lunes, 1 de junio de 2015

Pasaron los años... pero no lo nuestro.


En una reunión, una fiesta, un cóctel, desde que al lugar llegó Alfredo del brazo con su esposa al aparecer en el umbral de la puerta y ser recibidos por los anfitriones, luego de saludarse Alfredo, dió un vistazo al resto de los invitados y entre los casi cincuenta invitados, entre cien ojos, hubo un par que de inmediato le atrajeron su atención, lo mismo hizo Carola, la esposa de Alfredo, pero para ella todo lo que vió, fué una fiesta común y corriente, con un buen ambiente, buenas bebidas; pero algo si le llamó poderosamente la atención y fueron: Los vestidos de unas, los zapatos de otras, las joyas de las otras. Preocupada de que nadie trajera un vestido como el que ella traía, el cual había comprado en un lugar exclusivo para ésta fiesta. 
Cuando Alfredo se enclavó en aquellos ojos verdes, los cuales, con las luces de neón brillaban de manera particular, ella, sintió la poderosa mirada de Alfredo. Cuando ésta insidió con sus ojos y como quien es victima de una magia, de una hipnosis ya pasada y que con la mirada de Alfredo se activaría el hechizo que el hipnotizador dejó guardado en ella; en ese instante, ella reaccionó y sin desearlo su rostro giró hasta que sus ojos convergieron con los de Alfredo. Cuando ambos estaban ya, como en trance, sin permitirle parpadear a sus ojos, los recuerdos de inmediato les llegaron a los dos a sus mentes y se trasladaron en el tiempo; justo a la fiesta en donde una noche, ellos, Alfredo y Virginia se conocieron, en sus mentes el momento cuando Alfredo caminó atravesando toda la pista con la misma mirada de hoy, ella que en ese instante vió como él se embistió hacia ella; Virginia se rindió ante su depredador y cuando lo tuvo enfrente y su voz escuchó, ella su rostro levantó y a los ojos lo vió, mientras ésto escuchó.
- ¿Quieres bailar conmigo? Ella sin emitir ningún sonido, como victima de una hipnosis se levantó y de él ya nunca se separó, bailaron toda la noche, una noche en donde hablaron de todo, una noche en donde se enamoraron, una noche en donde novios se hicieron, una noche en la que ambos se juraron amor eterno.... 
Pero el tiempo pasó, siguió su rumbo ya trazado y de alguna manera muy sutil y cruel, los logró separar y desde aquel momento hasta hoy; otra fiesta, otra vez las mismas miradas entre Alfredo y Virginia.
Ella, no podía su vista despegar de Alfredo y él de Virginia. Aunque sus corazones se identificaron de inmediato a través de la luz de sus ojos, era lógico que después de tanto tiempo, el mismo tiempo en algo los había cambiado y por un instante las dudas les invadió la mente y ella fué quien primero se dijo.
- ¿Será Alfredo? ¡Vaya que a pasado el tiempo, pero mi corazón aún tiembla solo de pensar que podría ser él! Mientras ella ésto pensaba, con el cuerpo todo enchinado solo de imaginar que el caballero con tan fuerte e insistente mirada podría ser él. Alfredo tambien se dijo.
- ¿Virginia? ¡Sí, ella debe ser pues, el tiempo habrá pasado, pero lo nuestro no! Y sus ojos se encendieron más, se iluminaron mucho más al percatarse que ella tambien lo buscaba con insistencia, tratando de no ser descubierta, ambos hacian de todo para no ser traicionados por la evidencia de sus ojos, de sus insistentes y provocativas miradas.
La noche siguió, al ritmo del mismo tiempo que los separó y ellos en medio de diferentes círculos de amigos, pero sus ojos seguían buscándose y miránodose, como queriendo que el tiempo presente se detuviera por un instante largo, largo, para seguir aunque sea apreciándose y con sus miradas hablándose.
Mientras él hablaba con unos amigos, compañeros de la empresa donde trabajaban, sus esposas decidieron ir al baño y Carola, quien ya se había hecho amiga de los amigas de su esposo se unió al grupo con rumbo al baño. Alfredo, simplemente con un gesto autorizó el viaje grupal al baño y sin dejar de controlar la ubicación de Virginia; pero en un parpadeo ella ya no estaba donde hace un segundo la dejó; pero los ojos de Alfredo eran como armas mortales y de inmediato la ubico a su victima, quien ahora estaba frente a la meza, lugar de las bebidas; Alfredo pidió un permiso a sus amigos y con rumbo a la meza de bebidas se dirigió, ella, Virginia, quien lo controlaba de reojo sintió como su corazón se hinchó adentro de su pecho provocándole un incomodo malestar en la boca del estómago, que luego le cambió por una reacción en su corazón, victima de la adrenalina y ella sintió como éste le palpitaba a cien. Alfredo, tal cual, hace tiempo atrás, atravesó el salón con paso de felino y con rumbo a embestir a su victima, así iba él rumbo a donde ella con nerviosismo se servía un trago, cuando el suyo sirvió, empezó a preparar otro como dando tiempo a ser devorada por quien contra ella se dirigía y al hacerlo sus manos le temblaban y mientras de reojo ella veía que se acercaba más y más, el temblor a su cuerpo la invadió por completo, acelerándose aún más su corazón, el dolor de la boca del estomago se repetía cada que su corazón le crecía de emoción y con eso su respiración se dejo contagiar.
- ¡Como han pasado los años y sigues siendo la mujer hermosa de quien un día me enamoré! ella sonrió y su mano con la copa le extendió, era el trago que ella le preparó mientras éste llegaba.
- ¡Lo mismo digo, tu mirada sigue dominándome! causando que mi cuerpo vibre con ella!
Alfonso recibió la bebida y al hacerlo sus dedos aprovecharon a rozarla y sentir su tersa piel. Ella sintió que se desmaya cuando sus dedos rozaron los de él.
- ¿Aun recuerdas que bebida me gusta? dijo Alfredo. Ella sonrió, y satisfecha se sintió.
- Y tú, ¡si que sabes aún como intimidar a una mujer! Y ademas ¡cautivarla! Los do sintieron por ese instante que habían llegado a la misma gloria; el amor de juventud, estaban frente a frente sintiendo los mismos miedos y emociones como la primera vez, mirándose sin hablar, esperando; una ser invitada para ir a bailar y el otro con los mismos deseos, pero ahora eran otros tiempos y aunque su amor nunca murió, por el contrario éste siguió creciendo. 
Pero ambos ignoraban el lugar en donde cada quien ahora estaba, como para haberse buscado.
- ¿Recuerdas cuando al oído me dijiste que nada nos iba a separar?
- ¡Si y yo te creí! ¡No es un reproche, sé que fueron cosas de la vida! 
- ¡Pero me complace y entristece a la vez, el saber que ni el tiempo logró que muriera lo nuestro!
- Es cierto Alfredo, ¡no lo logró! ¡fueron otros los que si lo hicieron y éstos son mucho más poderosos que los mismos años que nos separaron y que nos cambiaron!
- ¡Si, nuestras familias! dijo el otro sin poder evitar que un suspiro se le escapara de su pecho. Entonces, ambos regresaron a la realidad y entristecieron de nuevo. 
Ella, tomó su copa, dió la vuelta y se retiró y a la par de su marido se colocó. 
Alfonso hizo lo mismo y de nuevo unos extraños regresaron a ser.
Pero mientras la fiesta duró sin que nadie se diera cuenta con sus miradas siguieron amándose en secreto, y esos ojos se dijeron tantas cosas como nunca nadie habrá dicho; ¡cosas del amor!

Cuando la fiesta llegó a su fin, Alfredo y Virginia se vieron por ultima vez, pero ésta vez, sus miradas fueron más que elocuentes.
- ¡Como ha pasado el tiempo y éste seguirá y con él yo seguiré recordándote como la primera vez!
- ¡Lo sé, pues, parece que fue anoche que bailamos abrazados, jurándonos que nada ni nadie nos iba a separar! Y cada quien con su pareja del salón se alejaron. 

Y debo de agregar que después de esa noche nunca más, ellos se volvieron a ver ni por casualidad, el tiempo y los años les había de nuevo ganado y por fin los había logrado separar.
Pero, yo me digo: Quien tiene la oportunidad de encontrarse con ese ser amado, el primero importante en tu vida y volver a verse y encontrarse y sin palabras; hablarse y declararse de nuevo su gran amor, eso es algo muy dificil pero ellos lo habían logrado y hasta superaron el entorno para estar juntos un momento, un par de minutos, que para ellos fue la misma gloria, como alguna vez lo fué, para aquellos dos tímidos adolescentes que se miran sin hablar, pero con su mirada se dicen cuanto se gustan. 
Así fue el reencuentro de Alfredo y Virginia y supieron que sí, pasaron los años, qué, el tiempo logró separarlos, pero no logró hacer que muera el amor que una noche se juraron. 





Inspirada en la canción del mismo nombre R. Levi y R ferri




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