jueves, 5 de febrero de 2015

Los Derechos Humanos?? 2: La niñez


La niña de tan solo siete años, con trenzas a los lados y lentes cuadrados para corregir una miopía; cruzaba el parque que se encontraba frente a la estación de policía de la población, caminaba muy cuidadosamente por orden de quien la había enviado con un encargo al lugar. Ella, llevaba entre sus pequeñas y mugrientas manitas, una bolsa de papel muy bien sujetada, pues así se lo habían dicho. 
Mientras, iba con caminar lento pero seguro, con dirección de la estación de policía, a unos cien metros de ahí, era observada por alguien que se encontraba adentro de un vehículo de modelo antiguo, estacionado en la calle y con unos binoculares le seguía el paso. 
Caminó y cruzó todo el parque, sin distraerse; a pesar de que en dicho parque habían muchas cosas que le robarían un segundo de su atención a cualquier niño de ésta edad, pero Matilda, quien ya era una ferviente trabajadora, para ayudar con el sustento familiar y para que a su madre, abandonada y con un par de hermanitos menores a ella, no le fuera dificil conseguir dinero honrado para alimentarlos. Ella, debería de seguir las indicaciones al pie de la letra, para luego de terminar con la tarea que la tenía cuidadosa con lo que en sus manitas llevaba, luego poder reclamar el dinero que le habían ofrecido, por sus servicios de mensajera. 
Se detuvo al borde de la banqueta que coronaba al parque, solo le faltaba cruzar la avenida y entrar al lugar para hacer su entrega y regresar por su paga. 
Matilda vió para la izquierda y cuando observó que no venía algún auto cercano, atravesó la primera de las dos vías de la avenida; llegó al arriate central de dicha avenida y se detuvo a esperar poder seguir su camino, su destino estaba muy próximo; entonces, Matilda vió ahora a la derecha y esperó a que pasara un bus del servicio urbano y luego un para de vehículos livianos, entonces camino con dirección de las gradas que llevaban al atrio del edificio de gobierno, mientras Matilda seguía con paso firme y seguro, sin soltar ni dejar de presionar su encargo, las palomas que se alimentaban de lo que los parroquianos les lanzaran a ellas, éstas se alzaban al cielo, para luego de que la niña avanzara, ellas volvían al lugar a seguir alimentándose.
Por fin, Matilda estuvo en el umbral de la puerta principal del recinto policíaco.
- ¿A dónde se dirige señorita? La abordó muy dulcemente a la pequeña y adorable Matilda; se trataba de un oficial de la policía que resguardaba la puerta del edificio público.
- ¡Buenas oficial, le traigo un encargo a uno de sus superiores! Respondió una niña muy inteligente, alguien a quien la dura vida la había educado en el buen hablar, pues era gracias a ésto, que ella se ganaba el sustento diario, para su familia.
- Pues, entonces no le quito más su  tiempo, bella dama, pues, recuerde que luego de media hora ya no podrá cobra su entrega. Le bromo el agente, acariciando las mejías de la niña, dándoles un leve estirón, como si se tratara de muñeca de hule; la niña que simplemente se aguantó y sonrió, pero eso si; sin olvidar las instrucciones de no soltar la bolsa de papel, pues de hacerlo no recibiría su recompensa monetaria.
- ¡Gracias señor agente! Dijo Matilda. Mientras era observada por el extraño desde el auto, quien hace un par de segundos, mientras el agente le jalaba las mejías a la niña, repitió.
- ¡Déjala en paz, pinche hueco, policillita de plomo! ¡Que entre yá! Dijo muy nervioso y bastante molesto.
- ¡Ya entró! ¡que alivio, todo va como fué planeado! Respiró tranquilo el tipo del auto. - Y, seguro estoy de que el plan terminará como siempre ¡exitosamente! 
Prendió el motor de su auto, apagó la radio de su auto, subió los vidrios y dejo los binoculares por un lado.
Entonces; se escuchó un sonido estruendoso, que provocó que las palomas se elevaran y volaran descontroladas por doquier y de los ventanales del edificio volaron miles de challes de los vidrios que se quebraban luego de la explosión, además, de ellas salían cortinas de humo acompañadas de llamas de fuego. 
El artefacto que llevaba en la bolsa Matilda, habia detonado y explotado; justo en el instante en que ella soltó la bolsa y el jefe de la policía la recibiera, con la curiosidad del caso. La explosión fué tan fuerte, que hasta el policía que se encontraba en la puerta, el que platicó con Matilda, salió volando unos metros a consecuencia de la explosión y la bulla de las alarmas de los autos parqueados por las cercanías del edificio, acababan con el silencio de hace poco, junto a ellas, se escuchaban las sirenas de los bomberos que se habrían camino por las calles, para rescatar a algún sobreviviente, que seguramente, no sería el caso de la pequeña Matilda.
El tipo misterioso del auto, arrancó del lugar en donde estuvo supervisando el paso de Matilda y se largó del lugar; mientras se alejaba, vió por el retrovisor a la humareda que salia del edificio. Mientras que los bomberos corrían hacia el lugar, aplastaban a su paso los cadáveres de algunas palomas que no lograron volar y huir a tiempo del lugar. Éste pensaba mientras conducía.
- ¡Otro exitoso plan! _ ¡jajaja, soy el mejor! _ ¡Y, sin dejar una sola huella ni testigo! Ésto se repetía, mientras se dirigía a su escondite, a diseñar la estrategia para el próximo atentado. Que sería, el día de mañana.

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