martes, 26 de abril de 2016

El engaño de una luna


Sentado sobre la luna 
sentí lo que era la soledad
en un piquito del cuarto menguante
me juraste todo tu amor,
te creí, siempre he sido así.

Al llegar el plenilunio 
a plena luz, te vi escapar de mi
me sentí, como lobo solitario 
simplemente aullando
pero en realidad 
me encontraba llorando.

Cuando llegó menguante
llegaste de nuevo a mi, sonriente,
de nuevo, como niño confiado 
en ti creí, sequé mis lagrimas 
y sollozando te recibí, 
no lo niego fui feliz.

Pero en plenilunio 
de nuevo te vi partir,
escapar otra vez de mi
y una vez más junto al lobo
lloré, mientras el lobo solo aulló.

Para cuando la luna fue nueva
te vi parada ahí, ahora eras tú 
que junto a los lobos mentías 
imitándolos que aullabas,
pero en realidad llorabas.

Al verme, te sonreí 
y a mi lado ansiosa corriste 
y tu cuerpo flaco acomodaste, 
te refugiaste entre mis  brazos fríos.

Al llegar de nuevo el plenilunio
me viste y me pediste perdón,
yo solamente sonreí 
y tu cara se iluminó.

Como niña malcriada y perdonada
limpiaste las lagrimas en tus ojos,
cuando reaccionaste y suspiraste,
yo, ya no estaba ahí, 
en tu descuido me largue de ahí.

Y desde entonces,
en cada luna llena 
de lejos te veo ahí sentada,
donde un día estuve yo;
solitaria, abandonada y llorando. 

Y acá en la tierra, 
miles de lobos aullándote, 
pero en realidad solo 
se están burlando de ti.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario