lunes, 17 de noviembre de 2014

Mil Noches

Despues, de tantas noches, de tanto sufrimiento, de serte fiel y de no saber mas de ti,
decidió olvidarla, por fin liberarse de tanto dolor, se abrigó y salió de su casa. Una casa muy pobre, lugar en donde nunca ella se sintió cómoda. Siempre quejándote del cuchitril a donde te había llevado, cosa que a mi me asombra mucho, pues siempre supiste que tan pobre era yo y tú la muy muy, se te olvido de donde te saque, por lo menos subiste de categoría, pues, ¿recuerdas? vivías con tus padres, unos viejos ebrios, que ni estudio te dieron y tu trabajo era lavar ropa ajena, cosa que junto a mi nunca volviste a hacer. Yo y mi amor te dimos todo lo que estuvo a nuestro alcance, pero eso no fue suficiente para ti. Ésto pensaba Cruz, mientras se arreglaba para salir esa noche.
Y, ahora después de esperarte, sin poder olvidarte, sin haberte traicionado, siéndote fiel, he pasado mil noches, esperando a que regreses, a éste tu hogar. 
Pero yo que te sigo amando. Hasta hoy; me voy a seguir mi vida, a disfrutar de ella, pues seguramente ya no volverás jamas. Ésto le daba fuerzas a Cruz para salir a buscar un poco de vida. Y, salió  de su cantón, con lagrimas en sus ojos. 
_¿A buscarla amigo? Le dijo un vecino, que sabía de su dolor.
_No vecino; ya me canse de esperarla y de serle fiel. Le contesto muy triste a su vecino. 
_¿Me acompañas. Le pidió, con un rostro que causaba mucha pena, por el dolor que en él se dibujaba.
_¡Claro mi amigo! ¿a dónde la tiramos? Le pregunto el amigo, presto y deseoso de que su vecino superara esa mala vida que su vieja le había dado. Aunque, en el fondo, él tambien la habría esperado todas esas noches, con los ojos llenos de lagrimas e insomnio, pues, se trataba de una mujer muy atractiva, muy hermosa.
_Pues, veamos a donde nos lleva la noche amigo. Se encaminaron por la larga y recta avenida del periférico, con rumbo a la zona 1. Ambos, caminaban en silencio, simplemente haciéndose compañía el uno al otro, por buenos tramos, ambos pensaban en la hermosa mujer de uno de ellos.
Cuando cruzaban un puente que los separaba de la gran ciudad, específicamente de la zona uno, lugar en donde por las noches, había mucho para elegir en donde divertirse.
Él, Cruz Calavera y Camposanto, el mal querido se detuvo a medio puente, se volteo y el viento le agitaba fuertemente su cabellera y le limpiaba a su rostro, que lo tenía cubierto de lagrimas. Cipriano Calamprio, su vecino, se asustó, cuando éste se paro y se volteo, viendo hacia el precipicio, que había por debajo de dicho puente.
_¿Qué piensas hacer vos Cruz? ¡me estas asustando! Le dijo, Cipriano a Cruz
_¡Nada Cipriano!, bobadas que se le cruzan por la mente a uno, pero esa, no vale la pena. Y, siguió su camino con rumbo a la gran ciudad. Terminaron de cruzar el largo puente y el frío de la noche airosa, les ponía chinita la piel, ellos, se sobajeaban sus brazos, para entrar en calor. Luego de casi una hora de caminata, se encontraron en una avenida, en donde las luces de neón les hacía la invitación para entrar, de cada puerta de esos locales, se escuchaban melodías alegres; bailables; de otras salían, melodías tristes.
_Elegí vos Cipriano. Le dijo Cruz.
_Está bien amigo, ven por acá, vamos al Paisano Feliz. _Dicen que ahí están las mejores chicas de esta avenida.
_¡Eso!... ¡eso es lo que necesito encontrar! a una que por lo menos esta noche me haga olvidar a esa desgraciada, mal agradecida.
_¡Ya déjala tranquila! ¡olvídate de ella! Le aconsejo el amigo y se fueron con rumbo a ese lugar; al llegar, tocaron a la puerta, se abrió una puertecilla, como escotilla de submarino y en ella, un tipo mal encarado los vio de pies a cabeza, luego cerró la escotilla y se escucho cuando quito el cerrojo y la puerta se abrió. De adentro, salio un olor, muy característico de éstos lugares; adentro, de la rockola se escuchaba la canción: Mil Noches de Cornelio Reyna, coreada por un grupo de tipos, ya bien enchelados y entre ellos, unas guapas señoritas comprendidas entre los dieciocho y veintidós años. Con sus falditas y top pegaditos al cuerpo, de colores muy llamativos. Ellos, se dirigieron a una mesa que se encontraba desocupada y al no más sentarse, les llego una señorita de inigualable figura.
_¿Qué van a tomar caballeros? Les preguntó con una coqueta sonrisa en sus labios.
_Tráenos un par de chelas. Le dijo el Cipriano, mientras que Cruz, la observaba de pies a cabeza, tomándose mas tiempo en observar las bien torneadas piernas. Ella, se dio vuelta para terminar de ser deseada por Cruz y se dirigió para el bar, donde le pidió a su compañero el par de cervezas; el cantinero al dárselas, le pregunto. 
_¿Cómo te va esta noche?
_Pues, la condenada de la Cristy sigue acaparando a la mayoría de los clientes. _Ya sabes, desde que vino, ella es la mas ocupada. _Pero creo que ya encontré quien pase la noche conmigo. Le dijo a su compañero, muy segura de ella; refiriéndose al Cruz, por la manera en que la veía desde la mesa.
_¡Aquí tienen sus cervezas! 
_¡Gracias! Le dijo Cipriano, mientras que Cruz, la desnudaba, pues la joven estaba como quería.
_Y, ¿tú no me invitas a sentarme contigo? Le pregunto la morena a Cruz. Éste, la vio de nuevo de pies a cabeza y luego le extendió la mano, en señal de invitación. Ella se sentó junto a Cruz, muy cerca de él y cruzo las piernas, algo que provoco en Cruz una inmediata excitación. 
Ella, muy cariñosa le pidió.
_¿Me invitas a tomar algo? Pero Cruz, que llevaba varias noches de amargo sufrimiento sin saber de su mujer, a la cual quería olvidar y traicionarla, pues hasta esa noche le había sido fiel, esperándola con ansiedad y amor.
_¿Cuánto cobras? Le pregunto Cruz a la señorita, quien le dió el precio, éste se puso de pie y se fue con ella.
_¡Ya regreso compadre! Le dijo al Cipriano y se perdieron entre la bruma, producida por el humo de los cigarrillos y las luces de poco vateaje y de colores oscuros, para darle ese ambiente de pecado al lugar.
Cuando habían transcurrido unos quince minutos de que Cruz se había ido al cuarto con la joven empleada del bar. El grupo de cantores, seguían cantando a todo pulmón las canciones de la rockola y en una de tantas melodías, varios del grupo se pusieron de pie y se dirigieron al centro de la pista a bailar con las hermosas señoritas de aquel lugar, que se encontraba abarrotado de clientes. Cipriano, sintió que por su cuerpo le circulo una corriente eléctrica, que por un rato lo dejo perplejo. 
_¡Mierda! Se repitió entre dientes y con los ojos rojos por la cólera que en ese momento él sentía, al ver entre aquel grupo a la Cristy; el amor de Cruz. Cristy, era la que se robaba el show en aquel lugar y era la mas ocupada por los clientes del lugar.
Cipriano se levanto de su silla y se dirigió hacia donde ella se encontraba, para reclamarle por abandono de su amigo y vecino y, para contarle que Cruz se encontraba ahí, esa noche.
_¿Qué te pasa? Le dijo Cristy a Cipriano, pues, en ese momento en que Cipriano la tomaba del brazo, ella no lo habia conocido.
_¡Debemos hablar Cristy! Cristy lo reconoció, pero para eso, el parroquiano que se encontraba con Cristy, le dió un bofetón al Cipriano, quien voló por el salón, cayendo patas para arriba, mientras que Cristy quiso ir a donde se encontraba su antiguo vecino, al que ya había reconocido, pero el tipo se lo impidió y de su cintura extrajo una 45; dorada. En el salón, se escucharon los gritos de las féminas, mientras que, el Cipriano, se ponía de pie. Por la puerta del fondo, regresaba Cruz, a quien, en ese instante las chicas del lugar lo aventaban de un lado para otro, para poder huir del lugar en donde estaba a punto de suceder una tragedia. 
Por fin, Cruz salio de entre las chicas y vió como Cipriano se levantaba del suelo con el labio sangrándole; éste, corrió a auxiliar a su amigo, pero Cruz al colocarse frente a Cipriano para levantarlo, recibió los plomazos en su espalda, cayendo sobre su amigo, moribundo. 
Los amigos del borracho asesino, lo tomaron por el brazo y se dieron a la fuga.
Ya Cruz tirado sobre el suelo del bar, boca arriba, muriendo, vió cuando se acerco a él su amada Cristy con sus ojos llenos de lagrimas.
_¡Cristy! Dijo el moribundo de Cruz. _¡Volviste! Cipriano, quien se encontraba junto a él con lagrimas en sus ojos, escuchando a su amigo.
_¡Mira Cipriano! ¡te dije que volvería!, después de tantas noches de amargo sufrimiento por no saber de ti. Le dijo a Cristy.
_¡Ya ves, no te he olvidado, tampoco traicionado, te sigo siendo fiel! 
_Y, pasara una noche y, pasaran mil noches y tu.... 
Con estas palabras en su boca y un corazón hinchado de felicidad, murió Cruz. Creyendo que por fin su Cristy había regresado. 
Mientras, en la rockola seguía sonando ésta canción y la Cristy recostada sobre el pecho de Cruz; llorando junto a Cipriano.



inspirada en la canción: Mil Noches de C. Reyna




 

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