martes, 1 de septiembre de 2015

TANGO 2


Deseos eróticos hechos arte con movimientos insinuantes, donde la mujer puede presumir al darle forma con su cuerpo perfecto, envuelto en un traje que deja ver toda su sensualidad.
Vestido de color oscuro, de talle reprimido, pijazo que llega hasta la punta de un calzón de encaje que deja ver los encantos naturales de mujer, negro transparente. Escote pronunciado atrapando a firmes  y perfectos pechos, sin sostén, pues es una prenda innecesaria, para poder usar a tan lindo vestido, por la espalda, ésta completamente desnuda hasta donde ella da inicio a pronunciada curva que atrae miradas del espectador.
Con cabellera recogida y arreglada en voluptuosa bomba dispuesta a estallar dejando al descubierto un sensual cuello, adornado a los costados por aretes con piedras preciosas como reflectores de luces, luces bajas, tenues y tímidas, cómplices para poder llevar acabo el ritmo de un baile sensual y prohibido; entre sus senos y entre vuelta y vuelta se aferra pequeño dije, que se regocija con cada paso y cada acorde. 
Su rostro, embellecido con maquillajes que resaltan sus rasgos naturales y espectaculares, de ojos grandes, unos negros, otros verdes y a veces azules, como joyas extraídas del cofre para lucirlos en ocasiones especiales, como ésta noche de tango; cejas retocadas y arqueadas indicando la disposición de este baile sensual, más abajo y a los lados, mejías rosadas ya sea pellizcadas o retocadas con caro rubor, traído de París. 
Pero quiza lo mejor, sus labios, gruesos y carnosos, pieza sensual que invita al derroche de besos eróticos, de colores oscuros, que contrastan con su blanca piel, a propósito para ser deseadas, e invitan al placer de un beso mordelón; los hay de varios colores, pero el más usado quiza por la misma pasión, el color; rojo pasión, rojo encendido o rojo carmesí, formando un corazón o invitando a ese beso mordelón. 
A sus pies, zapatillas de cristal, contrastando con tanta sensualidad, dejando en ella, un dejo de pureza, de inocencia; tambien los hay; negros y rojos, pero una especial casualidad o quizá premeditado son sus dedos descubiertos y tambien pintados con el color de la pasión, nunca jamás tapados, para dejar ver esa parte tan sensual, una que para el insulso pasa desapercibido, pero no para el experimentado, que ve en sus pies toda la sensualidad de tan bello ser llamado mujer, desde ahí, si asciendes llegaras a encontrar el máximo placer en la mujer; esos trajes ajustados como simulando una segunda piel, a veces, traje completo, pero con sus toques ya explicados. Otros, desnudos al centro, para lucir algo que en esa época carecía de importancia, pero al fin parte de su cuerpo sensual; me refiero a su ombligo, uno al aire, orificio que un día le dio vida en el vientre y que ahora invita a visitarlo y disfrutarlo, pero por su parte externa. Además, el dorso con su ombligo expuesto le dan mejor sensación a sus senos oscilantes, lugar como una bifurcación, que te hacen pensar; hacia donde quieres disfrutar a la mujer, si al norte o al sur; dificil decisión.

Tango; melodías nostálgicas, llenas de dolor, erotismo y amor, dos cuerpos que se desgarran con movimientos sensuales preludio de noche apasionada, de vaivenes sexuales sobre cama king size, solo que ahora sobre pista de madera, fina y lustrada, el ambiente en el salón, a pesar de haber tanta gente; abuelas cuidando a sus niñas, éstas que en la penumbra de un inmenso salón a pleno ojo del observador hacen el amor. 
Tango; danza sensual, danza sexual, cuerpos rosándose, invitándose, sintiendo y compartiendo el erotismo, que se siente, que se baila a flor de piel; ella, lo envuelve, colocando su pie en la nalga de él, él la aprieta, para hacerse sentir, éste la arrastra y ella se deja llevar, ah bendito orgasmo discreto. 
Tango; la fotografía de un orgasmo femenino, justo en el momento exacto, mientras el diafragma de un bandoneón gritan de placer, pues ella, se tiene que reprimir.
Tango; buqué especial, de color rojo, que tarda en embriagar porque lo hace lentamente como el vino rojo, que calma la sed, pero despierta y aviva la sensación de cada poro.
Tango; imágenes, de mujer en pleno embate sexual; de mujer sumisa que me mira desde el piso; de mujer altiva que la observo inalcanzable allá en el cielo; y en otras, la aprieto contra mi pecho con el mayor recelo para demostrarle mi amor, mi deseo. 
Tango; movimientos que sacan chispas en la madera del piso del salón, indicadoras de lo que estas melodías despiertan en los que las escuchan y mayormente en aquellos que las ensayan.
Tango, perdóname que al recordarte se me salga una lagrimón y se me escape un suspiro, viejos tiempos muy criticados pero a la vez deseados; hoy respetado y con nostalgia lo quiero remembrar, volverlo a bailar, sentir tu cuerpo caliente sobándose contra el mio, tus piernas fuertemente atrayéndome a lo mas bello, tú entrepierna, que ahora esta hirviendo como entrada al infierno, con deseos húmedos y vaporizantes; me haces el amor en publico y nadie dice nada, nadie se ruboriza, nadie se avergüenza, pues, tan solo es un bello tango, baile respetado pues para bailarlo deberás de gala vestir. Ella ya descrita; pero él, nada, poco que decir; un traje perfectamente planchado, con quiebre como linea perpendicular hecha por arquitecto, sin una sola arruga más que las que el ritmo manda, camisa blanca, muy blanca sin ayudada de cloro, cuello almidonado que resalta de la solapa, para abultar a digna corbata, y en su solapa, rosa roja o blanca, contrastantes como el mismo ritmo avasallante y encantador, en el bolsillo del saco, no sé, si como adorno o pañuelo dispuesto a secar el sudor de la dama que te hizo el honor de entregarte todo su calor envuelto en movimientos sensuales y sin censura alguna, permitida por todos pues están hasta en la constitución de los ritmos sensuales. 

Tango; baile, canción, melodías, letras, conjunción de emociones, que desgarraron mi corazón, como lo hizo un día tu abandono y que más tarde me alegró con tu retorno, aunque nunca quise el regreso, fue la vieja calle, la que me indicó quien era mi amor, al fondo el farolito que alumbra esa calle vieja, donde un noche bajo la luz de la luna, después de caminar por el caminito amigo, que hasta tu ventana me condujo, para robarte un beso, uno mordelón, pues era como te gustaban y a mi me excitaban; pero no me permitías nada más, por el recato de la época que hoy recuerdo desde tierras lejanas y ajenas. 
A mi mente llegan: Ríos, montes y cañadas de la tierra donde he nacido y que un día me vió partir. 
Uno, siente que se le desgarra el corazón por aquellos reproches que un día por odio o por dolor salieron de tus labios rojos y carnosos. 
Mi vitrola, que ahora conmigo llora, pues me encuentro aquí con todo a media luz, sufriendo y escuchando milongas, sintiendo como mi alma se encoge poco a poco, recordando aquella época tan linda que ya se fue. 
Quisiera ver la luna en los charcos y bailar un viejo tango, un sueño nostálgico, sueño del alama, que nunca volvió. 
Tango; tango querido, recuerdo tus cuerdas y al bandolón, instrumentos que me acercaron a tu cuerpo y corazón. 
Tango querido, el día que me quieras, será como una rosa engalanada, vestida con el mejor color, ese color que ahora con el tiempo remembrando me causa un gran dolor.    

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