martes, 27 de enero de 2015

La fábula: Los Huevos de Parlama, de gallina y de avestruz


El gallo reunió a todos en el corral. Cacaraqueando, con su penacho erguido y colorado, polvoreando el suelo con sus espolones, para después cantar. Así fue, que poco a poco llegaron los inquilinos de la granja. 
Una vez todos reunidos, el gallo afinó su garganta, pero antes se encaramó en lo alto de la reja hecha de madera que delimitaba el área, para no permitir que se alejaran mucho del patio, para la protección de los que ahí vivían. Mientras éste los veía desde lo alto, todos murmuraban, preguntándose el porqué de dicha convocatoria. De pronto, un canto largo los llamó a la calma y todos quedaron en silencio.
- Los he reunido hoy, pues llevo días encontrando productos mezclados en la bodega. Dijo el Gallo a los presentes. Al fondo en los potreros, tambien era observado y escuchado por algunos curiosos: Los caballos, vacas, cerdos y los perros, encargados de la seguridad del lugar.
Nadie respondió a la pregunta del rey del corral, por el contrario, todos se veían desconcertados, por ese cuestionamiento. Menos, una gallina, la cual se encontraba distraída, esculcando el suelo y picoteando alguna piedrecillas.
- ¿Nadie? Dijo el gallo muy disgustado. 
Uno de los presentes, el Pato, preguntó muy molesto.
- ¿A que te refieres, Gallo? _ ¿Podrías ser más especifico? Al escuchar a un molesto miembro del lugar, los demás gritaron.
- ¡¡Si!! exigiendo una explicación a su jefe.
- ¡¡Está bien!! Respondió el Gallo, pero antes, acomodo a su penacho colorado, el cual le daba una personalidad que inquietaba al gallinero completo.
- Cómo todos saben, para ésta granja, su mayor producción, son los huevos; entre otros productos, los cuales no están bajo mi responsabilidad. Aclaró y prosiguió. 
- Y, desde hace varios días he encontrado entre el cesto de los huevos de avestruz unos huevos de gallina. _ Como si al colocarlos ahí, éstos fueran a ser en días de ese gran tamaño. Dijo con sarcasmo.
La multitud comentó entre ellos, provocando el inesperado relajo.
- ¡Callados! ¡callados por favor...!  _ ¡Kikirikiiiiiii! Cantó el gallo, para regresar la cordura al lugar. Una vez más, todos en silencio y prestando la atención requerida; entre el grupo, una gallina que seguía en su rascar y comer piedras del barro.
- A cada cesta, deben ir los huevos respectivos. Dijo el Gallo, pero en tono condescendiente. Y agregó.
- En el cesto, de los huevos de parlama; deberán haber, huevos de parlama. _ En los de gallina, huevos de gallina, Y finalizó. _En el cesto de los huevos de avestruz, pues, dichos huevos. 
Las gallinas se vieron entre ellas y supusieron que la causante de dicho enredo, era aquella que nunca había prestado atención al reclamo y quien, seguía picoteando piedras del suelo. De inmediato se separaron de ella, dejándola en evidencia. 
Ésta, al verse descubierta; quien era la más enclenque del gallinero y pensaba que por ser la más flaquita, sus huevos serían diferentes y por ende, ella, ya no sería indispensable en la producción. ¡Sería sacrificada por el granjero! Cacaraqueó con histeria.
- ¡Si! ¡soy yo, quien ha estado mezclando mis huevos con los enormes de la avestruz! _ quería que ellos se contagiaran de la hermosura de tan gallarda y enrome ave. 
- Ni modo que mezclar a mis huevos con los diminutos y descoloridos huevos de la tortuga. Dio como explicación a su tonta idea.
El Gallo bajo de su palco y se dirigió con caminar seguro, hasta donde se encontraba la más chica del gallinero, mientras lo hacía, todos se separaban dejándole el paso libre al jefe del lugar; suplicando en silencio, piedad para la flaca gallina.
Cuando el Gallo estuvo frente a ella, la acogió entre sus plumas y con ternura le dijo.
- No temas pequeña, que el granjero no ha protestado por la producción; él está contento, muy contento, que me prometió una doble ración de alimentos para ustedes mis amadas esposas y para mi, un aumento a mis ya abundantes beneficios. - Además, quien podría haberse preocupado debí ser yo, pues al ver que tus huevos eran inferiores al resto, podrían haberme sacrificado a mi y buscado un remplazo pues, la mayor parte del problema, ese sería yo. Dijo el Gallo a la pequeña gallina. Y agregó.
- Sigue como hasta ahora.  
- Ah y te aconsejo, no criticar a los huevos de la tortuga. _ Que no te engañe su pequeño tamaño, no creas que por ser tan chicos carecen de una gran fuerza y descendencia.  _ Y, que la grandeza de la avestruz no te de envidia, ni sientas que por ser huevos enormes, encierran algo espectacular en ellos. 
Se dirigió de nuevo a su lugar, en lo alto y canto, ¡kikirikiiiii! Con lo cual, llamó la atención del corral y alrededores; de nuevo.
- ¡Oigan todos, lo que les digo! Dijo el Gallo con plumaje de colores colorados.
- ¡Nunca juzguen por lo que sus ojos ven..!
- Los huevos de Avestruz, si bien es cierto, que son enormes, tienen gens particularmente tímidos,  pues, si ven a enorme ave, a quien cualquiera debería temerla; todos saben que es un ave que al menor peligro corre sin rumbo en busca de un agujero, para en el su cabeza esconder, cabeza que posee un minúsculo cerebro, pues al ella su cara en el hoyo esconder, piensa que toda ella esta protegida adentro de misero hoyo; quedando toda ella, expuesta al peligro, a su depredador.
- Ustedes mis queridas gallinas, son otras, que al menor peligro corren despavoridas chocando una contra otra, gritando histéricamente, sin saber que hacer y a donde ir.
- Sin embargo, los huevos de parlama, ésos pequeños y descoloridos huevos, guardan adentro de ellos a una criatura milenaria. _ Una, que desde que nace luchan para sobrevivir, batallando sobre enormes dumas de arena, sorteando a aves hambrientas, para alcanzar el mar, su hogar. 
- Una vez en él, han logrado salvar su vida. _ Pero ello no es todo, luego, ya adultas deben de cargar con un enorme peso, por el cual no protestan jamás, pues ese peso bajo el agua del mar no les causa problema alguno, por el contrario, les protege de sus enemigos y logran nadar con mucha gracia. _ Y, en tierra, aunque lentas, siempre las vez caminando y pizando seguro, siguiendo su meta trazada sin claudicar, no importa cuanto se tarden, pues bien saben que en su momento a su destino por fin llegaran.
- Se dan cuenta, de como las apariencias engañan, se dan cuenta, que no por su tamaño tienen lo superior, lo mejor. _ Que el tamaño no es lo importante, sino lo que adentro de él radica... ¡Ese es el verdadero valor! Concluyó. 
Y, todos en la granja gritaron, dando su aprobación a tan elocuente discurso, con decir que hasta los vecinos, de los establos, se unieron a la algarabía. 

"Nunca menosprecies lo que Dios te dió, ni quieras ser quien no eres, ni serás, acéptate tal cual, pues, en ti vive un campeón, uno tan grande, a quien Dios conoce bien. En lugar de perder tu tiempo, fingiendo ser lo que no eres y nunca serás, aprovecha tu tiempo cultivando los privilegios que te fueron dados, pues, como tú no hay ni habrán dos. Eres único, en el universo. Sé: siempre tú,  el original, el único". 










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