jueves, 26 de marzo de 2015

Dios sabe porqué tiene a los sapos bajo las piedras


En un estanque de un río muy tranquilo, de aguas cristalinas, se encontraba un niño atrapando pecesitos para llevarlos con él a su pecera improvisada en casa. Entre los butes que se encontraban entre sus manos, había uno diferente.
- ¡Padre mira los peces que atrapé! El padre del niño se acercó y vió el agua entre la manos del niño y observó que entre los butes se encontraba un tepocate y luego de ayudarlo con los butes y de colocarlos en la bolsa, tomó al tepocate y lo regresó al río.
- ¿Por qué has regresado a ese pecesito? Preguntó el niño muy triste a su padre, quien de inmediato le explicó al pequeño cual era la diferencia entre los butes y el tepocate... _ ¿Entiendes hijo?, el tepocate no es un pez es un batracio que muy pronto sufrirá una metamorfosis y cuando éste crezca botara su cola que le sirve para nadar y le saldrán cuatro patas; entonces se convertirá en un sapo o rana. El niño entendió y quedó contento con la pesca de ese día. 

El tepocate o renacuajo, regresó al río y se mezcló entre los butes o pecesitos, pero éstos lo veían con recelo y se alejaban de él.
- ¡Hay que alejarse de él!, dice mi madre que pronto sufrirá una transformación y se volverá en otra criatura. Y todos se alejaban de él, sin embrago el pobre tepocate los seguía a donde fueran.
Un día, el tepocate cansado de ser rechazado entró bajo una piedra para disipar sus penas, debido al rechazo del resto de amigos que según él tenía. De aquella piedra un día salió, como sapo; todos los peces quedaron admirados en lo que se había convertido el pequeño rechazado del río y se alejaron temerosos del estanque pensando que podrían ser devorados por el enorme sapo, el cual inflaba su pecho y luego de él salía un estruendoso sonido. El ahora sapo, se sentía orgulloso  de su porte y de poder vivir bajo el agua del estanque y en la superficie a orillas del río. Pero su hogar, era bajo las piedras del río, de ellas salía cuando escuchaba que por ahí volaba algún insecto y donde ponía el ojo, estiraba su lengua y atrapaba a su alimento, los peces lo veían admirados pero con temor. 
Un día, se acercó uno de los peces y le habló sin temor al sapo.
- ¿Oye, tu eres el pez raro que nos seguía por doquier? El sapo infló su pecho y con mucho orgullo respondió.
- ¡Supongo que ese soy! el pez retrocedió un poco mientras el resto de peces se acercaba sin miedo a interrogar al enorme sapo.
- Y, ¿nos comerás? preguntó otro de ellos desde muy atrás.
- Debería, pero ustedes no están en mi dieta. Aunque un día saldré de éste estanque y volveré para pescarlos y comerlos sobre una mesa llena de oro y lujos.
- ¿Sufrirás otra metamorfosis? preguntó uno de los peces que lo rodeaban
- ¡Claro que no, mi próxima vida será la de un príncipe! ¡pues ese es mi destino!
- ¿Un príncipe? rieron todos en el estanque, eso molestó al sapo quien brincó muy lejos de ahí.
Mientras que los peces seguían riendo y burlándose del enorme sapo. Algo pasó ese día; una princesa que un poco más arriba del estanque lloraba, por ser una princesa no muy agraciada y de la cual se burlaban las princesas vecinas de aquel reino quienes le gritaban que ella nunca encontraría esposo por ser como era. 
En uno de sus brincos, el sapo llegó hasta donde se encontraba la princesa quien lloraba, hasta que un sonido provocado por el sapo la atrajo hacía él; lo tomó entre sus manos y el sapo estiró su enorme boca para recibir el beso esperado por él, la princesa en su desesperación y con mucho asco, cerró los ojos y estiro su labios y beso al sapo, quien en ese momento se convirtió en un bello príncipe.
- ¡Mi lady, permítame secar sus lagrimas! la princesa se asustó y su cuerpo echó hacía atrás, pero el sapo, quien sabia bien quien era le insistió y luego de limpiar las lagrimas de la princesa la levantó del lugar y de inmediato la desposó. 
El sapo, heredó el trono del reino y la princesa desafortunada fué feliz con su esposo el ahora rey del lugar.
El rey sapo, regresó al estanque con sus criados y ordenó sacar de aquel lugar todos los peces que puedan para la cena, los peces supieron que se trataba del sapo y huyeron; la mayoría logró escapar con vida, no así unos pocos y de aquel estanque no se volvió a ver un solo pez. Éstos escondidos decían: _ ¡Malvado Sapo se esta vengando de nosotros! 
Esa noche el príncipe sapo, degustó de mucho pescado y sí que disfrutó comiéndose a los que un día lo marginaron en el estanque. 
El tiempo pasó y la reina la que un día fue una princesa muy fea, el tiempo hizo que la princesa fea se convirtiera en una bella reina, una muy querida por su pueblo mientras que el rey sapo, siguió con su vida y ahora era un rey déspota y malvado. Pues él se  creía mejor que todos en el reino y engañaba a la reina con las princesas que un día se burlaron de ella por su fea apariencia, pero esa apariencia solo fué una mala adolescencia, la cual al pasar el tiempo de ella nació una hermosa y joven mujer. 
El rey sapo, seguía haciendo de las suyas y la reina no estaba de acuerdo con que su pueblo siguiera sufriendo a causa del sapo, entonces la reina se dijo: _ ¡Es tiempo de que éste sapo vuelva a las piedras lugar de donde un día lo saqué! 
Y, mientras el sapo dormía cómodamente, ella se acercó al sapo y sus labios enormes besó, en ese instante el rey se convirtió en sapo nuevamente. 
La reina la tomó entre sus manos y salió del palacio hasta el estanque, mientras el sapo aun dormía; cuando llegó al estanque, los peces, que era la única hora en que podían salir de su escondite, vieron como la reina colocaba al sapo bajo la piedra en donde un día lo encontró.
- ¡Por ser un ser tan egoísta y malvado, te regreso de dónde nunca debiste haber salido, bajos las piedras! _ ¡Sabio es Dios, por mantener a los sapos bajo las piedra! dijo y luego la reina se retiró del lugar, los peces esa noche hicieron fiesta al ver que ya no serían perseguidos por su enemigo, el sapo.
Al día siguiente. el sapo despertó y luego de estirar sus patas, quiso llamar a la servidumbre para que le llevaran su desayuno a la cama, pero lo que escuchó lo asustó mucho.
- ¡¡Croac!! ¡¡Croac!! el sapo, despertó del todo y vió que ya no era el rey; que de nuevo era un sapo común y corriente, él no se la creía, pero del estanque escuchó a los perseguidos por él.
- ¡Jajajaja! ¡Buenos días su majestad! ¡Jajaja! 
El sapo dijo nuevamente: _  ¡¡Croac!! y luego de eso, saltó y saltó y nunca más al estanque regresó.
Hay quienes dicen haberlo visto bajo las piedras, lugar de donde nunca debió haber salido.
El estanque volvió a ser un lugar hermoso, con aguas cristalinas y muchos butes y algunos cuantos renacuajos. Y, el reino de ese lugar, jamás fué mejor que ahora, gobernado por una bella y sabia joven reina.


"Dios sabe porqué tiene a los sapos bajo las piedras". Así sucede muchas veces con nosotros, los humanos, mientras nada han tenido viven en comunión con sus vecinos, por malos o buenos que estos sean, pero cuando la suerte les sonríe y se vuelven poderosos y ricos; sale de ellos, la maldad, la envidia, la petulancia y tantos otros adjetivos; los que se les suben a la cabeza, olvidando del lugar de donde un día salieron. "Debajo de las piedras". Por ello digo: _ ¡Dios sabe por que tiene a éstos personajes bajo las piedras! Por ello, un día son regresados ahí, lugar de donde nunca debieron haber salido y el retornar a ese lugar de dónde pertenecen, eso tampoco les cambia para bien. Siguen siendo lo que siempre han sido... ¡Unos arrugados y petulantes Sapos!




4 comentarios:

  1. Este dicho es muy certero!! Y pues nunca se deve de perder, la humildad y el saber de donde viene uno.

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  2. Muy bonita reflexión. Y muy inteligente

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