lunes, 9 de noviembre de 2015

Asesinato en el continente Negro 4


El destino estaba echado, ya nada los detendría, unos caminando en los parajes selváticos huyendo por sus vidas, mientras otros, tras ellos para arrebatárselas, igual lo hicieron ellos sin piedad con el paquidermo que adornará algún museo en algún lugar del mundo.

_¡Bueno, caminemos! ¡iremos hacia las montañas! 

Dijo el lider y tomaron lo poco que tenían y se dieron a la caminata, con rumbo hacia su destino, uno propiciado por ellos mismos. Mientras caminaban, iban atentos, pues el lugar daba para muchos peligros más, los guardias les seguían y les pisaban los talones, pero aún no los localizaban con certeza, les robaba tiempo el seguir sus huellas las cuales a veces se perdían por las mismas características del terreno.

_¡Creo que los perdimos señor! dijo uno de los ahora cazadores.
_¡Solo por un instante, solo por un instante! Respondió el jefe con toda seguridad sin dejar de ver al horizonte. 
_¡Descansen un rato! ordenó.

Los que no podían descansar para aprovechar alejarse del lugar lo antes posible y así poder llegar pronto a las montañas su única salvación; eran los fugitivos, asesinos y traficantes.

_¡Caminen! Gritaba el lider, quien se veía cansado, lo mismo que sus compinches y la familia de ricachones, éstos eran los que sufrían más la situación, ellos, acostumbrados a los lujos y comodidades, los autos nada de caminatas, las únicas que disfrutaban eran en el Gym.
_¡Por favor, ya no aguanto, descansemos un rato! Pidió la señora del millonario y el lider al verla se dió cuenta de que en realidad ella ya no daba para más, igual los niños y el ricachón.

_¡Ok, descansaremos unos cinco minutos! 
Ordenó el lider, cosa que todos agradecieron.
Se apostaron en diferentes lugares, buscando el lugar más cómodo, cosa que era algo imposible, tambien buscaban un poco de sombra, sus ropas completamente de color caqui, parecía uniforme, pues todos se encontraban empolvados de pie a cabeza.

_¡Silencio! 
murmuró el que los metió en éste lío. Todos hicieron silencio y se escondieron donde les fue posible, el lider se acercó pecho a suelo con el guía.
_¿Qué pasa?
_¡Creo haber escuchado algo!
_¿Algo?
_¡Si, algo como un motor de auto!
_¿Serán ellos?
_¡Me temo que sí! Dijo un desconsolado guía.
_¡Mierda! Dijo el lider con el susto en su rostro.
_¡Está bien, no diremos nada para no alarmar al resto!
_¡Usted manda jefe! Dijo el guía.

Así permanecieron como diez minutos, en silencio total, hubo quienes se durmieron pues el cansancio era duro.

Quien se puso de pie, fue el millonario y enfurecido dijo.
_¡Ya me orino!
_¡Agáchese idiota, no ve que nos pueden ver!
_¿Quien? ¡No se ve nada a kilómetros! 
_¡Yo voy a mear por ahí atrás de esos arbustos!
_¡Atrévase a detenerme y verá lo que le sucederá! 
la hija con sarcasmo musitó.
_¡Seguro lo orinarás!
_¡Te escuché jovencita! 
Dijo el millonario mientras caminaba a mear, por otro lado el lider dijo.
_¡Idiota! 
Lo dijo con mucho odio en su rostro, como deseándole lo peor.

En el lugar todo siguió en silencio y con calma, tanto el lider como el guía decidieron que no sería inteligente seguir, que esperarían a que anocheciera en ese lugar y saldrían al día siguiente al no más aparecer el sol en el horizonte.
Todo seguía en calma.

_¡No me gusta tanta calma! 
Dijo el guía.
_¡A mi tampoco, me pone nervioso! 
Respondió el lider, mientras los niños se molestaban entre ellos sin medir la magnitud en lo que estaban metidos, la madre de los infantes adolescentes, sacaba chispas en contra de su adinerado marido al ver como su manicura se le había destruido y de ver a su atuendo de varios miles de dolares para la fotografía junto a su trofeo el paquidermo, cómo se le había dañado. 

Por otro lado los secuaces del lider, apostados a los flancos con sus armas vigilantes para no ser sorprendidos por sus cazadores.
Aquella calma preocupante e intranquilizante para los que mandaban ahí, se vio irrumpida con unos terribles y horrendos gritos que eran opacados por unos rugidos que aterrorizaron a todos en el lugar y al alertarse todos en el lugar se percataron que los rugidos llegaban de los arbustos, lugar en donde orinaba tranquilamente y despreocupadamente el ricachón.

Efectivamente, de ese lugar venía el estrepitoso sonido y del cual se agitaba ferozmente los arbustos.

_¡Mi marido, hagan algo por favor!
Uno de los secuaces cargo su arma para disparar a la leona que le hundía sus enormes colmillos en el cuello del desafortunado millonario, pero el lider lo detuvo, llamándole al atención.

_¿Qué haces? ¡estás loco!, ¿quieres indicarles a quienes nos persiguen, dando el lugar de nuestra ubicación!
_¿Pero jefe, el millonario?
_¡Ya nada podemos hacer por el desdichado idiota!

Efectivamente, la leona que atacó y otras dos se peleaban entre ellas el alimento, luego de la confusión entre las leonas, cada quien se alejó con una parte del millonario, para luego unirse a ellos el resto de la manada, permitiendo que se alimentara primero el león, un hermoso y gigantesco ejemplar, las hienas a unos pocos metros esperando las sobras, pero esta vez no habrán, tambien las aves de rapiña volaban muy cerca, pero tampoco ellas podrán alimentarse de la carne del millonario.

La selva comenzaba a cobrase de los asesinos del hermoso paquidermo, la ley de la selva había dictado sentencia en contra de uno de los miembros asesinos y traficantes de marfil, la condena era, la pena de muerte...






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