miércoles, 30 de marzo de 2016

El Jinete (Una historia de amor)


Por la lejana montaña, se ve correr sin descansar a un jinete, en su cara el rostro de la desesperación, a su pasar, los lobos aullándole a la luna de plenilunio, nadie sabe de donde viene ni para donde va, el caballo corre y resopla, pero no se ve cansado, hay quienes dicen que debe ser el mismo diablo, otros dicen que es la muerte que va por el alma de algún parroquiano, hasta han dicho que es una alma en pena la cual sufre mucho y no encuentra el descanso eterno, pero en realidad, nadie sabe cual es su dolor, su penar, su prisa, su origen, su destino. 
Lo que yo digo, es que hace tiempo, cuando por acá no había ni carretera, solo caminos de terracería a la población llegó un político que les prometió les construiría una carretera y como algo muy extraño, que tambien nadie le encuentra una explicación lógica, como a lo que les comenté del jinete (...) luego de un breve silencio el guía de turistas suspiró y continúo... 
El político les cumplió y entonces, el progreso llegó a este pueblo tan visitado hoy día por turistas. Mientras el hombre, el guía, les informaba a los turistas que se hospedaban en el lujoso hotel, con vista espectacular hacía la famosa montaña, la cual no era más que una cordillera y un poco más al fondo un enorme y colosal volcán que se mantenía en constante erupción, echando por su cráter; cenizas y por sus laderas corría roja lava.

_Hermoso lugar, muy fresco aquí ¿verdad? 

Dijo uno de los que escuchaba atentamente la historia en espera de que apareciera la atracción que había hecho famoso a tan pequeña población, El Jinete de las noche de plenilunio. 
Todos se encontraban sentados en el balcón del hotel, lugar edificado especialmente para la función, una que por años tuvo a la población asustados y que ahora estaban acostumbrados y agradecidos de ese Jinete fantasma. 

_Pero, cuente más Pedro, por favor. 

Dijo la esposa de un Alemán con un español a medias, mientras que Pedro retomaba el tema un par de muchachos uniformados traían las bebidas pedidas por los clientes.

_Claro mister, ahora les cuento... Bueno cuando la construcción de la carretera dió inicio, vinieron los trabajadores e ingenieros, quienes traían los planos que el topógrafo les dió para los lugares que deberían de limpiar, quitar arboles, piedras y todo eso que se lleva a cabo con la modernización y, cuenta la historia que por esos tiempos venía por estos lugares un joven a visitar a su novia, una linda chica, hija de uno de los oriundos del lugar y casualmente dueño de las tierras en donde se edificó este edificio en donde ahora estamos tomando el fresco en esta bella noche de luna llena, luego de varias visitas el joven quien en aquella oportunidad venía siempre a la misma hora en su caballo negro, tan negro que por las noches pareciera que el jinete levitaba, eso era una locura para quien lo veía por vez primera, pero claro, después, al ver al hombre hasta allá en lo alto, pues el caballo era de pura sangre, enorme animal, todos se acostumbraron a ver al chico levitando por esa noches sin luna. Y esa noche, en que la construcción inició, ya los aldeanos habían hecho un caminito por donde pasaban las bestias y los carruajes halados por bestias, esa noche venían la pareja de novios de regreso de la cabecera que queda a unos cuantos kilómetros de aquí, era noche de plenilunio, habían ido a un matrimonio de una prima del novio de la chica, esa noche venían en el carruaje de la familia del chico, pues ellos, la familia del muchacho eran de dinero pero eso no les importaba, como ahora que hay tantos prejuicios sociales. Pedro hizo otra pausa y le dio un jalón a su puro y luego extrajo el  humo con delicioso aroma de aquellos puros Cubanos y continúo... 
El chico le daba a la reatas para que los caballos avanzarán, algunos dicen que el chico venía etílico, otros se atreven a decir que venían peleados; quien sabe que paso, pero el carruaje tomo cierta velocidad y cuando llegó a aquella curva tan cerrada que ven ahí, todos voltearon a donde Pedro señaló, para ver la carreterita que serpenteaba por  la montaña, para llegar hasta el lugar ahora turístico, luego de que todos vieron esa curva en U muy pronunciada, Pedro siguió con su relato y les contó la tragedia de aquella noche.
Cuando el chico se dió cuenta de que la peligrosa curva se acercaba el chico jaló las riendas y los corceles abrieron sus hocicos, bajando la velocidad para tomar con precaución la curva, pero la leyenda que se cuenta de boca en boca de los que vivimos aquí, de los que nacimos aquí, cuentan que se escuchó un extraño sonido, el cual asustó a los enormes corceles, éstos eran grises, de crines largas; ellos se asustaron y corrieron tanto, tal cual caballos desbocados, en estampida o algo así, para que me comprendan, los turistas veían con atención el lugar para imaginar lo sucedido, cierto o leyenda, pero les atraía la historia, Pedro siguió con su relato. 
Hubo quienes dijeron que fue un retumbo del coloso, quien se mantiene en erupción, otros dicen que unos lobos husmeando en los lugares, donde guardaban sus herramientas quienes construían la carretera del político, una de las dos, son las versiones más creíbles que asustaron a los corceles grises, estos corceles con la vista desorbitada corrieron y a gran velocidad, entraron en la curva, lo que provocó que el carruaje cayera por la ladera de la montaña; el carruaje dio muchas vueltas, el chico lo que hizo fue soltar las riendas y se abalanzó sobre el cuerpo de la chica a quien protegió con su cuerpo, mientras caían hacia la profundidad el carruaje iba destruyéndose, sin nada que lo detuviera, los caballos siguieron corriendo y nunca los encontraron. 
Por fin los pedazos de madera llegaron hasta el fondo de la ladera, de ella no quedo nada y encontraron en los brazos del chico a la muchacha muy gravemente herida, pero con vida, esa noche además del retumbo o de lo que haya sido que espanto a los corceles grises que no se encontraron nunca más. Al lugar llegaron los de la aldea por que eso era esta villa hace muchos años, cuando no había carretera y con antorchas fueron bajando la ladera a su paso, pedazos del lujoso carruaje; pedazos por acá, trozos de madera por allá, una rueda o la cuarta parte trabada en uno de los arboles, la luna ayudó, pues alumbró como nunca antes todo este paraje, las antorchas no eran necesarias. Despues de varios minutos, empezaron a llegar los auxiliadores hasta el fondo y dió inicio la búsqueda de la joven pareja, todos ayudaron esa noche, buscaban por el este, por el oeste, cubriendo cada pedazo de tierra, pero no podían ver bien y además ellos buscaban a dos cuerpos, por fin alguien gritó.

_¡Por acá! escuche un lamento.

Y, todos se dirigieron al lugar de quien grito, la población preguntaba ¿hay alguien ahí? aun sabiendo que nada podría estar con vida, pero aun así buscaban para encontrar los cuerpos jóvenes de los enamorados, cuando ya clareaba pero ahí abajo aun estaba oscuro alguien dijo. 

_¡Vengan! ¿creo que encontré a uno?

Y todos llegaron al lugar, efectivamente, ahí estaba el cuerpo del joven, su traje dejaba ver parte de su cuerpo, heridas y huesos expuestos, los aldeanos sintieron una puñalada en su corazón por tan horrible imagen, pero da la joven nada, nadie se animaba a acercarse, fue el padre del chico quien tomo valor y se acercó hasta el cuerpo inerte de su hijo y entonces el escuchó un gemido de dolor muy débil y grito con desesperación.

_¡Esta vivo! ¡mi hijo esta vivo! ¡vengan y ayuden! 

Muchos se acercaron, pero no, el chico había muerto, quien gemía de dolor por sus golpes más ninguna fractura fue la niña, quien estaba desmayada y aturdida. 
Ella, luego de varios días en el hospital de la cabecera les contó que el chico la abrazó tan fuerte entre su cuerpo, que pareciera que había agarrado candado, como si fuera una caja fuerte con ella adentro y él recibió todos los golpes y cuando dejaron de rodar, ella iba consiente, un poco mareada pero consciente, pero el chico la abrazaba tan fuerte que ella se sofocaba y él ya muerto, su cadáver ya rígido que no podían quitarle a la chica quien jura que logró hablar con el chico, pero cada que quiere comentar que fue lo que hablaron, ella empieza a llorar y no puede contar; ni pudo contar nunca lo que se supone que hablaron, hubo quienes que dijeron que la chica enloqueció por algunas horas y eso nada más, otros dicen que todo lo soñó yo digo, que el alma del chico antes de abandonar su cuerpo ya inerte y sin vida le hablo en sueños al alma de la chica desfallecida, por ello ella no pudo contar nunca lo que se dijeron; pero me atrevo a decir que fueron palabras de amor y que en el cielo la esperaría para seguir amándose. ¡Si señor! 

Esto decía Pedro, cuando los lobos aullaron y tanto Pedro como los turistas vieron con asombro para la cordillera mientras el coloso echaba columnas de humo y su cráter alumbró con puro fuego y todos se pusieron de pie y para ver mejor se hicieron a la orilla del balcón y mudos quedaron cuando vieron correr al corcel negro con su jinete y poco después, nadie antes los vió, pero tambien corrían con él dos caballos de color gris, de largas crines, todo fue tan rápido pues ese bello caballo de pura sangre traído del extranjero para aquel muchacho si que corría a gran velocidad y en cuestión de segundos, los lobos dejaron de aullar y el fuego del coloso bajo su intensidad y solo se sintió el olor a azufre que el viento de esa noche tan cálida les llevó. 

Todos regresaron a sus lugares sin lograr comprender lo que sus ojos habían visto, esa noche de plenilunio, casi pasada la media noche y por buen rato quedaron privados, cada uno sacando sus conclusiones. 
Entonces cuando todos se recobraron de su asombro una chica Italiana preguntó.

_¿Peter y de la chica que pasó después de aquel horrible accidente? 

Pero cuando Pedro se disponía a responder, se escuchó la voz de una señora como de setenta años, bella señora y elegante, quien dijo.

_Ella fue mi madre y ustedes están precisamente en el lugar que fue su humilde casa y ese jinete a quien nunca he querido ver porque sufre mi corazón, dicen que es mi padre y esa noche, mientras regresaban de la fiesta de mi tía, ella le contó a mi padre que me esperaba y por ello, él, mi padre, el Jinete misterioso, aceleró de la emoción. Mis abuelos me heredaron y yo en honor al amor de mis padres vine y construí este hotel, para ver, pero nunca lo he podido ver al jinete del que todos hablan en el pueblo, a veces pienso que Pedro los droga y les cuenta esa mágica historia que a trascendido hasta el otro continente para traer turistas, pero muchos me han dicho.

_¿Vio a su padre a noche? 

En fin, leyenda o verdad, eso no lo sé. Hubo un silencio y la señora se retiró. 

_Bueno señores, los dejo. 

Dijo Pedro, 

_Espero les haya gustado mi disertación, será mañana que seguiremos con nuestro viaje turísticos, los llevaré para que vean el lugar del accidente, la rueda en el árbol y algunos trozos de madera que se han conservado intactos, cosas del amor seguramente. 

Pedro se retiró y los turistas quedaron ahí, en el balcón, hablando entre ellos en idioma inglés hasta altas horas de la noche. 
Pero justo cuando Pedro cruzó el umbral de aquella puerta, se escuchó un rechinido de llantas justo en la curva en U y los extranjeros corrieron hasta el balcón para ver que pasaba y un poco después de un letrero de desviación, ellos vieron como por la misma ladera caía dando vuelcos un carro rojo, todos gritaron.

_¡¡Peter, otro accidente venga!!...


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