sábado, 14 de febrero de 2015

El IPhone


Hace unos días, fuimos invitados a un club. Nos reunimos la familia completa. Encontramos un lugar muy acogedor, en donde pudimos estar todos reunidos. Luego de acomodarnos y de tener todo listo, me refiero; a las viandas, boquitas, dulces para los niños, las botellas, en fin, lo necesario en una reunión para pasarla muy bien. 
En esas, recibí una llamada a mi celular, me retiré un poco para escuchar a quien me llamaba y ahí estuvimos platicando por un rato, cuando regresé al lugar, me asombré de ver a toda la familia picoteando las pantallas de sus celulares inteligentes, parecían un grupo de gallinas picoteando el polvo, comiendo piedritas, tratando de encontrar a algún suculento gusano. Pero en ello, algo mucho más importante atrajo mi atención, sacando de mi una sonrisa con mucha ternura; se trataba de la By (Byanquita), quien no dejaba de dar vueltas hablando a través de su celular de juguete que le había comprado en el mercado, ella parecía y, usaré una expresión que me gustó. Parecía una lora mojada, pues no le paraba la boquita platicando con su primera ilusión estudiantil, un tal Santiago, uno de sus compañeritos del Kindergarten.
- ¡Bueno hermano, como ya es costumbre ya que vos no tomas, te encargamos la parrillada! Me dijo mi hermano mayor y con gusto me dirigí hacia ella, a preparar la carne azada al carbón. Éste lugar esta un poco retirado de las cabañas, para evitar que el humo moleste a los socios. Allí estaba, preparando todo, el carbón, el ocote para prender el fuego. 
Desde donde yo estaba, me quedaba a la vista una familia, que vendrían a ser como nuestros vecinos. Hasta donde yo me encontraba, apareció un niño, como de unos 8 o 10 años de edad, muy distraído detrás de un insecto yo lo veía y me gustó verlo distraído con el invertebrado; cuando me encontraba tan concentrado con el niño, timbró un celular, el sonido era uno muy moderno, pero como lo escuchaba muy cerca de mí, me ganó la duda y saque mi celular, un frijolito (como les llamamos aquí), uno no mayor a los 30 dolares americanos, pero, efectivamente no era mi frijolito, sin embargo el timbre era insistente y entonces mi asombró fué mayor, cuando el culicagado cazador de insectos, extrajo de su sucio pantaloncito y tomándolo con las manos todas empolvadas y enlodadas por el sudor de sus manitas, sacó un Iphone 5s o algo mejor, un celular que acá rondará los 1000 dolares americanos. 
Al verlo, mi reacción fue instintiva y llamé a la persona que me quedaba más cercana, para ponerle al tanto con respecto al celular que el niño cargaba consigo. Era la madre, casualmente ella se acercó atraída por mi llamado y me preguntó.
- ¡Si señor! ¿en qué le puedo servir? Yo muy amablemente le dije.
- Señora, para avisarle que el niño tiene un Iphone, el cual lo puede dañar o peor se lo pueden robar, y, en el mejor de los casos, usted me perdonará, lo puede extraviar. 
La señora me vió directo a los ojos, con una cara de asombro y de desaprobación, me imagino que ella pensó.
- ¡Y, éste naco igualado que se está creyendo!... Le cogió el brazo al niño y se lo llevó hasta su cabaña, no sin antes decirme.
- ¡Gracias señor, pero es el celular que su padre le regaló al niño! Y se largó muy molesta por mi atrevimiento. 
Yo quedé muy preocupado y pensativo, por mi cabeza desfilaban ideas como ésta.
- ¿Estaré mal?... ¿serán estas gentes cómo aquel que sacó un carro de agencia, último modelo y viste con ropa de diseñador?, pero que a su familia la tiene viviendo en un casa de cartón, pagando un alquiler y lleva a sus hijos con los pantalones todos rotos a la escuela publica y no tienen ni para comer. Empero el señor, anda en carro último modelo, de agencia y de marca lujosa. 
Eso pensaba con mi vista perdida y alguna expresión en mi rostro, tratando de encontrar la respuesta correcta a lo recien vivido. Cuando mi hermano se acercó y me dice.
- ¿Muy bonita la chava verdad hermano?  _ Pero, ¡mira que se te quema la carne! Volví en mí y era cierto, la carne ya estaba más que dorada. 
Llegó la tarde y vi a mi alrededor y todo el mundo andaba en su mano, un celular fino touch screen, y, yo con un frijolito, el cual ya no saque, aunque recibí un par de llamadas más ese día. Pero sentía mucha pena de hacerlo.
Más tarde, yo seguía con mi confusión. _¿Será que estoy tan mal? _Recuerdo que cuando era un niño como el del Iphone, mi madre me compró el perrito de plástico jalado por un cordel en cuyo extremo llevaba un peso de plomo que lo hacía caminar y fuí feliz por casi medio año con ese perrito, con quien hasta dormía; y hoy día los niños cargan artefactos tan caros, unos que ni yo puedo comprarme, solamente desear. 
Mi preocupación era superlativa, hasta que escuche una dulce vocesita. Era la By, quien seguía platicando con Santiago por su celular de plástico hecho en china y seguía como lora mojada, pues quien le detenía su boquita, era un  jerigonzal. Yo me sonreí y me dije.  _¡No! ¡No creo estar mal en la crianza de mis hijos! 
Mi hermano, me abordó de nuevo y abrazándome me dice con admiración.
- ¡Picaron! ¿en verdad que esta linda la chica ésa? ¿verdad? Yo le dije.
- ¡Vaya que es linda! 
Lo único era que, nuestras vistas estaban en direcciones opuestas; mi hermano seguramente estaba viendo a una hermosa hembra de algunos veinte años; mientras que yo, veía a mi hermosa Byanquita.




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