sábado, 13 de febrero de 2016

El marchante de feria y la escuadra


Hacia seis meses, que el primo de Rolando se había ido mojado a los Estados Unidos y una noche apareció por el vecindario, a visitar a sus tíos y primos, Todos nos encontrábamos cómodamente en el árbol de don Mario, al vernos se acercó a nosotros, quienes no lográbamos reconocerlo por la oscuridad de aquella noche, a parte que, como cualquier emigrante que al regresar del norte viene vestido de una manera muy especial y diferente, atuendos que según ellos los hacen ver como gringos, -jajaja-, y si a eso le agregamos, un corte de cabello de esos que en lugar de causar admiración, más bien causan risa, cólera o cualquier otro sentimiento, menos admiración. Lo ignoramos, pues no lo reconocimos y nuestros ojos tenían un filtro especial que solo nos permitía observar a las chicas que por ahí deambulaban.

_¡Manos arriba, esto es un asalto! 

Dijo el raro individuo, con revolver en mano, algo que hizo, casi -iba a escribir nos cagáramos, pero mejor no- nos meáramos en los pantalones. Todos, sin excepción, levantamos las manos; pues, por aquellos dorados tiempos los asaltos a mano armada eran muy escasos, que cuando sucedía uno, casi sentías a la muerte en tus espaldas, -no como hoy día, que es el pan diario-.

_¡Jajajajajaja!

Soltó la carcajada el maleante y asaltante, algo que nos desconcertó y al tiempo, todos nos volteamos para ver la cara de quien se burlaba de nosotros; claro, sin bajar las manos.

_¡Bajen las manos payasos!

Nos dijo el malhechor, muy confianzudo y guardó su escuadra en su enorme y raro pantalón.

_¡Qué! ¿No me conocen?

El primero en reaccionar fue su primo Rolando, pues la sangre llama y la de indio más -no al racismo, es un chiste-.

_Que tal vos Fito, ¿cuando regresaste? ¡Muchá es mi primo el Fito, que regreso de los USA!

Y, nosotros ya enojados, el primero que habló fue Daniel.

_Seguramente por indocumentado, ¿te agarró la migra y te deportó, verdad vos atarantado?
_¡Verguiemos a este cerote, pues aun no se me bajan los huevos de la garganta!

Concluyó el Daniel, a lo que todos estuvimos de acuerdo y nos dejamos ir en cima del cerote, como si fuéramos leones hambrientos de sangre. El Fito se apartó y de nuevo desenfundó su escuadra, ahí todos levantamos de nuevo las manos  y como corderitos le dijimos.

_¡Tranquilo! solo es una broma, ¡¡bienvenido a tu patria manooo!!

_Y ustedes, no han dejado de ser los mismos mulas de cuando me fui, no ven que esta mierda no es de verdad, es un juguete, ¡idiotas! ¡Jajajaja!

Esa confesión en lugar de ponernos como la chingada, si fue algo digno de admiración, pues el juguete si parecía real, Daniel fue el que se adelantó y dijo.

_¡Enséñame esa mierda! ¡Puta mucha! si es cierto; pero tiene el peso, el tamaño y todo, ¡parece real esta babosada!

Y mientras el Fito y Rolando se fueron a saludar al resto de la familia, nosotros nos quedamos con la escuadra, admirándola, si que era hermosa la condenada arma y juguete gringo. Con la admiración en mi rostro les dije.

_Vamos a ver a mi hermano y lo ahuevamos como nos ahuevó el cabrón del Fito.

Los que quedamos ahí dijeron. 

_¡Si! ¡vamos, ese cabrón nos la debe tambien!, ¡jajajaja!

Nos subimos al Mazda del Daniel y nos dirigimos hasta la casa del chingón de mi brother. Cuando llegamos nos abrió la puerta su esposa, preguntamos por aquel y nos dijo 

_Pasen, esta viendo el "Chavo" en el cuarto. 

Daniel dijo.

_¡Déjenmelo a mi! ustedes esperen aquí y entonces después de la cagada que me de en él, entren para que no se nos muera el condenado.

Así lo pactamos y el Daniel se puso su chumpa negra y se colocó la gorra que cargaba el Chente y en la cara un pañuelo y extrajo el arma; la esposa de mi brother se asustó, pero nosotros le hicimos señas de silencio con el dedo en los labios y ella entendió y simplemente se sonrió, ya era parte del plan.

_¡¡Manos arriba hijueputaaa, esto es un asaltoooo!! 

Grito Daniel, mientras entraba al cuarto somatando la puerta en la pared, mi hermano quedó pálido y mudo y al instante entramos, para que volviera en sí y la broma no se convirtiera en desgracia; todos reíamos, incluyendo la esposa, mi cuñada; mientras que el Daniel se quitaba del rostro el pañuelo, el macho de mi hermano, quien nunca pierde, dijo.

_¡Te salvaste de una buena vergueada! pues estaba a punto de quitarte el arma y darte con ella! -si como no Chón-. ¡Enséñame esa mierda que chula está!

Dijo, ya con el color en su rostro y le contamos toda nuestra agónica experiencia y reímos todos. El abusivo dijo.

_Esta babosada se ve como juguete, debido a la pintura que la delata. 

Y sin autorización la empezó a pelar.

_¡Vos animal esa babosada no es mía! 

Le gritamos, pero a aquel le valió madre y más por el susto que le metimos, que en un santiamén la dejo sin rastros de la pintura.

_Miren, ahora si parece de verdad.

Y ciertamente, ahora si era un arma genuina y verdadera, solo que en lugar de escupir plomo, seguía escupiendo balines o perdigones. 
Cuando regresamos, estaban Fito y Rolando sentados en el árbol de don Mario, esperando por nosotros y por el arma.

_¿Qué le hicieron a mi pistola desgraciados? ¡ya la cagaron! ¡Ahora me la pagan!

Dijo un muy molesto engringado de Fito, que hasta el hablado tenía raro, como si en estos seis meses se le hubiera olvidado hablar bien el español y lo peor, que de inglés nada, jejeje.

_Tranquilo gringo buey, -le dijo el Daniel- ¿Cuanto quieres? te la compro, y no por que te la hallamos vuelto real y no juguete, sino porque realmente me gusta.

Fito se aprovechó y le soltó el precio y Daniel ni lo pensó y la compró. 
Ahora éramos propietarios de un revolver, aunque de juguete, pero podríamos divertirnos mucho con el resto de cuates mientras lo averiguaban, lo importante -y esto lo razono hoy- es que nunca nos topamos con otro que si estuviera armado con una de verdad jejeje -risa nerviosa-.

Bueno, luego de darnos la grande con aquella arma y que Daniel la dejara en mi casa, pues si llegaba con ella a su casa hubiera dormido con ella en la calle y aunque fuera un juguete. 
Mi hermano, cuando llegaba a ver a mis padres, se colocaba la escuadra en el cinto y se emocionaba; la emoción fue tanta que a los pocos días se compró una pero de verdad, una que aun guarda en casa, bueno, que su esposa la tiene escondida y bajo siete llaves, pues, conoce el temperamento de mi hermano y podría pasar una desgracia. -pero ésta es otra historia-. 
A los días de todo aquello, llegó la feria anual del barrio y nosotros, los muy machitos, nos pavoneábamos con ella en el cincho, hasta teníamos fechas en el calendario para saber cuando le tocaba usarla a cada quien.
Un día se me prendió el foco, recuerdo que nos encontrábamos aburridos, pues nuestras preciosas chicas esa noche por algo no salieron _no creo que estuvieran en sus días, pues eso no las detendría- y cuando nos encontrábamos parados frente al puesto del tiro al blanco, yo les pedí a los muchachos que hicieran un semicírculo dando la espalda a dicho juego.

_¿Qué haces?

Preguntaron impacientes, pues sabían que sería algo genial.

_Ustedes tranquilos y observen.

Les dije y sobre el hombro de Willy, saque el arma ya cargada y disparé; y... ¡Plosh! sonó una de las bombillas del tiro al blanco, el parroquiano y dueño del lugar cayó patas arriba y lentamente se levantó con la cara pálida, pensando qué había pasado, por qué la bombilla estalló asi por así. Nosotros salimos corriendo antes de ser vistos, pues ya no aguantábamos las ganas de carcajearnos y eso nos delataría.

_¡¡Wajajajajajaja!! ¡Qué calidad vos Chejo! ¡Sos el mejor! ¡Jajajajajajaja! 

Así nos la pasamos por días y el parroquiano seguía sin entender que pasaba con sus bombillos, pero como toda cosa buena tiene un fin. 
Ya teníamos los turnos de uso y tiro al blanco; pero, el Rolmy se loquió y dijo, como niño haciendo berrinche.

_Tu madre vos Chente, ahora me toca a mi, que de ahuevo, quieren brincarme una ronda.

Y en la alegadera y el recuento de quien iba después de quien, Rolando grito.

_¡Mucháaa!, ¡corran!, ¡que ahí viene el maleado del tiro al blanco y con machete en mano!

Efectivamente, el marchante venía colorado de la rabia y con el machete en alto, gritando.

_¡¡Desgraciados, al fin los controlé, páguenme todos los focos que me quebraron!!
_¡¡Policía!! ¡¡Agárrenlos!! ¡¡Ellos son!!...

Pero de nosotros ni el polvo, no deseábamos terminar en un hospital macheteados...

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