viernes, 30 de enero de 2015

La Caída del Sol


Estupefacto vi, como el sol caía o la tierra se acercaba a él, no sé, ni lo sabré; pues, ¡ahora estoy muerto!
Me encontraba en mi cabaña de verano, el día era caluroso y las olas murmuraban con las rocas, pero esta vez, el murmullo era un murmullo a gritos, como lamentos. Era lógico, que me asustara pues, nunca antes cosa igual; debo de confesar que mis llegadas a ese lugar, tan apartado en la nada, no era cosa seguida y lo hacía cuando me encontraba estresado y ese fin de semana había llegado por ello, un cuerpo estresado en busca de la paz natural, pero lo que escuchaban mis oídos me asustaban, el calor de a poco se fue incrementando y de mi cuerpo los líquidos se fueron escapando, convirtiéndose en vapor y sudor, uno que no aliviaba a mi cuerpo; por el contrario lo quemaba más, _¿Qué será ésto? pregunte, casi lo grite, consecuencia de lo estresado que estaba, pero no hubo respuesta alguna. 
En el instante de mi grito, el sonido resonante por mi ubicación me hizo pensar que las miles de aves que se apresuraban a emigrar, en una época que no era; lo había causado yo, ingenuo que fuí, ¿cómo un grito de estrés podría espantar a cientos de aves alocadas que volaban no ordenadas sino en un relajo aéreo? como una especie de histeria colectiva avícola; por emplear un termino. 
Por el instante en que las aves pasaron por el lugar, sentí un alivio pues, eran tantas que cubrían al sol y su sombra y otras porquerías refrescaron mi cuerpo, más no mi alma, quien seguía aturdida y apagada, con dudas, miles de incógnitas dando vueltas en mi acalorada y ahora cagada cabeza. _ ¿Será que llegó el fin de nuestro mundo? me pregunte, esa duda aceleró a mi corazón, desbocándolo a tal extremo que buscaba en cada punto de mi cuerpo para salir de él y unirse a las relajeras aves que no dejaban de pasar. Después de miles de minutos, terminaron de pasar los más débiles y pequeños, que desesperados gritaban como suplicándoles a las mayores; _ ¡espérennos, no nos abandonen! Los ví y los sentí. Ahora mis ojos se nublaron y me ardieron, el astro sol estaba mucho más grande y su calor era sofocante; de las aguas saladas ví como se elevaban estelas de vapor, espesas muy densas, eran tan así que creí ver que adentro de ellas, peces queriendo escapar del agua hirviendo, imagino que otros se refugiaron en las profundidades del océano, con la esperanza de que hasta ahí el calor no les llegara, creo que como le pasa a la humanidad en casos de catástrofes, los grandes no se comieron a los pequeños peces, por el contrario, ellos fueron consolados y acogidos en su aterrador momento colectivo. 
Para mí, el calor era sofocante, tanto que me ahogaba, sentía como mis pulmones iban perdiendo su volumen por la deshidratación, sentía como mi sangre calentaba a mi cuerpo, seguramente ella hervía adentro de mi ser. Pero no quise resguardarme adentro de la casa ni de alguna de las cuevas que estaban aledañas a mi hermosa cabaña, que según parece la escucho ahora crujir y humear.
- ¡Si éste es el fin!, ¡lo afrontaré y nada me moverá de aquí! Me dije, estoico quedé en el lugar, ahora el sol era enorme y la luz en el planeta era encandilante. _ ¡Dios mio dame fuerzas...! _ ¡Que solo sea una horrible pesadilla...! Vi al cielo, uno que su color ya no era azul ni celeste, su color era mas bien, claro, blanco, uno brillante y él tenía el tamaño de la luna, una que aparenta que te caerá encima en cualquier momento, aquella luna enorme que crees que podrás tocar con tus dedos. Sentí como mis ojos murieron y la oscuridad se apoderó de mi, ahora contaba con cuatro, de mis cinco sentidos.
- ¡Morir solo por el bendito estrés! Quizás fue mejor así y no ver sufrir a mis seres queridos; me consolé.
Las ampollas aparecieron en mi cuerpo, sabía que mis quemaduras eran del tercer grado, no las veía pero si sentía el horrible ardor; si con solo acercar tu dedo a la llama de la estufa te causa un ardor indeseable, imagina lo que yo vivía en ese momento.  _ ¡Ya debería de estar muerto! Me dije y era cierto, no había explicación científica ni natural del porque me encontraba aún con vida, si mis pies se habían (hace unos cuantos minutos) pegado al suelo en donde me encontraba parado esperando el final. 
Me concentré y alcancé a escuchar unas explosiones, tambien escuché el sonido provocado por la saliva sobre la superficie caliente de una plancha, pero de un superlativo absoluto. _ ¿Qué sucede conmigo? ¡quiero morir ya! Quise gritar, pero ya carecía de piel y boca.  _¿Cómo es posible? Me dije, pero esa oscuridad inclemente, tal vez era la que me tenía con vida, no podía moverme, pero a pesar de no ver, si podía sentir la inmensidad de fuego sobre mi - ¿Creo que estoy en llamas? Me dije. Debería de estarlo no había de otra, pero ¿por qué seguía ahí? ya no escuche nada, el silencio y la oscuridad se apoderaron de mi y del resto de mis sentidos. _ ¿Habré muerto? _¿Sucumbió el planeta? Me cuestioné con la incredulidad encima. 
Luego de.... _ ¡¡Qué digo, ya el tiempo dejo de existir!! Bueno, luego de lo que sea, comencé a reír como loco y esa risa me dió una paz, pero no podía dejar de reír; te preguntarás ¿de qué se puede reír alguien que ya no existe y qué fué testigo final de la desaparición y explosión de un bello planeta? 
El único de un hermoso color azul, uno muy concurrido y visitado, del cual miles de alienígenas llevaron souvenirs. Pues, me reía de los hombres ricos y poderosos del planeta, los que hicieron fortunas a costa de otros, unos que sintieron en carne propia lo que yo había terminado de sentir y que ellos, no tuvieron piedad de los otros, por su ilimitada ambición. Me dije _ ¿Dónde está tu poder y tus riquezas? 
- ¿Dónde las disfrutarás si terminaste con tu lugar, tu hábitat, tu hogar, tu planeta? Eso me causaba esa paz y esa risa, la cual no podía detener, pues ahora no tenia nada que me causara dolor por reír tanto; era de aprovechar, asi que seguí riéndome de esos tontos acumuladores de riquezas y de poder, que se habían quemado junto con ellos y continué riendo, imaginándomelos corriendo por las calles con maletas llenas de oro y dinero, subiendo a sus aeronaves, volando como insectos atraídos por la luz azul. _ ¡¡jajaja!! ¡¡jajaja!! Seguí riendo y creo que reiré por la eternidad, yo que creí ser pobre, ahora me doy cuenta que rico fuí y ahora lo soy más, pues río sin cesar porque no perdí nada material en el planeta.
Luego de continuar con mi gratificante risa; una luz apareció frente a mi. 
- ¿Cómo es posible si ya no tengo ojos ni cuerpo, ni nada? _ ¿Qué me pasa ahora Dios? Me repetí, sentí como mi corazón se atolondró de miedo otra vez; sentí, olí, degusté y vi; esa luz, era hermosa y no era peligrosa.
- ¿Qué sucede? Me seguía preguntando, estaba asustado como cuando morí, pero ahora era diferente, las sensaciones eran otras y el temor era uno que en lugar de incrementarse iba apaciguándose...

Es que no era otra cosa, que... 
¡¡La vida de nuevo!!... ¡¡Una nueva oportunidad!! ¡¡Una nueva esperanza!! 
Cuando deje de ver esa luz y de ella nací, todo olvidé. 
Simplemente lloré... Y, no me importa que sepan que lloré como si fuera un bebe. 

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