lunes, 2 de febrero de 2015

Espionaje y Canibalismo


Hace unos años, llegaron de un lugar de Rusia, una pareja de espías a América, sus objetivos realizar una serie de avistamientos en América y otros trabajos de espionaje, entregar resultados a sus superiores, éstos en la vida real, eran pareja y tenían una hija, la cual con fines de protección la dejaron en su país, con los padres de la mujer, en un lugar muy apartado de Rusia, un pequeño pueblo, uno muy remotamente escondido adentro en el enorme país.
Entre sus trabajos en un país americano; él, con consentimiento de su pareja, pues era parte de su trabajo, se unió a una mujer nativa del país en donde radicaban, ella, sin saberlo, era usada para los fines ultra secretos de la pareja. 
Con el paso del tiempo, el ruso se enamoró de la mujer,  quien era su chivo expiatorio, sin saberlo su pareja rusa, su mujer ante las leyes de aquel país, una boda que la habían llevado a cabo con fines de espionaje y que los había llevado a procrear a una niña.
- Nuestro contacto dice que la organización esta en peligro y que de seguir así, nos quedaremos desempleados. Le comentaba la rusa a su pareja espía.
- Lo sé, todo esta terminando y pronto tendremos que volver. Contestó el ruso.
- Acá somos alguien, mientras que allá no somos nadie y menos si la organización es cerrada. Le comentaba la mujer al rubio de casi dos metros.
- Lo sé, me preocupa nuestra pequeña Pavlova, ¿qué haremos con ella?
- Pues, será ir por ella. ¿No te parece? Respondió la chica, una trigueña muy esbelta.
- Pero eso sería alta traición y seríamos fugitivos, con precio para nuestras cabezas. Dijo Vladimir, con un gesto preocupado. Ésto, debido a los sentimientos de él con su conviviente en el país americano, quien estaba en cinta. Mientras Pavlova, lo veía con cara extrañada, pues, ninguno de ellos, eran susceptibles a lo sentimental y mucho menos el temor a la muerte, entonces Pavlova dijo.
- ¿Ya sabes? _¡Lo que nos estorba...! Y ambos respondieron al mismo tiempo...
- ¡Nos lo comemos..! Ella rió como loca, él rió tambien, pero no muy convencido; por el contrario, se le veía preocupado pero lo disimulaba como todo un profesional, que era.
Con los días, Vladimir le explicaba a su novia americana, quien estaba en cinta que se ausentaría del país por unos días por asuntos de negocios en la empresa para la que según Carol, su novio y futuro esposo trabajaba. Carol una mujer joven, pero madura, un poco mayor que Vladimir que por muchos años había trabajado para una dependencia del estado de ese país y que sin ella saberlo les daba información a los espías, quienes eran unos profesionales de años en el arte del espionaje.
- ¿Qué le dijiste a la estúpida de tu novia americana? Preguntó Pavlova, con una irónica sonrisa en sus labios, mientras viajaban en un jet de aerolíneas americanas, con rumbo a Europa, lugar en donde harían escala, hasta Moscú. 
- Lo de siempre... ¿ya sabes?... Platicaban en el avión, como si se tratara de dos personas que en la aeronave se hubieran conocido. 
En la cabeza de Pavlova, recuperar a su pequeña hija, regresar a américa eliminar a Carol y continuar con su vida como hasta ahora, luego fingir conocer a Vladimir y casarse con él y adoptar a una niña, para luego tener una vida normal en el país, al que le habían espiado tanto, durante varios años. Mientras que Vladimir, pensaba en Carol, su  futuro hijo y su pequeña hija rusa, su regreso a américa con una niña adoptada, motivo por el cual era su viaje a Rusia y seguir luego de casarse con  Carol con su vida en américa. Una vida muy cómoda por el puesto que Carol tenía en el gobierno de ese país y por lo que él había logrado en su doble vida.
Llegaron a Moscú y luego de reportarse en la agencia para la cual trabajaban y de confirmar que era cierto lo de sus sospechas, de que estaba por ser cerrada dicha agencia, lo cual los dejaría como muchos otros agentes regados en el mundo y adentro de su propio país; siendo unos don nadies y en la miseria literalmente, sino eran eliminados por seguridad nacional.
Llegaron al pueblito y recuperaron a su pequeña hija, a la cual, se la llevaron con ella, los abuelos de la niña, sufrieron mucho al entregarle a su hija y madre de la niña; esposa de Vladimir, cosa que a Pavlova, le vino por el arco del triunfo, no así a Vladimir, quien los consoló indicándoles que cada que le fuera posible los visitarían, para que siguieran teniendo contacto con su adorada nieta de casi cuatro años.
- ¡Viejos ridículos! Dijo Pavlova, mientras regresaban a Moscú, agregó; les hubiéramos dejado a la pequeña, ella solo nos traerá problemas Vladimir. Él, acarició a su pequeña y vió con desprecio a su esposa, con una mirada que quiso en ese momento, haber acabado con ella.
Cuando llegaron a un lugar, en el largo camino, entre el pueblito Ruso y Moscú. 
La niña que dormía en uno de los cuartos de la escondida cabaña, en un lugar muy frío entre Moscú y ese pueblo muy pequeño; Vladimir se dirigió hasta donde se encontraba Pavlova; peinando su caballera, la cual le tocaba los hombros.
- ¿Pavlova? ¿Qué hacemos cuando alguien nos estorba? Dijo Vladimir, mientras enrollaba entre sus manos, un fino cordel muy resistente. 
Pavlova sonrió, viéndolo por el espejo y dijo. 
- ¡Nos lo comemos! Terminando la frase y su cabeza se hizo para atrás, quedando sus enormes ojos azules haciendo contacto con los de Vladimir, mientras éste apretaba y disfrutaba viendo como ella moría, resignada pues, su entrenamiento le hacía tener la sangre fría y aceptar muy estoicamente su futuro, aunque éste fuera, morir en manos del que fuera por mucho tiempo su marido y compañero en el trabajo del espionaje, trabajo que hacían muy bien ambos, pero Vladimir habia cambiado en éstos últimos años junto a Carol; encontrando el amor, ese que desde que se hizo espía, él había renunciado y que, en ese entonces para ambos la niña quien aun dormía, había sido siempre un error y un estorbo en sus exitosas carreras de criminales de la inteligencia Rusa.
Cuando Pavlova dejó de existir, sus ojos nunca dejaron de ver a Vladimir, quien ahora se preparaba para comerse a Pavlova; justo como era la consigna ¡si alguien te estorba... te lo comes! Luego, de alimentarse por unos días de su compañera, sintió debido a su amplia experiencia como espía, que el tiempo se le terminaba y que debía de salir del país Ruso de inmediato, con su hija y regresar a américa a vivir su nueva vida.
- ¿Es su hija, la niña? Preguntaba el empleado de migración en Moscú. Vladimir con lo que la vida del espionaje le había enseñado, respondió con sangre de hielo, con un temple indomable. 
- ¡Así es agente!, aquí tiene los papeles, los míos y los de la madre, fallecida. El agente de migración, los tomó y agregó.
- ¡Que tengan buen viaje y siento mucho la perdida de su esposa señor!... ¿Vladimir?
- ¡Gracias agente! Dijo Vladimir, mientras tomaba los documentos y se dirigía a abordar el avión que lo llevaría a un país europeo y luego a américa.
Después de varias horas, Vladimir se encontraba camino a el país americano, lugar donde sería su nuevo hogar, junto a él, la pequeña, su amada hija.
Mientras en Moscú, la agencia cerraba sus labores de espionaje, algunos espías, lograban escapar con vida, mientras que otros, eran asesinados por quienes se encargan de limpiar todo en esas agencias que nunca jamas han existido. 
Para cuando Vladimir tocaba tierra americana, con su pequeña hija; en un lugar, entre Moscú y la tierra de nadie, unos turistas rusos daban aviso a las autoridades Rusas del hallazgo macabro de un cráneo y huesos humanos, cerca de la cabaña en donde pasarían unos días.
Carol se frotaba su barriga de cuatro meses, diciéndole a su hijo no nato. 
- ¡Allá vienen, tu padre y tu hermana! Mientras que Vladimir agitaba su brazo en señal de alegría, por el regreso y por ver a su amada Carol; en su otro brazo, su hija, la pequeña niña Rusa, supuestamente adoptada, por Internet y por lo que Vladimir habia viajado a Rusia. Según la historia de la pequeña en la Internet, la madre había muerto y su padre había desaparecido misteriosamente y que ésta historia, había conmovido a Vladimir quien convenció a Carol de adoptarla para llevarla a américa, al seno de un hogar digno y seguro.
- ¡Hola hermosa! Dijo Carol cuando conoció a la pequeña Pavlova, luego de saludar al que pronto sería el padre de dos hermosos niños y con quien formaría un típico hogar americano. La niña, dijo, luego de ser abrazada por su nueva y amorosa madre, quien ahora la cargaba mientras caminaban hacia su auto.
- И, мамочка? (¿Y, mami?) 
- ¿Qué dijo mi amor? Le preguntó, Carol a Vladimir.
- ¡Ah! ¡ejem! _¡Cómo traduzco ésto, para que entiendas? Dijo un adiestrado espía, quien por primera vez sentía un poco de miedo, por mentirle a su amada Carol.
- Dice: ¡que eres muy bella!
- ¡Ah! ¡que lindura, tengo que aprender tu idioma y ésta hermosa señorita deberá aprender el nuestro! Dijo la enamorada madre y futura esposa.
Ya en su hogar, la empleada del gobierno de ese país, veía el noticiero internacional en la televisión.
- ¡¡Amor!! ¡¡Amor!! ¡Vean a ver está horrible noticia que pasó en tu país! Vladimir llegó y se encontró con la horrible noticia, del canibalismo en un lugar apartado de Moscú. Vladimir se sentó a la par de su esposa, con cara de asombro y pensó 
- ¡¡Adiós deliciosa Pavlova!! Mientras que Carol comentaba.
- ¡Que bien que trajiste a ésta niña de tu país! ¡aquí tendrá un mejor futuro mi amor! Acomodando su cabeza sobre las piernas de Vladimir, quien esbozaba una sonrisa mientras la pequeña Pavlova, dormía plácidamente en su nuevo hogar. 
Desde el cuarto de la pequeña Pavlova, se escuchó, cuando Carol le dijo a su padre.
- ¿Te has fijado? ¿cómo se parece a ti la pequeña Pavlova?.....





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