lunes, 18 de enero de 2016

Emmanuel (erotismo light)


Era una niña, de dónde vino, nadie lo supo, yo al verla, en mi inocencia dije: Seguro vino del cielo.
Su sonrisa; era musica, sus labios; eran tentación, sus ojos; estrellas de noche oscura. Una cándida y bella niña era mi amiga, una niña bien, que junto a mi vio llegar la adolescencia y un poco más tarde el adolescente fui yo, ella me ganó pero me esperó, no sé por qué, pero lo hizo, su carita hermosa se volvió en rostro de mujer; su boca mi perdición, su sonrisa la invitación, y sus ojos estrellas fugaces sobre un cielo lleno de estrellas; esa era mi amiga fiel, yo sin tomar forma aún, seguía siendo un aguilucho cambiando su plumaje, pero ella seguía a mi lado. El tiempo pasó, como suele suceder, y por ahí todo cambio, igual que ella; ahora una  mujer bella. 
A quien deje de ver por un tiempo, el mismo que le tardó en convertirse en mujer bella y sensual; yo, ya estrenaba un plumaje completamente nuevo y muy colorido que llamó su atención. Yo no la reconocí pero ella a mi, sí, se bajó de tremendo carro ultimo modelo, todos en el barrio una vez más suspiramos por Emmanuel, ese era su nombre, bello tambien. 
Al descender del auto lujoso que la trajo de vuelta al barrio, nos obsequió una vista hermosa que nunca más volvimos a ver, era Emmanuel, de sus labios, la musica y la tentación eran su carta de presentación; de sus ojos, una lluvia de estrellas y más al fondo las estrellas fugases en cielo estrellado de siempre. El paisaje ya no se concentraba solo en su carita de cielo y angelical, ahora traía algo nuevo que me cautivó un poco más y a mis amigos los enloqueció; era mi Emmanuel. 
Su cuerpo, la importación directa del pecado en su piel y en sus curvas perfectas, trampas para morir por ellas, derrapar y caer al abismo, sus senos dos circunferencias perfectas, su cintura el fin y el inició de la mejor de las mieles, un panal de rica miel, en sus pronunciadas redondeces que desembocan en dos piernas largas y torneadas, hasta sus perfectos pies, con sus manos, se acariciaban una hermosa y convexa parte, mientras con la otra se corregía su cabello corto y lacio color de miel, a quien no dejaba en paz el viento, era mi Emmanuel, quien volvió y aun no se por qué o más bien por quién, luego de permitir admirar tan tersa piel; ella caminó, era la reina de la pasarela, paso adelante uno del otro y el contoneo era melódico, sus senos casi no se movían, era por el peso que en cada uno llevaban y eran naturales, lo que nunca perdió, pues la vi y la escuché, fue su exótica sonrisa, algo que me confundía, pues su cara era angelical como creada en el cielo y seguramente así fue, pero su cuerpo era de un mujer diabólica, la pura tentación. 
Mientras caminaba, uno a uno, mis amigos se alejaron hasta que quedó yo solo. Mi plumaje tomó un color muy especial, justo el del apareamiento, deseaba impresionar a tan bello ser de mi misma especie, eso era casi imposible pero por lo menos hice el intento y no claudiqué, ahí como un valiente que espera su destino sembrado sobre piso movedizo quedé, hasta que junto a mí; mi hermosa Emmanuel. 
_¡Hola! me dijo y agregó; ¿me recuerdas?, yo pensé: ¿cómo podría olvidar a hermosa hembra, mi dulce amiga Emmanuel? 
_¡Hola Emmanuel!  le dije tímidamente; ella acercó su bello rostro y mi mejía con cariño besó yo no pude responder, su olor era tan fiel, que me quedé oliendo a ella, ese aroma me cautivó y su figura ni se diga, ahora que estaba a mi lado, era mucho más bella y especial, que me enamoró otra vez. _¡Maldita sea! no puedo escapar de su amor. 
_He vuelto por ti. Me dijo y yo sentí que la tierra me tragó, pero no perdí el color de mi plumaje, ahora brillaba más y mi corazón también se aceleró. 
_¿En serio Emmanuel? le sonreí y luego le pregunté: ¿en dónde has estado todo este tiempo?, ella me dijo: Es una historia muy larga y no tengo mucho tiempo. Luego me tomó de la mano y hasta su lujoso auto me condujo, le abrí la puerta, corrí y a su lado me senté, al hacerlo no puede evitar ver sus rosadas piernas, su minifalda se le corrió tanto que me dejo ver un poco más, mi corazón por un segundo se detuvo y de inmediato tomé una respiración profunda, para poder regresar, ella puso en movimiento su auto y me llevó a una casa de la playa, una muy elegante, de gente bien, me refiero gente bien pagada, gente con mucha plata.
_¿De quién es casa? le dije a Emmanuel. 
_Es mía, bueno de mi esposo fiel, un diplomático acaudalado y muy bien ubicado, con él aprendí el arte del amor; pues, cuando le conocí yo era una niña bien, me presentó a sus amigas, las de su edad; ellas, me condujeron por un viaje sensual, de lujos y de placeres mil, y de las maravillas del sexo disfruté, ahora soy la mejor en eso, aprendí muy bien; pero en mi mente nunca pude sacar a mi 
amigo fiel, el niño que fue mi amigo desde mi infancia y al que siempre creo que amé, ese eres tú, me dijo; mientras me servía un trago yo sonreí incrédulo de ver y escuchar lo que me confesaba mi amiga Emmanuel, luego de dar un sorbo al licor, ella continuó y me dijo. 
_Veo que de aquel niño educado sus frutos han dado a un hombre muy guapo y sensual, siempre lo presentí y al hacerlo tambien te deseé y por ello heme aquí.  Mientras me dijo ésto, de su mano me llevaba hasta una lujosa habitación, en ella, una enorme cama y en el cielo un enorme espejo, a nuestros pies, una alfombra Persa de colores rojo y miel, como una comparación de su rostro y piel, cara angelical con dulce sabor a miel y cuerpo de diablilla con la experiencia y llena de fuego en su piel para compartir conmigo. Me soltó la mano y siguió caminando, como felina lo hacía y se lucía hasta la enorme cama; mientras lo hacía, sobre la alfombra quedaban todas las prendas que me impedían ver bien el majestuoso cuerpo de bella mujer, al llegar a la cama yo vi su reflejo sobre el espejo y en él lo que vi, me hizo casi morir de pie, como lo haría el mas viejo roble y así me sentía entre mis piernas; ella, una imagen que no podré olvidar, pues si me hicieran una autopsia, en mi mente, el día que muerte, ahí encontrarían tatuado el cuerpo de Emmanuel, así de bella era ella. 
Sin emitir una sola palabra, solamente la sonrisa que ya he descrito tanto antes, fue quien me invitó y mi andar ahí empezó con rumbo a la enorme cama, mientras avanzaba junto a las ropas de Emmanuel las mías quedaron, como fiel presagio de lo que me esperaba sobre ese enrome cama; mis ojos bien abiertos veían como ella se frotaba con sus hábiles dedos y de ellos la mas rica miel le recorría por sus muslos y le llegaban justo al (...) lugar en donde terminan su torneadas, bellas y aterciopeladas nalgas; mientras se acaricia, sus pies se encorvaban, mi cuerpo empezó a responder a tan bella imagen, luego, cuando estuve ya completamente desnudo y ella vio mi virilidad apuntando al mismo cielo, ella llevo a su hábil mano y se saboreo los dedos con la miel que salia de su entrepierna, una vez más, gateé y la empece a lamer desde sus pequeños y limpios dedos de sus pies, al hacerlo cerré mis ojos, no quería ver más, pues si veía, no podría aguantar llegar hasta el final junto a ella, mi lengua esculcaba a su dedos, que no quedo uno solo que no lo probara; luego bese sus pantorrillas y así continué con sus largas y torneadas piernas, ademas de besarla tambien la acaricié, su olor de mujer húmeda y de hembra caliente me atrajo y como un imán a ella llegué; la bese como loco, mi lengua sin darme cuenta se volvió en ese momento un elemento habilidoso, que de una escuché la ansiada respuesta salir de sus labios y los quejidos se hicieron presentes, esa musica era la batuta que me daba el ritmo; mientras, ella acariciaba mi piel, mi cabellara, tambien mis hombros y mis fuertes brazos. 
No se cuanto tiempo la besé, mi lengua entraba en toda ella y acariciaba sus labios por dentro y por fuera y a veces me ganaba el deseo infame y un mordisquito por acá y otro por allá, fue ahí cuando escuche de ella luego de un largo suspiro acompañado de un corto quejido que me condujo al mismo cielo; ella dijo: ya no más, por favor dame un descanso y su pecho se hincho, dejando escapar de sus labios un delicioso quejido de satisfacción y le dió el remanso, yo la entendía, pues tambien me deseaba sentir no solo por afuera sino por dentro tambien; entonces le dí el deseado descanso del placer que hasta ahora de mí recibía y me coloqué sobre su hermosa y tierna piel, cuerpos cóncavo y convexo quedaron exactos, como mandados a hacer y entonces bese sus labios, los que siempre emitieron linda musica para mis oídos, ella respondió y su lengua sentí que me entró, la recibí con la mía y sus sabores más íntimos que aun permanecían impregnados en mi, con su mano tomó mi hombría y hasta su lugar lo llevó y en el umbral lo dejó. Sentí cuando su cuerpo me invitó a entrar y ella, mientras yo entraba gimió más fuerte y me recibió con un calor delicioso, ese que no quema la piel, pero te estremece al resto de la epidermis; mientras seguí mi camino, ella me esperaba con deseos, eso lo sentí muy bien, pues con sus bellos pies me empujaba por mis fuertes nalgas, mientras me clavaba tiernamente sus uñas, rasgó suavemente sin causarme daño toda mi espalda hasta mis nalgas y al llegar a ellas, me dió el ultimo empujón y ya adentro; inició el erótico baile, ella baila muy bien y yo le seguía el ritmo, me esmeré por bailar muy bien. Mientras ese vaivén nos aceleraba el corazón y la circulación y tambien la respiración, sentí como sus senos se hundían en mi pecho como dos puñales duros y sin filo, me acomodé sobre el cuerpo de Emmanuel y sorbí de cada seno en mi boca, mientras a uno lo succionaba, al otro lo acariciaba pero con mi lengua y mordiscos en su base, por otro rato dibujaba su aureola con la punta de mi lengua y le mordía la cúspide de tan bello montículo en el pecho de Emmanuel; ella quiso tomar el control, pues se dió cuenta de que lo que yo hacía estaba muy bien. 
Me detuvo y beso mi pecho, se colocó sobre mi y siguió con sus besos, por un camino siempre por hombre deseado, hasta que estuve adentro de su dulce aliento, todo lo que le podría dar, yo quería dar más, pero ya no era posible, mientras su aliento con su rico aroma me endulzaba mi sensible piel yo acariciaba su tersa, larga y chica cabellera y mi cuerpo convulsionaba como oleaje, pues ella lo hacía muy bien, podría decir que era una experta mi linda Emmanuel. 
Cuando ella sintió tanto en su aliento como en su entrepierna, la cual la acariciaba su habilidosa mano, debo decir que era ambidiestra para éstas actividades, se detuvo y mis labios beso, mi lengua recibió tambien a su lengua y a los jugos de mi delicada piel, pero mientras hacía esto yo sentí una vez más su mano firme sobre mi delicada piel y el calor de su piel interna se hizo presente y una vez adentro de mi Emmanuel; la danza erótica dio inicio. 
Todo empezó como un viejo bolero, pero pronto cambió a rica salsa, también hubo cumbia, para finalizar con exótica samba y reflejado en el espejo, en el cielo, arriba de nosotros vi los más bellos e inimaginables juegos artificiales. 
Ésto se repitió varias veces toda la noche y cada vez fue mejor que al anterior hasta que por la ventana entró el amanecer, se sentía muy agotado y desvelado, pero le dijo: Emmanuel ya estuvo bien; deben de alejarse, pues ya es de día y eso no esta bien. Ella me vió, esta vez vi la luz del sol en sus ojos color azul y su sonrisa me dió la paz, siempre como una bella musica, ésta vez un hermoso vals fue lo que escuche. Ella me dijo: Desde niña te amé, te amo hoy y te amaré mañana y moriré amándote; yo le dije: Lo mismo me sucede a mi, solo que yo moriré el día de hoy; ella me sonrió como indicándome que nada podía hacer para evitar mi muerte, yo entendí y de sus brazos me separé, me di un baño; mientras, ella con un café me esperó en la cocina, su bata no disimulaba nada o es que ya la conocía de memoria. Me bebí el delicioso café, pero ninguno dijo ya nada más, al terminar mi caliente y rico café, me levanté y su frente besé y en sus ojos ya no hubo más sol, mucho menos lluvia de estrellas, ni estrellas fugaces, esta vez solo agua salada y un mar con oleajes de color azul y en mi pecho un dolor enorme que hizo se me aguaran mis ojos, pues sabía que era nuestra despedida. Nuestras manos se negaban a separarse, hasta que por fin quedamos como el cromo de la Capilla Sixtina y muy triste de ahí me fui...
Juro que nunca supe más de mi Emmanuel, aunque si la sueño muy a menudo, sé que es feliz, a su manera vivió su vida, pero la mía esa ya no fue vida después de probar tan rica miel, he buscado pero solo azúcar he encontrado y no es lo mismo, pero me queda el más grande recuerdo de haber amado a la mujer que todos han y habrán deseado y lo mejor, que ella me ha buscado, su amor me ha confesado, para mi eso es un aliciente, más no la vida. 
Gracias mi hermosa Emmanuel por tu cándida amistad de niña y tu indiscutible amor y erotismo de hermosa mujer. 
Sigo con la esperanza de que un día regresará, no importa cuando, ni si su cara bella estará arrugada, me gustaría morir tomado de la mano de tan bello ser, mi querida Emmanuel, pero eso el tiempo será quien lo decidirá. 
Todas las tardes me asomo a mi ventana con la ilusión de ver llegar al pueblo un coche lujoso, lugar en donde conocí a mi Emmanuel. 
Mientras espero sé que muero, vuelve por mi Emmanuel te amo tanto... Canto esta canción por el alma de Emmanuel...  Te espero, mi bello secreto de nombre: Emmanuel.




Inspirado en la novela erótica: Emmanuel. Escrita en 1959 por Emmanuel Arsan (seudónimo)





No hay comentarios.:

Publicar un comentario