lunes, 11 de enero de 2016

¿En Dónde estoy?


El lugar era nuevo para mi, jamás en mi vida había estado antes ahí; ¿y mi familia?, pensé y al darme cuenta de eso me asusté, como nunca antes lo estuve, después de varios minutos reflexionando sobre mi rara situación, me dije; no hay de otra, más que regresar a casa a pie, allá me encontraré con ellos. Me paré en la enorme y silenciosa carretera, vi para ambos lados y ni idea de para dónde debía caminar; ¿qué ruta deberé tomar? Lo bueno era que aun era de día y la luz era muy buena, respiré profundo para tomar fuerzas y para tratar de conseguir una guía para dónde ir y al no recibir respuesta alguna, la buscada y deseada, me dije; caminaré en contra de ese calcinante sol, mejor que me dé en mi espalda y no en mi rostro. 
Y empece mi caminata, una muy larga, seguramente ya llevaría un par de horas caminando por una serpenteante carretera que atravesaba montes, parajes, unos muy bellos por cierto, riachuelos y hasta me detuve por un momento a refrescarme en una pequeña pero bella laguna a la cual, por lo visto aun no le llegaba la mano del hombre pues el agua era de lo más cristalina y refrescante- Me sacudí el pelo y continué mi caminata, con la esperanza de que pronto encontrará un lugar familiar que me indicara que mi caminata no era en vano o que, me dirigía en sentido contrario al camino que me conduciría hasta mi amado hogar a unirme con mi amada familia a la que quería tanto y, con quienes nunca me había separado hasta el día de hoy. 
Por un momento me dije; ¿será ésta otra de mis pesadillas y pronto despertaré en mi cómodo hogar y junto a ellos? ¡ya los extraño!. Para esto habría pasado ya otra hora, eso creo, pues no tengo un aparato que me diga la hora exacta, pero yo creo que más o menos ese tiempo habrá pasado, por ratos encontraba un lugar fresco con buena sombra y literalmente me echaba a descansar, a pesar de que no me he separado de la cinta asfáltica, no ha pasado ni un solo vehículo que me pudiera llevar. Descansé algunos minutos, no se media hora o quince minutos, a quien le interesa el tiempo en éste instante más que a mi, pues no quiero que me caiga la noche y yo todavía en este camino; me di a la tarea de caminar otra vez más y caminé y caminé, no se por cuanto tiempo y cuando creí que desfallecería escuché como un ruido se acercaba hasta el lugar por donde iba. Ya no caminaba, más bien arrastraba mis pies y mis piernas estaban a punto de abandonarme, mi corazón latía tanto y mi sudor; ¿cuál?, yo creo que ya me deshidraté, quise voltear para pedir jalón, pues el ruido que escuché era seguramente de un automotor. 
Efectivamente, ahí va, se me pasó y no me dió tiempo de pedirle auxilio y de aquí que pase otro, será cosa de varias horas, estoy que me muero y caí sentado y decepcionado, casi resignado a que no podría regresar a mi amado hogar. Mientras me sentía morir ni cuenta me dí cuando alguien acarició mi cabeza, dándome consuelo; tan mal habré estado que un desconocido samaritano se me acercó y ni cuenta me dí, levante mi cara, la cual me pesaba tanto, era obvio que mis fuerzas me abandonaban y es que a pesar de que el sol me daba en la espalda, era sofocante y he de comentar que como siempre viajé sobre la cinta asfáltica, a veces el sol me quedaba enfrente, seguramente tengo mi cara requemada, la persona sentada a mi lado esperando a que retomara un poco mis fuerzas, mientras, él seguía acariciando mi cabeza y mis hombros, consolándome. Por fin se aniño y me preguntó.
¿A dónde vas amiguito? yo quise responderle, pero necesitaba beber un poco de agua, pues mi boca era un desierto, tan solo lo vi a su rostro, no era nadie conocido, él me sonrió amablemente yo intenté corresponderle y aunque sentí que me sonreía con él, seguramente que mi cuerpo no me respondía, pues tenía la intención más no las fuerzas hasta para sonreír.
_¡Te ves mal amigo! ¿quieres que te lleve? Me preguntó muy amablemente, y aunque no pude más que asentir son alguna mueca supongo, pues él me ayudo y casi cargado hasta su auto me llevó, me ayudó a entrar y de su maletero, extrajo un bote con agua, la cual bebí con ansías, pero él me dijo.
_¡Despacio, pues te hará daño si la bebes de un solo! Le agradecí y bebí a pocos el agua, me era un poco dificil pero es que la necesitaba, mis pies los sentía lastimados y quemados, los unte con un poco de agua; él simplemente me sonrió y me dijo.
¿A dónde amigo? cuando le iba a responder; me dijo.
_¡Ni modo, a dónde el camino nos lleve!, ¿no? Yo dije; pues si, tiene lógica y con mi cabeza le dije que si.
Era delicioso sentir en mi rostro ese aire que me despeinaba y a mis ojos hacía llorar o a lo mejor sí lloraba, ciertamente de la emoción de saber que iba devuelta a mi hogar con mi amada familia, a pesar de que el aire no era frío, más bien era caliente, pues el sol seguía ahí, observando mi peregrinación, mi desesperación, mi desgracia.
_¡Cierra la ventana, pondré el aire acondicionado! me sugirió, pero no obedecí, para mi ese aire que me alborotaba mi cabellera era lo que deseaba, él comprendió y su vidrio tambien bajo y entonces, ambos disfrutamos del aire que entraba por las ventanillas. Sí, viajamos tal vez otra hora y al fin llegamos a un poblado, al entrar en él yo me avispé para observarlo muy bien y ver si lo reconocía.
_¡Si! me grite en silencio, para no dar evidencia de que tal vez se habían olvidado de mi, pero eso no podía ser posible, así que le dije.
_¡Por ahí, por favor!
¿Estas seguro? me dijo, siempre sonriéndome; yo le dije. 
_¡Sí! ¡mira, es precisamente allá! él notó mi alegría y me dijo.
_¡Tranquilo, que te llevaré hasta la puerta de tu hogar! ¿me dices cuál es?
_¡Es esa! casi que me lanzo del carro, pero el me cachó con una de sus manos y me detuvo, pues mi ansiedad y alegría era tanta y obvia que no podía esperar a llegar a mi hogar.  Él subió los vidrios de su auto y colocó llave en las puertas y me dijo. 
_¡Espera acá, iré a averiguar!
_¿A averiguar qué? le dije. 
_¡Es mi hogar! ¿qué te pasa amigo? Pero por más que proteste me dejó encerrado en su auto, lo vi cuando tocó a la puerta y por fin alguien abrió, pero no pude ver de quien se trataba; pasaron varios minutos y entones la puerta se cerró de nuevo yo dije. 
_¿Qué sucede, por qué no me esperan o me vienen a recoger? 
Ahí, comprendí todo y en mi corazón sentí un agudo dolor y mi estómago se estremeció, fue tan duro que casi vomito; mi amigo regresó al auto y abrió la puerta y al hacerlo, yo lo vi, con mis ojos desorbitados, deseando escuchar una buena noticia, pues todo aquello era raro para mi. 
Él me sonrió con mucha pena en sus ojos y al mismo tiempo con alegría en su corazón, eso si que lo sentí muy bien, pues con su actitud hizo que mi ansiedad bajara y me consolé. Entonces me dijo con una dulce vos.
_¡Bueno mi amiguito!, o ¿debo decirte Firulais?, te llevaré a tu nuevo hogar, eres un perro hermoso, no se por que esa mala gente te dejo abandonado en lugar de darte en adopción; pero no te preocupes, en mi hogar, el cual ahora es el tuyo, hay alguien a quien harás muy feliz como me has hecho a mi en este viaje. 
Arrancó su auto y por el retrovisor vi cómo se alejaba de mi el que fue por un par de años mi dulce y amado hogar y en él, los que fueron mis amos y que me habían abandonado quien sabe por qué razón. 
Pero mi corazón no les guarda rencor, por el contrario, siempre los recordaré y vivirán en mi mente; pero ahora, me toca empezar una nueva vida. Él, abrió la ventanas de nuevo y el aire me dió en mi rostro y lo disfruté por quien sabe cuanto tiempo, ya no me preocupó más. 
Se detuvo por un instante y con su control remoto abrió las puertas y entró en el que desde hoy sería mi hogar; era enorme, amplios jardines y una casa que parecía un palacio; cuando se acercaba a la enorme casa de nuevo hizo lo mismo subió los vidrios y me dijo.
_¡Espera aquí por favor! y así lo hice. Despues de varios minutos salieron de la enorme casa, mi nueva familia: Él, su esposa y dos niños; uno de ellos, el más pequeño, corrió hasta el auto, abrió la puerta y al verme ahí adentro con mi cara de susto, se lanzo sobre mi y con mucho amor me abrazó y me hizo una promesa al oído...

_¡Yo nunca te abandonaré... Bienvenido a casa Firulais! 

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