martes, 15 de diciembre de 2015

Cualquiera de estas noches...


En una de esas locas y viejas noches cuando la luna estaba llena y brillaba tanto que iluminaba todo lo que me rodeaba, todo era tan claro para mi, se lo agradecí a la bella luna que me iluminaba mi andar por esas peligrosas calles húmedas por el sereno de la madrugada, mientras regresaba de ver a mi amada, algo extraño sucedió.

Sucede que mientras le hacia el amor, afuera llovía como si el diluvio llegará y todos corrieran al arca a salvar sus vidas yo mientras disfrutaba de ella y ella de mi, pero entre gemidos escuché unos susurros que me robaban la concentración, era como si me encontrará entre el bien y el mal; luego de varias horas, la lluvia menguó y desapareció. Fue cuando de su casa salí y a la mía me dirigí y la bella luna, como dije, alumbraba mis pasos pero en mis oídos esos raros susurros, la escuchaba decir; que una de éstas noches a mi alma me robaría y en mi entraría y que de mi se apoderaría. Mientras ésto llegaba a mis oídos y mis pensamientos se confundían con mi linda chica de esa noche y las horribles palabras que como susurro a mis oídos llegaban; en el horizonte, justo al frente, una silueta de hembra tremenda se detuvo ante mi, ésto era como un duelo del viejo oeste, yo en un lado y la mujer que seguramente me susurró al oído en el otro extremo; vaya si era bella la condenada y yo ahí parado, detenido, solamente observando a tremenda mujer con un atuendo que me permitía ver su figura esbelta y perfecta, como si sobre su piel tuviera otra piel, la fiebre a mi llegó y subió y a mi hermosa chica de esa noche por completo la olvidé y como yo no podía mover un solo musculo; ella empezó a avanzar. 

Mientras lo hacía ella se convertía en una felina y otras en una diablilla con todo y cola y de nuevo la chica hermosa que me tenía hirviendo en fiebre, yo veía como se acercaba a mi cada vez ella más cerca de mi y yo a en la noche húmeda y fría, sin lograr realizar ningún movimiento que me salvara de perder mi triste alma, pues así me lo advirtió y al parecer esa noche por fin llegó. Vi para los lados y metido en la oscuridad de la noche solo ella y yo, el mundo entero plácidamente dormía, soñando con los angelitos seguro que sí mientras yo me encontraba frente al mal a punto de perder mi alma, ella avanzaba entre diablilla, felina y hembra divina, cada vez más cerca de mi y yo deseaba gritar para que mis padres y hermanos llegaran por mi y salvaran mi pobre alma, pero ahí estaba, paralizado y ella avanzando, muy segura y sensual. Que noche más loca, no podía ser verdad, yo quería gritar y salir huyendo de ahí pero nada en mi respondía a mis deseos. 

Cuando la tuve muy cerca de mi, uno de mis músculos reaccionó yo dije, ahora no, pero era inevitable ahora la veía mejor y mi corazón latió mucho más velozmente, pero no de miedo sino de emoción y si me metiera un termómetro en mi boca éste habría estallado entre mis dientes, pues la fiebre ahora era más alta. Ella se paró frente a mi, justo a un metro mio y en mis oídos escuché; ésta noche serás mio, nada te podrá salvar de mi; esas palabras como susurro a mi llegaron, yo me resigné a perder mi alma y posiblemente la vida, me dije, no hay de otra y la vista baje al suelo y en ella dos hermosos pies, con la vista seguí el camino de la perdición y mientras subía más emoción yo sentía, sus piernas interminables y esbeltas como torneadas por pincel de artista del renacimiento de los mejores de los viejos tiempos. 
Por fin llegué a donde se encuentra su vientre y a sus costados tremendas caderas dignas de un orgasmo, luego vi más arriba y la redondes de sus caderas terminaban en una mínima cintura la cual, mientras la vista ascendía se perdía y me encontré de nuevo con tremendas curvas, eran sus enormes pechos con forma de corno-copia, con pezones hinchados dispuestos a rasgar la fina tela que la cubría, por un rato me detuve a observar sus bellezas asesinas pero mi curiosidad me hizo continuar mi destino y mi camino y mientras mi vista subía los aires que venían del mismo infierno o del mismo cielo, yo estaba confundido, a su cabellera oscura como bandera lo ondeaban; por fin, me encontré con su rostro, al ver su perfecta cara casi muero pues mujer mortal seguro no era y sus ojos de un azul profundo, con una mirada que echa fuego, eso me hizo desvanecer, estaba frente a la mujer perfecta y mis piernas no pudieron sostenerme más y a sus pies caí, el miedo ya me había abandonado y si pareciera que suplicaba no estarían equivocados, pues suplicaba que esa hembra fuera diabólica o angelical yo deseaba que me amara, que me hiciera suyo, que tomara mi alma y que como me advirtió entrara en mi cuerpo; aunque en realidad quien deseaba entrar en el cuerpo de alguien ese era yo, quien deseaba entrar en su hermoso cuerpo, poseerla hasta morir haciendo el amor. 

Ella me vió a sus pies derrotado y su mano me extendió, con ella una hermosa sonrisa que le devolvió la paz a mi cuerpo, me dijo, levántate del piso que he venido por tí, hoy no es esa noche, me adelante para rescatarte de una muerte horrible y segura, que a tu alma pierdas para toda la eternidad. Entonces, no eres tú quién a mis oídos me ha susurrado cosas que solo vendrían del mismo infierno. No, dijo ella, mientras yo me ponía de pie, pero también le dije, yo te vi avanzar y mientras lo hacías en felina y diablilla y luego en hermosa mujer te convertías. Debe de ser la fiebre que tienes encima, pues yo he sido enviada a rescatarte y a salvarte y si tú lo deseas tambien a amarte.
Al escuchar aquellas palabras la vida retornó a mi y la luna de nuevo brilló y la pude ver muy bien, efectivamente se trataba de bella y sexy mujer; pero no podría venir del cielo pues con esa indumentaria, cómo podría ser posible. Que mi apariencia no te engañe, me dijo, recuerda que el traje no hace al monge y muy seria me dijo; vienes o no. Yo le dije, por su puesto que contigo me voy. Y le pregunté, entonces eres un Án... 

Eso exactamente estaba a punto de decir cuando escuché gritar a mi chica, con quien hace poco hice el amor y a otros más que nos drogábamos en nuestro cuarto secreto, ella dijo en ese momento; REDADA y todos como pudimos nos levantamos, pero por más que quisimos estábamos tan drogados que nada avanzaron y a todos nos engrilletaron, nos sacaron a la calle y al suelo nos lanzaron, nos gritaban, mariguanos y drogadictos malditos y nos daban de golpes, mientra en nuestras manos, colocadas a nuestra espalda nos engrilletaban, luego de eso nos pusimos de pie y nos condujeron hasta una panel de color blanco; yo dije, éste no es un vehículo judicial, pero en él nos metieron y cuando iban a cerrar las puertas con nosotros ahí adentro, alguien con voz dulce pero a la vez fuerte y con vos de mando, dijo, un momento de éste me encargo yo; me sacaron de la panel la cual luego se perdió por las calles húmedas bajo la luna llena y bella, la persona que me solicitó me tomó por las manos y los grilletes me quitó luego me dijo, date vuelta y frente a mi... El Ángel con quien soñé; le dije, eres mi bello Ángel. No, me dijo, soy un oficial encubierto quien te salvó de una muerte segura. No, tú eres con quien hace un rato yo hablaba y, tú indumentaria, dónde la tienes, abajo de esas horribles ropas. Ella solo dijo, aún sigues drogado, dime la dirección de tu casa que te llevaré hasta ella. Pero, por qué me sacaste de ese horrible auto color blanco. Eres al único que pude salvar, los demás chicos no corrieron con tu misma suerte, vamos apúrate pues podrías perder tu suerte de esta noche y me condujo hasta un moderno auto y me llevó hasta mi casa, al llegar se bajo y me abrió la puerta y me dijo, ya no fumes, ni te drogues, eres muy guapo, hoy no fue tu noche pero cualquiera de estas noches si sigues en estas, encontrarás la muerte. No sé que vió en mi rostro que se acercó y a mis labios un tierno beso en ellos me dejo tatuado, se regresó a su auto un BMW color rojo, subió en él y como endemoniada por la calle corrió dejando pintadas las llantas sobre el pavimento; en su matricula decía: Ángel o Demonio y con su bello rostro en mi mente me dirigí a mi casa, abrí la puerta y a ella entré, por las escaleras hasta mi cuarto subí y al entrar en él di gracias a Dios y elevé una oración por mis amigos drogos, quienes no corrieron con la misma suerte que la yo; me recosté, cerré mis ojos y me dormí. 

Cuando profundo quedé, en mis sueños apareció una vez más la hermosa mujer, quien me dijo:¿Qué fue lo que me decías cuando nos interrumpieron los desgraciados vestidos de justicia humana?
Yo le confirmé mi duda, ¿eres un Ángel? Ella solamente me sonrió y apasionadamente me besó. Debo confesar, que aquel fue mi mejor sueño húmedo.  

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