos vidriosos al amor de su vida, a la mujer, con la que pronto iniciaría una nueva etapa en sus vidas. 
Junto a él, los amigos veían a la novia y se limpiaban sus ojos humedecidos, recordando ese día en sus vidas, hasta que uno le dice al otro.
_¡Ahora si perdimos a nuestro amigo! 
_¡Claro! después de hoy ya no llegara a emborracharse. 
Al fin, la novia llego al altar y el joven la recibió de manos del padre y la ceremonia empezó.
Durante todo el ritual de la boda, el sermón del sacerdote aconsejando a los novios, llego un momento en que los amigos del novio se vieron a la cara, con rostro de terror y sin mediar palabra uno al otro; el horror, fue mayor cuando el novio le levanto el velo a la mujer a punto de desposar. Los entrañables amigos, tragaron, un trago amargo, pero ambos seguían en silencio, pero se les veía muy nerviosos y sus ojos llenos de lagrimas; ya sin escuchar nada de lo inquietos que se encontraban; en eso, el sacerdote dijo las tan inquietantes palabras, que mas bien, son una interrogante hacia a el publico. Ésas palabras los hizo reaccionar. 
Las palabras del sacerdote fueron.
_¡Si hay alguien que sepa algo por lo que esta boda no se lleve a cabo, que hable hoy, o que calle para siempre!
El padre, sabiendo que esas palabras solo son de tramite, iba a proceder con la ceremonia y a declararlos marido y mejer; pero los amigos del novio gritaron al unisono y a todo pulmón.
_¡¡Yo me opongo!! Los novios voltearon hacia ellos, al igual que el sacerdote, el sacristán y los invitados; todos, extrañados. El señor alcalde municipal, dijo en vos alta y puesto en pie.
_¡No le haga caso a esos borrachos, señor cura, siga con la ceremonia!
Pero, el cura dijo. _¡Que no! ¡hasta que ellos aclararan su oposición para esa boda!
_¡Acompáñenme a la sacristía! Les pidió el sacerdote a los novios y a los borrachines, amigos del novio, quienes habían protestado muy enérgicamente a la pregunta de tramite del sacerdote. La novia, quien estaba como un manojo de nervios, les hacía una cara de pocos amigos a los dos borrachos. Ya adentro de la sacristía, el novio les pregunta a sus amigos.
_¿Porqué me hacen ésto? ¡les pedí que no se emborracharan!
_¡Cálmate hijo! Deja que se expliquen. _¿Porqué se oponen a tu boda? La novia no decía nada, simplemente, lloraba y los veía como queriendo matarlos en ese momento. 
Uno de ellos, el que siempre le saco la madre a la que lo abandono, inicio su aclaratoria.
_Mi querido amigo, me opuse porque no quiero que sufras lo que yo sufrí con ésta mujer. _¡Ésta, es la desgraciada que me abandono por otro! 
_¡Mentira! Dijo ella, histérica. _¡Yo jamas lo habia visto en mi vida! El sacerdote y el novio estaban estupefactos y mudos. Entonces, secándose los ojos, el otro de los amigos, el más dolido, hablo tambien. Y, ésto dijo.
_Y, ¿a mi tambien vas a negar que me conoces? 
Entonces, dijo el novio. 
_¿Tú eres quien le hizo tanto daño a mis amigos? ¡quienes han tenido el valor de gritar a tus desalmados sentimientos para con ellos! El sacerdote, seguía sin entender, entonces el novio le dijo al sacerdote.
_¡Padre la boda se cancela! ¡avísele a los invitados, por favor! El sacerdote se retiro a dar las explicaciones a los invitados; quedando los cuatro solos en la sacristía. Luego de un silencio muy incomodo y de ver a la novia desecha, tirada sobre una silla, llorando amargamente; pues, ella se había enamorado de aquel muchacho tanto a más que lo que los amigos la habían amado, cada quien en su tiempo.
Se abrazaron los entrañables amigos y abrazados se dirigieron hacia la cantina; pero mientras caminaban hacia su lugar de catarsis, cantaban a todo pulmón...
_"Que seas feliz... feliz,,, feliz... Es todo lo que pido en nuestra despedida.... No pudo ser, después de haberte amado tanto... Por todas esas cosas tan absurdas de la vida... Siempre podrás contar conmigo....." Hasta que llegaron a la cantina; mientras, el cantinero corría detrás de ellos, para abrirles la puerta de la cantina; mientras lo hacia, tambien entono las melodías de esa canción, junto a sus clientes y, es que ya se la sabía de memoria de tanto escucharlos cantarla todas las noches.... 



inspirada en la canción del mismo nombre:"Que seas feliz" de Consuelo Velázquez



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