viernes, 10 de abril de 2015

El Amor de Ericka


La chica bajó las gradas con su rostro pálido y pasó por donde estaba el resto e la familia desayunando
- ¡Hasta la tarde! Gritó, en su vos se sentía un dejo de desespero.
- ¡Pero hija, tú desayuno! 
La pre adolescente, subió  a su californiana y pedaleó como si fuera el tour de Francia, su corazón parecía que se la saldría por la boca, una que la llevaba completamente seca y en su estómago la horrible presión provocada por las emociones vividas a su corta edad, los trece años. 
Luego de atravesar con mucha pericia entre calles y avenidas, por fin llegó a donde se dirigía con tanta prisa.
Colocó su bici en el lugar para ellas, con gran habilidad le colocó el candado para que estuviera ahí para cuando regresará por ella. Cuando el candado hizo click, sonó el timbre del colegio, indicativo de que todos los estudiantes de primaria, básicos y diversificado deberían de estar en la formación para escuchar la charla matutina; ésta mañana a cargo del Director del colegio.
- ¿Pensé que no vendrías hoy? Era su mejor amiga, otra niña de doce años, se acomodaron en la fila del lado norte, lugar para las señoritas y niñas del colegio mientras que en lado sur, los niños y jovencitos.
- ¡Me agarró la tarde, pero llegué! ¿no? Respondió Ericka, mientras se peinaba con sus dedos el pelo alborotado por el aire que recibió mientras conducía su californiana rosada por las calles del vecindario.
- ¡Presta te coloco bien la diadema! Le dijo Karen, arreglándole las colas que se le extendían a los costados, la otra chica, su confidente, la única que conocía el porque de tanta urgencia por llegar a tiempo al colegio.
- ¡Queridos alumnos! ¡este día, es un día especial, hoy se cumplen 98 años de nuestro fundador!...... decía el director esa mañana, día especial en el cual, festejaban un año más de su fundación.
Pero ésto no era lo que la había llevado hasta el colegio con tanta premura, lo que el director del colegio hablaba no le interesaba a nadie en las filas, quienes hacían clandestinamente lo que se les antojaba con el cuidado de no ser sorprendidos por algún maestro, quienes se paseaban entre las filas de los alumnos para que todo estuviera en orden.
- ¡Mirá Ericka nos esta viendo! Alertó Karen a Ericka; era Fernando, un niño de catorce años que estaba formado en lado sur del patio, un niño alto, delgado, rubio, de ojos azules, muy sonriente y popular entre las niñas del quinto año hasta el primero básico. La verdad era que Fernando ni sabía que Ericka y Karen existían, pero según ellas, él les sonreía y les coqueteaba todas las mañanas a la hora de la formación y en el recreo, cuando las niñas lograban localizarlo entre los cuatrocientos alumnos de aquel colegio.
- ¿No es lindo? ¡Mira nos está sonriendo! ¡saludémosle! ¡pero ten cuidado que no nos cache el maestro guía! 
Ambas sacudían sus pequeñas manos con la mirada fija en Fernando, quien jamás vió nada.
- ¡Es bello! ¿creo que lo amo? Dijo Ericka, acompañado de un suspiro que por poco la delata con su maestro guía, quien solo sonrió cuando pasó junto a ella.
Por fin el Director dijo.
- .....¡Por ello, demos un aplauso a nuestro benefactor y fundador! Y la algarabía dió vida a los enormes jardines, luego de ello, cada fila se dirigió a los salones de clases Karen y Ericka, dijeron en vos baja.
- ¡Hasta mañana mi amor! Se tomaron de la mano y muy felices y sonrientes salieron corriendo con mochila en espalda a sus salones de clases a dibujar el nombre de Fernando y Ericka encerrados en un corazón en todos los cuadernos utilizados ese día y ansiando que llegará la mañana del día de mañana, la hora de la formación para volver a encontrase con el amor solo de Ericka; un amor, que Fernando nunca sabrá que existe. 







No hay comentarios.:

Publicar un comentario