martes, 26 de enero de 2016

She believe in me


Ella cree en mi, a pesar de que tanto le mentí y aun le miento y ella sigue siendo mi creyente.
Creo no merecerme su confianza, mucho menos tanto amor, pero mi naturaleza es así, no puedo controlar mi situación. Y le pido perdón. 

Ella me responde; que aunque no tenga la razón, ella me perdona y esperará
hasta que madure, y me convenza de que a quien amo es solo a ella. 
Yo le sonrió y ella ve en mi, una falsa sonrisa y también me sonríe, pero su semblante es triste, pensará qué, ¿hasta cuando tendrá que esperar y mentirle a su corazón? Para que crea un poco más en mi, que me dé el tiempo que necesita para ser quien ella tanto desea. 
Mi problema es que lo amo, y eso no me deja ver lo que es evidente... ¡Su traición!

Ella cree en mi, me espera hasta la madrugada en cada viernes y también los sábados; me siente alcoholizado y en mi ropa los olores de otras, peo me recibe con un beso y recoge mis porquerías, me arropa y se acurruca junto a mi, vela mi sueño hasta que quedo profundo. 

Mientras yo duermo, ella besa mi espalda y mi pecho sucio, con manchas de carmín, con mucha paciencia y mucho amor me limpia los trofeos de esa noche, ve mi rostro y en voz baja me repite una y mil veces más: ¡Qué me ama!

Ella cree en mi, mientras yo, la traiciono, debo dejarla, pero no puedo, creo que también la amo y creo que su amor es sincero,  me esmero por cambiar, ¡es tiempo ya!, para pertenecer a una sola mujer, y a mi me toco la mejor, pero nunca la valoro.

Ella cree en mi, me ha observado toda la noche hasta que amaneció y al despertarme mis labios con mucho amor me ha besado. Yo la aparto, para evitar me sienta perfumes ajenos y manchas que sin yo saberlo, ella ya limpió y me dirijo al baño, a quitar de mi cuerpo las porquerías que otras dejaron impregnadas en mi. Al salir, ella me espera con café caliente y una sonrisa sincera, y en su carita de ángel, un par de ojos azules que me ven con demasiado amor.

Ella cree aun en mi, en que puedo a mi vida corregir, y al ver su esmero, yo desespero y busco la manera de cambiar, de ser merecedor de tan bella mujer y tanto amor, a quien un día le robé el corazón. Desde mucho lo llevo conmigo, egoísta seguro soy, por no devolvérselo para que encuentre a quien entregarlo. Y así recibir lo que espera de mi y que  mejor crea en el indicado, hombre bueno y no malvado, ese que le podrá dar, lo que yo no le puedo dar; pero al pensarlo e imaginarlo, verla salir de mi vida, se me rompe el corazón; entonces corro y la abrazo y la protejo como lo más preciado que ella es para mi, y digo sin querer en voz alta: ¡Perdóname mi amor! 

Ella me ve con ojos de mujer eternamente enamorada, con ojos de mujer que todo perdona, para no perderme y me responde: ¡Claro que si mi amor,! yo creo en ti y mi corazón te eligió para bien o para mal, me conformo con un pedazo de ese enorme corazón que llevas en tu pecho y esperaré a que un día vengas a mi y me ames como yo a ti.

Ella cree en mi y yo creo en ella, en el amor que me entrega y en su confianza, de que un día seré solo para ella. 
Lo malo es que, hasta esta época y su modernismo sexual está su contra, pues, en la oficina con mis compañeras, bellos ejemplares y unas pu...diera decirlo, pero no; hoy quiero empezar a cambiar y me esmero y por aquí deberé de comenzar, por respetar a mis amigas y compañeras. Pero soy débil y de nuevo es viernes, y otra vez caigo en una nueva traición.

Ella cree en mi y está dispuesta a esperar por mi. Pero el tiempo pasa igual para ella y para mí. 

El cielo se dio cuenta y al ver su abnegación y entrega hacia mi, dijo: ¡La habré de ayudar!, y mando una dura y definitiva prueba, que será dura de superar. 

El quién nunca la dejó, por que a su modo la amó y a quien ella tanto esperó y nunca desesperó porque realmente lo amó, en las garras de la muerte, un sábado se encontró. 

Y en la emergencia del viejo hospital, un lleno por completo por ser sábado; una bella mujer llora por la vida de quien fue su gran amor, por ese alguien a quien tanto espero para que cambiara, para que un día madurara y que solo a ella la amara, en él que siempre ella creyó.

_¡Señora, su esposo falleció! 

Ella lloró hasta más no poder, pues tanto lo amó, que aun hoy muerto... 
Ella sigue creyendo en él.

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