lunes, 14 de diciembre de 2015

El Abogado Penalista (como me lo contaron te lo cuento)


Se encontraron dos viejos amigos en un café, como lo hacían cada año, una especie de reunión de colegio, pero en realidad era una reunión anual de dos viejos compañeros de trabajo, ya jubilados, quienes trabajaron toda su vida como maestros y que una vez coincidieron en un mismo colegio y de ahí nació la amistad que hasta el día de hoy se tenían. Sus tertulias siempre terminaban con la anécdota de más de alguno de sus ex-alumnos y esta vez uno de los maestros le cuenta al otro, muy alterado, por casi olvidar la historia que le tenía que contar, pues se le estaba olvidando.

_¡Ah! ¡Me olvidaba contarte! ¿Te acordás de Luis Felipe? (lo apellidos me los reservo por obvias razones)
_¡Y!, ¿cómo no recordar al tremendo de Luisito? ¡Y, es que era tan solo un baboso pre-adolescente tratando de ser aceptado por su grupo del salón! 
_¡Vaya que chingaba el condenado! ¿verdad?
_¡Jajaja! ¡Era tremendo! Éstas eran las impresiones que Luis Felipe había dejado en los maestros.

Uno de los maestros y ahora amigos le recordó el mal momento que le hizo pasar a uno de ellos el jovencito de Luis Felipe, al recordarlo no dejo de ponerse pálido y con el rostro arrugado de la cólera, mientras el otro se reía de su amigo como lo hizo hace ya muchos años, cuando se entero.
_¿Te recordás aquella pasada que me hizo el condenado de Luisito?
_¡Cómo olvidarlo si fue chistosísimo, al menos para mi, Jajajaja!

La pasada que le hizo Luis Felipe a uno de sus maestros, fue así. 
Llegó el Sr. Director con la cara más que pálida, al salón de clases, tocó y luego entró, más bien solo asomó la cabeza y a uno de los dos amigos le dijo.
_¡Maestro! ¿podría salir un momento por favor?
El maestro pidió disculpas a sus alumnos y con la cara llena de dudas salió al corredor para escuchar lo que su jefe tenía que informarle.
_¡Maestro, me he enterado que el alumno Luis Félipe, en su mochila carga una granada de fragmentación!
_¡¿Qué?! ¡No puede ser posible! Y, ¿qué quiere que haga, por qué no lo ha esculcado, y ha llamado a sus padres, y tambien a las autoridades? Dijo un alarmado e incrédulo maestro.
_¡Por ello estoy acá maestro, pues solo fue un chisme, yo quiero que usted le pregunte pues, él lo respeta tanto que seguro no habrá problemas!
_¡Qué de a sombrero! ¡Sr. Director, pero ese es su trabajo!
 _¡Por favor maestro, lo tomaré como un gran favor personal, además usted esta joven y sin hijos mientras que yo el otro año me jubilaré y tengo nietos, por favor! Suplicó el Sr. Director que al maestro no le quedó de otra más que hacer el trabajo sucio. El director se largó del lugar a paso veloz, quedándose con la bomba de tiempo en sus manos el maestro. 
Éste entró en el aula y su mirada la dirigió de una a Félipe, éste siempre se sentaba en el pupitre que queda justo frente a la cátedra del maestro, lo que significaba que si era cierto y que si la granada explotara el primero en morir junto a Félipe y aledaños, sería el maestro.
_¡Luis Félipe, venga por favor! Le ordenó el maestro al muchacho, quien como si nada pasara se acercó al maestro con mochila en manos, mientras el resto de alumnos seguían platicando entre ellos, sin darle importancia a lo que sucedía pues, para todos era sabido que a Luis Félipe a cada rato le llamaban la atención o lo llevaban castigado a dirección.
_¡Si profe, diga usted! Se acercó Luis muy educado, pues al maestro lo respetaba más que a su propio padre.
_¡Luisito, le voy a hacer una pregunta y quiero me responda con la honestidad del caso, por favor! ¿Entendió? ¡Yo creeré lo que usted me diga como respuesta! Ésto le dijo el maestro a Luis.
_¡Cómo no profe! ¿Pregunte?
_¿Es cierto que en ésta mochila usted anda cargando una granada de fregmentación, de las del ejercito?
Luis sin inmutarse y con mucho orgullo le respondió que sí, a su admirado maestro y además agregó.
_¿Las conoce, quiere verla? El maestro sintió que el cuerpo se le erizó por completo y aún sin darle crédito, aceptó ver el interior de la mochila.
_¡Está bien ábrala, pero con mucho cuidado! le ordenó el maestro a su pupilo, quien abrió la mochila con el cuidado que el maestro le pidió y entonces el maestro asomó la cabeza y efectivamente, ahí adentro, una granada del ejercito y un revolver que fue de algún policía, entre otras cosas, como una "F" arma para propinar golpizas.
_¡Santo Dios! Dijo el maestro y sin hacer aspavientos por el resto de muchachos en el aula y le dijo amablemente a Luis Félipe.
_¡Luisito, por favor se me va ahora mismo, tiene mi permiso y el de Dirección y se lleva eso lejos de aquí y nunca, nunca vuelva a traerlo al colegio! ¿entendió?
_¡Esta bien profe, hasta mañana! Y se fué.
Luis Félipe, fue expulsado del colegio y no supimos nada de él, hasta ahora que el amigo del maestro afectado le contaría lo que Luis Félipe habría hecho.

_¡Jajajaja! Se reía el otro maestro, aún le parecía chistoso, no lo ocurrido, sino la expresión de miedo de su ex-compañero académico.
_¡Si muy chistoso, como no te pasó a ti!
_¡Ya olvídate de él, te cuento que hace poco supe de Luis, quien ahora ya es un hombre completo!
_¡Eso con seguridad! ¿Pero que pasó con Luisito?
_¡Pues lo que tenía que pasar, recuerdas que tú eras la imagen de padre, pues en su hogar lamentablemente nunca lo pusieron al orden! 
Y el maestro le contó a su amigo lo que le pasó a Luis Félipe mucho tiempo después de aquella desafortunada experiencia en el colegio.

Ésta es la historia futura y presente de Luis Félipe...
Sucede que Luis siguió con sus tonterías de la adolescencia y así llegó a ser adulto y como es de esperarse, ya adulto se metió en el trafico de estupefacientes y en una de esas cayó preso y ahí estuvo por falta de méritos o por quiza ser alguien que tan solo acompañaba a un traficante y por estar con la persona equivocada y en el lugar equivocado, tambien paró en el bote, como sea, ésto le sirvió a Luis Félipe para ordenar su vida, pues estando encarcelado por 10 años, éste adentro en prisión recapacitó el ritmo de vida que hasta entonces había llevado y que ahora lo tenía encerrado, justamente o injustamente, el caso era el mismo y adentro del penal aquel hombre delgado se convirtió en uno muy robusto, pues dedicó parte de su tiempo a ejercitarse y logró una figura digna de campeonato de fisiculturismo y ademas se tituló como Licenciado en leyes y además obtuvo una maestría como Penalista. A lo que se dedica hoy día luego de cumplir con su condena, la cual no fue de 10 años, sino de menos años por buena conducta. Actualmente Luis Félipe, es un prestigioso Abogado penalista.

_¡Caramba! ¡No te imaginas como me alegra oír esa historia y que Luisito por fin es un hombre de bien, que por fin enderezó su camino, pues otros en las que andaba el pobre de Luisito, ahora están 3 metros bajo tierra! ¡Me alegro mucho y doy gracias a Dios por él y por sus familiares! ¡Es una lástima que nuestro director no vió en vida lo que logró a quien él expulsó del colegio!

Las horas se fueron volando y los maestros pagaron la cuenta, se dieron un afectuoso abrazo, se desearon lo mejor como buenos amigos y se dispusieron ver el próximo año; como venían haciéndolo durante casi 20 ya.


Ésta historia se la dedico a mis compañeros instructores y maestros y especialmente a todos los muchachos que en esas edades buscan de alguien que los guíe por el buen camino. Además doy gracias a Dios, que con un buen grupo se logró la meta. Pero ésta dedicatoria va para Luis Félipe (nombre ficticio) por haber encontrado la paz y por haber canalizado toda aquella energía que lo caracterizó toda su vida.








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