lunes, 23 de noviembre de 2015

Ésta mujer... Será mi mujer


La vi pasar a mi lado moviéndose de lado a lado o eso hacía su faldita, corta pero holgada, ella parecía un barco en alta mar, bajo una gran tormenta, sus pisadas eran largas y con firmeza, su cabellera larga y ondulada, como si estuviera en la década de los ochentas tambien llevaban el mismo ritmo, al pasar a mi lado dejó en el ambiente todo el aroma de su perfume, creo de Carolina Herrera, no sé pero si que era uno caro, era algo tan bello que mi andar detuvo y me obligó a voltear y apreciar como navegaba en alta mar. 

Apenas unos pasos delante de mi y como no queriendo me dejó en el ambiente una caída de pestañas que me hipnotizó. Ahí, en ese instante, me repetí en mis pensamientos... ¡Esta mujer! 

Luego me sonreí y detrás de ella me dirigí, ella seguía con su bamboleo, uno que me embrutecía más y más; de vez en cuando una de esas miradas que te paralizan todo el cuerpo, yo me repetí... ¡Esta mujer!

Por momentos me detuve, pues no quería ser tan evidente que me encontraba detrás de ella y mi visión me permitió ver otros lugares de su perfecta figura, baje la mirada en cámara lenta, quise ver por debajo de su bailarina y colorida minifalda y al hacerlo me encontré con dos largas pero hermosas piernas, bien rasuradas o a lo mejor con alguna media o de esas pinceladas que dan la sensación de llevar una fina media, no importa, pero al ver tan perfectas prolongaciones de perfectas nalgas elevadas y redondeadas, me repetí... ¡Esta mujer! 

Y en sus delicados pies, lindas zapatillas, no de cristal, pero si unas que permitían ver lo pintoresco de sus pedicura y uñas pintadas con un color que llamó mi atención... ¡Esta mujer! me repetí, esta vez alguien que por ahí pasó me escuchó y hasta un beso de vuelta recibí, tonto travestí, nausea sentí, pero lo ignoré y de una mi caminata de nuevo sobre la chica seguí, tambien para retirarme de la fatal confusión. 

Varias cuadras había caminado y la estela de su aroma me llevaba como caricatura sobre el viento flotando y una nube de feromonas entrando en mis narices de perro, con las fosas bien abiertas y mi lengua por un lado colgando y salivando, tambien goteando... ¡Esta mujer! repetí una y otra vez y luego mis bigotes de lobo con mi larga lengua limpié. 

Cuando le dí nuevamente alcance me hice un poco más el baboso o el tonto como mejor te parezca, tomé en mis manos una revista, el tendero me dijo: ¡Esta al revés! y yo le digo: ¡Quédese con el vuelto! y sobre la revista con su portada de cabeza, tímidamente como sherlock Holmes o el 007 mis ojos saqué y de nuevo su falda seguía en mortal movimiento... ¡Esta mujer! en total descontrol, así me tiene, se dibujo en mis ojos dichos pensamientos. 

Elevé la mirada sobre su diminuta cintura, la cual equilibraba aquella bella arquitectura y me encontré con su reflejo sobre vitrina, por donde hasta los maniquís suspiraron, mientras las femeninas moradas de envidia se colocaron; yo lo que vi me hizo casi gritar... ¡Esta mujer! 

Pues el reflejo que vi, me hizo ver a sus pechos balancearse de arriba a bajo al ritmo de sus caderas, falda y cabellera ochentera, no pude ver abdomen, pues creo que no tenía. Me dije, además de bella mujer un muy buen colon tiene la bella chica y de nuevo en mi cabeza apareció el rotulo de... ¡Esta mujer! 

Otras cuadras más y por fin el barco atracó y los movimientos se detuvieron, todo quedo muy firme y en su lugar, yo sentí a mi estomago fallecer y a mi corazón un ataque que casi me mata; ésta mujer, me dió la muerte pero al tiempo con sus ojazos me devolvió la vida, pues parada frente a mi con hermosa sonrisa y con dentadura por odontólogo esmerado, brillante, sin uno solo diente imperfecto y esos labios, entre gruesos y delgados, una rara mezcla, un carmín tan rojo como la sangre que en mis venas hervía de felicidad y angustia, su parado a lo Travolta, una pierna recta y la otra entre abierta, con la zapatilla llevando el ritmo que de una radio y canción vieja una melodía salía yo sentía me derretía, mientras ella como buque con miles de joyas esperando ser abordada por su pirata, pero el pirata estaba tan asustado que solo logró repetir... ¡Esta mujer! 

Ella ahí esperando por mi ser abordada, pensé, querrá ser ultrajada, pero yo ahí seguía sin poder abordarla y como pirata engrilletarla al mástil del barco. Al darse cuenta de que nada sucedía, ella se dió la vuelta y siguió su andar, me dije, es la mujer y sobre me le abalancé y cuando de su mano alcancé y la tomé.  Waldo lamió mi rostro y de mi sueño me despertó, casi que ahí lo mato; pero él tenía una urgencia, lo comprendí; me dije, para esto le enseñé.

Le coloqué su correa y a la calle, al árbol, el de siempre, heme ahí esperando a que Waldo hiciera del uno o del dos a quien le puede interesar yo recordando mi hermoso sueño; cuando del otro lado de la acera, iba una perrita y del otro lado de su correa. 

¿Adivinen quien?... ¡Es la mujer! dije admirado y Waldo pensó, ¡es la perrita con la que soñé! 
y ambos detrás de nuestros destinos, solo que esta vez era en la vida real y frente a mi la mujer, con movimientos de barco en alta mar y con su cabellera ochentera. 

La diferencia es que yo ya tenía una experiencia y esta vez nada evitaría que... 
¡Ésta mujer... Sea mi mujer!


                                             El Fin

No hay comentarios.:

Publicar un comentario