martes, 11 de agosto de 2015

Eclipse de amor


Entraba la noche y a escondidas de su choza salía, caminaba por caminitos hechos por el caminar diario de indígena que al guatal a sembrar a diario viaja. Su linterna, la luna llena, con picara mirada y ansiedad, con paso firme y sin detenerse, el chico va muy emocionado.
Al final del caminito, en otro paraje, de otra choza humilde, asustada por ser descubierta por padres que descansan, cansados del jornal del día; por ventana improvisada, ella como ladrón se escabulle, con el silencio en sus pies y aguantando la respiración para no despertar al perro que en el umbral de la puerta, con un solo ojo duerme. Entre los matorrales alcahuetes que le sirven de cortina o cortesanas para que nadie su presencia sienta, por éste lado no hay luna llena, ella eclipsada por nubes negras que le ayudan a llegar al camino que ha de entroncar con el de su prometido. 
Promesa que se hicieron un día que en el río de niños se encontraron y se vieron mientras en él se bañaban, con miradas de niños inocentes, promesa de amor se hicieron y con el paso de los años, la han respetado. Ella se a cuidado para él y él para ella con nadie nunca antes a estado, a pesar de que en el pueblo hay lugares con hermosas mujeres que se entregan por miseros centavos.
Ella, con paso torpe pero firme, pues no cuenta con linterna natural, cosa que agradece por el camino que su padre y sus abuelos caminando cada día lograron a la tierra hacerle. Ya han pasado muchos minutos y por fin en bifurcación los amantes se han encontrado; una colisión de enamorados que no ha dejado ningún herido, solo a dos corazones agitándose y contra pecho, golpeándose como queriendo unirse uno al otro, pero solo se logran sentir sus latidos cuando abrazados aun permanecen, ella llora de emoción, el otro la consuela con mucho amor, luego de pocos minutos ahí abrazados, escuchando los sonidos nocturnos del bosque que para ellos es una sinfonía de amor bien dirigida, se ven a la cara, la luna les alumbra solo para verificar y si se les ve muy enamorados e ilusionados. Después de apreciar a la que un día de niño le juro sería su mujer y la otra aceptó que éste su marido fuera, entonces se besaron, beso enamorado, sin malicia, ni morbo, como lo manda el que les puso ese amor en el pecho. Testigos esa noche, miles de ojos que penden de los matorrales y de las ramas de los arboles, quienes los arropan, pues creen que es amor verdadero y los van a ayudar a su nuevo camino tomar, para empezar una nueva vida en otro lado. Abrazados se internan en la selva sin caminos, pues hoy, ahora, empieza la tierra a ceder y a construir una nueva vía con esa dos vidas que pronto una solo serán, al meterse en la oscuridad del bosque selvático, los arbustos cierran toda evidencia y los arboles con sus ojos nocturnos y brillantes les enseñan el camino y por ratos las ramas en las alturas le permiten entrar a la luna, quien se adelanto dos días en su día de plenilunio; todo un complot, para ayudar a lo más bello que se puso sobre la tierra; el amor. 
Ellos viajan abrazados, pero no asustados, pues con ellos el valor, uno poderoso que solo da el verdadero amor, los corazones se han trasladado a las manos que entrelazadas por la oscuridad viajan, ahí, si logran sentir el palpitar uno del otro, por ratos se ven a la cara y sonríen emocionados e ilusionados, ya falta poco para llegar al nido que él durante meses en horas extras ha trabajado y que ella, sin él saberlo, un toque femenino le ha colocado, saben que están prontos y la emoción se incrementa. Al final, se ve como nacimiento de 24 de diciembre, el lugar que los habrá de acoger esa noche, que será una noche con mucha miel, serán abeja y panal, miel de colmena trabajada por años cada quien por su lado, pues vírgenes habrán llegado, acumulando toda es rica miel que se habrán de intercambiar esa noche con mucho amor.
Al fin han llegado y no se les ve cansados, tras ellos gritos y ladridos de perros se escuchan, como a medio kilómetro las familias se habrán chocado en la bifurcación y accidentados al verse seguro han quedado, pues si unos llegaron por el norte y otros por el sur sin haber otro camino ni por el este, menos por el oeste, saben que los han perdido, que se han escapado, el único que sabe del lugar pues su nariz se lo ha indicado, es el perro quien dormía con un solo ojo y por más que ladra y jalonéa nadie le hace caso. 
Mientras ésto pasa, en la chocita se han estrenado los amantes y con su cuerpo un eclipse de amor han logrado; eclipse de miel le llamaré, porque en el lugar no cabe nada que no sea dulce, la noche más dulce, cuerpos desnudos conociendo que es el amor carnal, pues el espiritual en el río hace años que desvirgado fue, los dos cuerpos desnudos sin vergüenza alguna, brillan de sudor, reflejando las plateadas luces que la luna desconsiderada les ha enviado, no se han cansado, lo han disfrutado y ahora se acarician, pues ninguno cuerpo del otro genero antes había mirado, ni en revista, ni televisión, pues la tecnología hasta ahí nunca ha llegado y ni en el cine, pues no han tenido moneda para desperdiciar, mejor bien la han invertido en el que ahora su hogar hasta que Dios quiera será. 
Lo piensan llenar de niños que alegren el pequeño lugar que un día con camino propio seguro contarán. 
Ahora, ellos continúan entregándose la miel en colmena almacenada y la que la abeja habrá de flor en flor campestre recolectado, esa noche desvelo total, muy azucarado sin otro aperitivo mas que los líquidos que de sus pieles y labios emerjan, pues no habrán brindado ni con champán, ni licor adulterado, quieren tener sus cinco sentidos compenetrados en conocer a sus cuerpos que durante tanto tiempo ambos han deseado. Esa noche extraña, con luna adelantada en el plenilunio por dos días, los aldeanos creen que el fin del mundo cerca está y a sus chozas asustados han regresado y la búsqueda seguro que seguirán mañana. 
Mientras, ellos siguen amándose y junto a la luna sus cuerpos siguen eclipsados y en el bosque la sinfonía de amor con su música sigue y los ojos nocturnos de la selva con intensidad esa noche los alumbran, cosa que no necesitan pues en ese instante los amantes luz y miel son; hombre y mujer amándose; cuerpos eclipsándose con eterno amor.





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