domingo, 23 de noviembre de 2014

El Pastor

Hubo un tiempo en el que, le recomendaron a un hombre el cuido de un basto rebaño, el cual, él lo aceptó con mucho gusto, quien le recomendó su rebaño quedo tranquilo pues, conocía al hombre que le había dejado tan encomiable tarea; que, entonces, éste, El Patrón, se dedicó a sus otras tareas no menos importantes que la de cuidar a su amado rebaño.
El tiempo pasó y el hombre estaba feliz con la confianza que se le había otorgado. Pero, con forme el tiempo pasaba y el Dueño no regresaba a encargarse de su rebaño, éste, se comenzó a impacientar y su cabeza, la mala cabeza, le empezó a crear malos pensamientos; éste se repetía a sí mismo.
_El rebaño ahora es mayor en cantidad...
_El rebaño ha engordado a mi ojo y ¿qué recibiré yo a cambio?
_¡Un simple gracias!
_Mi Patrón, se ha aprovechado de mi. 
Éstos, eran algunos de los muchos malos pensamientos que su mala cabeza le dictaba; sin embargo la buena cabeza, le reprochaba.
_Deberías de estar agradecido por ser tú, a quien se le recomendó este gran rebaño, una gran responsabilidad, digna de alguien a quien se le tiene mucha confianza y amor...
_Sigue cuidando al rebaño sin reclamar, ya obtendrás tu recompensa, ten paciencia. 
Entre otros buenos pensamientos, éstos le dictaba su buena cabeza. Pero, como ya es bien conocido por todos, siempre dominan los malos pensamientos. 
Y, transcurrido el tiempo y el Patrón no volvía, éste, decidió apropiarse de aquel rebaño, el cual, vivía feliz en la grandeza de aquellos terrenos, que se perdían a la vista del ojo. 
El hombre, por fin cansado, un día, construyó una enorme cerca y en ella metió al rebaño que tenía bajo su responsabilidad, protección y cuidados. El rebaño, acostumbrado a vivir a sus anchas en el basto territorio que les pertenecía por derecho, al verse encerrados en aquella pequeña extensión de terreno y rodeados de una enorme cerca, la cual no les permitía ver mas allá, se reunieron y cuestionaron al hombre que los cuidaba y guiaba. 
El hombre, al verse rodeado de un enardecido rebaño, tuvo que mentirles para apaciguar la rabia de estar ahora limitados, de aquel basto territorio y de comunicarse libremente con otros rebaños, tambien propiedad del Patrón. 
El hombre les dijo.
_¡Escuchadme todos! ahora yo soy vuestro patrón, vuestro guía, yo, he sido quien los ha cuidado y los ha alimentado; ¡ahora me pertenecen! 
El rebaño protestó y, se escuchó un tremendo ruido debido a sus reclamos. 
El hombre, seguía con su discurso.
_El Patrón, ¡nos abandonó y solos nos ha dejado!, ¡solos a nuestra suerte! 
_Pero, ¡no desesperéis pues, yo ahora soy quién os guiaré y os protegeré y os alimentaré! 
_A cambio, ¡todos me escucharan y me obedecerán a mí! 
_Mis nuevas doctrinas; las cuales seguirán rigiéndose por las mismas bases de nuestro antiguo Patrón, ¡salvo algunos cambios que yo haré y que nos beneficiarán a todos! 
_Veréis, ¡qué felices seremos de ahora en delante! 
El rebaño, escuchó ésto y mucho más y se resignó a seguir ciegamente a su nuevo lider y pastor. Éste, dictó nuevas leyes a sus conveniencia y, dictó ciertas leyes -así las llamó- las cuales, tenían algunas prohibiciones, sutilmente escondidas. Pero, todas esas nuevas leyes, eran basadas en las originales doctrinas, les decía el nuevo lider.
Al tiempo, los otros pastores de aquél vasto lugar, levantaron sus propias cercas e hicieron lo mismo que hizo el pastor vecino de ellos. Proclamando como suyos, a los rebaños que les habían sido encargados tambien. 
Ellos, dictaron sus propias leyes, normas y prohibiciones a su conveniencia, con mucha similitud a la de sus vecinos, pero con apéndices especiales que le convenían a ellos, a cada quién de los pastores y ahora patrones. Todo ésto, decían ellos a sus rebaños, tomando como base, lo que el real Patrón había dictado hace tiempo, mucho tiempo atrás. 
Y, de aquel vasto territorio que un día fué, aquel que se perdía al ojo del pastor. De él, ya nada; solamente una cantidad enorme de cercas -cómo fronteras entre ciudades- 
Los enormes rebaños que alguna vez obedecieron al único y verdadero Patrón y del cual se regocijaban, disfrutando de ese vasto territorio, y que ahora vivían encerrados adentro de cercas, con leyes distintas entre los mismos pastores, dictadas cada una por el pastor que los había secuestrado en nombre del Patrón, utilizando, según ellos, la misma filosofía, la misma política, las mismas normas, las misma leyes del verdadero Patrón. Pero, a las que le habían hecho unos cambios sutiles a ciertas clausulas, para mantener a su rebaño con ellos. 
Diciéndoles, que lo que ellos pregonaban era la única verdad, y que los otros mentían, engañaban y les recalcaban que eso lo hacían en nombre del verdadero Pastor, del verdadero Patrón y que por ello debían de obedecerlo a él, hasta que el Patrón volviera por ellos y los guiará como en un principio. 
Entonces, los rebaños se conformaron y creyeron y, hasta el día de hoy se encuentran esperando a que el verdadero Pastor, el verdadero Dueño de sus vidas, el Patrón de patrones vuelva, para que así, por fin, ese día puedan derribar las cercas que los aprisionan y entonces, con Él, puedan volver a ser libres sobre aquellas inmensas y bellas planicies; llenas de alimentos, con frutos de gran variedad y con la esperanza de encontrarse con sus hermanos, padres, hijos, y demás familia, que ahora pertenecía a otras creencias, según el pastor que les había tocado y los tenía secuestrados al igual que ellos, adentro de esas cercas, que lo único que habían logrado, era separarlos, como un único rebaño que un día fueron, adueñarse de sus convicciones y creencias. Y, lo más importante, la pérdida de su libertad, la que un día les otorgó el Patrón.   


Ésto, no es: Un cuento, una fábula, una historia, un artículo, ni nada parecido. Tampoco es, lo que tú estas pensando qué es. Puede que sea muy parecido, pero te equivocas, no lo es.
A mi me a confundido tambien y mi pensamiento me traicionó, llevándome a fronteras que no quería llegar.
Lo importante de ésto; sea lo que sea, es, lo que tú de él obtengas, lo que de él recibas, lo que de él quieras y te atrevas a pensar, lo que de él quieras o no aceptar. Ésto, será lo que tú quieras que sea.
Podría atreverme a decir, que, a lo mejor, ésto lo escribió alguien del rebaño, o uno de los pastores que creen representar al Patrón. No sé, solo sé, que yo ya tengo mi opinión. ¿Y tú? 

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