lunes, 4 de abril de 2016

La Banca del parque


Tomándola de la mano le expresaba su todos su amor, ella lo escuchaba con su corazón latiendo a mil y sus manos sudadas por el nerviosismo, por ratos, ella sonreía, era una sonrisa nerviosa y de emoción, como la que él sentía al verse tan inspirado, robándole algunos versos a las más bellas canciones, todo iba como lo había imaginado y como lo había planeado por varias semanas frente a un espejo dándose valor para vencer el miedo de perder la única oportunidad que la vida le daría para conquistar el amor de la que hasta ahora fue su amiga. Ella seguía sería y a veces sonriendo, pero atenta dejando que él se expresará, sin pensar por un momento interrumpirlo. 

Aquella tarde, sentados en algún lugar, sobre la banca de un parque cualquiera de la enorme ciudad; un chico le confesaba su amor a la chica con quien tanto soñó, esperando escuchar de ella el ansiado sí, para luego acercarse muy lentamente, como el mismo depredador que se prepara a devorar a su presa; ella, como la presa quien sin saberlo sería pronto alimento de su depredador quien la abrumaba con frases que ella jamás había antes escuchado de ningún otro chico, esas maravillosas frases salían de labios del que hasta ahora era su mejor amigo, por ratos, ella se alejaba del lugar pensando; ¿por qué me haces esto a mi?, siempre te he querido como mi amigo, el mejor de mis amigos, ahora me pedirás que sea tu novia; esto pensaba, pero las hermosas palabras del chico le hacían regresar a la realidad y con atención y emoción seguía escuchando esas palabras que con seguridad no volvería a escuchar nunca más, su estomago se estremecía y en él, alborotadas y locas mariposas la confundían y mucho más porque el chico le tenía tomada de su mano, no como otras veces, esta vez era diferente. 

Él sintió como si gasolina entró en su ser y ahora con mayor razón sacó toda la artillería para por fin tomar a su corazón, ella lo veía a los ojos los cuales le brillaban con cada palabra que de sus labios salía y se cuestionaba hablando con su corazón; ¿qué vamos a hacer?, ¿debo aceptarlo o no?, ¿cómo? no herir su corazón y lo más importante no perder su amistad; pero las palabras que dijo el chico la devolvieron de golpe a la banca del parque y al fin, escuchó lo que deseaba no saliera aun de sus labios, por no tener aun la respuesta, pues seguía confusa y atemorizada... 

¿Te gustaría ser mi novia? 

Esta frase salio de los labios de un rostro lleno de juventud y con la emoción y tambien temor en él, esperó escuchar la respuesta de su amiga, quien ahora tenía la responsabilidad en sus manos de hacer feliz a su amigo o hacerlo infeliz, pero por otro lado, tambien estaba su situación y quizá la más importante para ella, su propia felicidad, él la mantenía tomada de la mano, ella le veía su cara emocionada y asustada y luego bajaba la mirada para luego ver hacia los lados, observando si habían testigos del romántico momento que le tocaba vivir. 
Ella tomaba largos suspiros y veía al cielo sin saber aun que responder, para ahora el chico quien presentía lo mismo que le pasaría por la mente al depredador, que luego de tener el cuello de su victima entre sus fauces, esta logra safarse y escapar justo en el ultimo aliento de vida que le queda para vivir o para morir y convertirse en alimento o recuperar su libertad, pero en este caso, convertirse en el amor de su vida, uno por el que había esperado por meses, tratando de encontrar el valor para expresar todo lo que hoy su corazón le dictó a sus labios; él, sí que fue sincero y ahora le tocaba a ella serlo tambien aunque de por medio algo tambien muy importante para ella, su amistad de años, su confidente, su hermano, su mejor amigo...

No puedo aceptarte, te quiero como amigo nada más, te veo como a un hermano y además apenas me comprometí con otro chico ahora tengo novio (...) lo siento mucho pero no. 

El lugar en donde se encontraba dicha banca y sus alrededores todo quedó en silencio, como por respeto al dolor que el chico sentía en ese momento, condenado a vivir por siempre con ese deseo, el de consumar el amor que en él nació por la chica que recien le dijo que no.

Y como era de esperarse, ella lo remató, le dió el tiro de gracia pidiéndole; me llevas a mi casa por favor. Él se puso de pie y soltó lo único que de ella probó, la tersa piel de sus delicadas, suaves, tiernas y cálidas manos, ella tambien se paró, sacudió su falda y ambos caminaron por un largo trecho hasta la casa de la chica, al lado de ellos, el silencio que te da la decepción, una compartida por los dos, pero en diferente escenarios. 
Esa caminata que en otros días fue divertida llena de bromas y de compartir secretos, se volvió un camino al calvario, uno lleno de espinas, algo incomodo, algo doloroso para ambos, pues muy adentro, aunque en algún momento se prometieron que su amistad no se vería afectada, eso nunca puede pasar y sus corazones lo sabían bien, luego de caminar el mismo tiempo de toda la vida, que esta vez se sintió tan largo y pesado; llegaron a la puerta de la casa de la chica, ella le dijo; adiós te veo al rato y le besó como Judas la mejía, éste solo sonrió y no dijo nada, él la observó entrar en su casa y como la puerta apresurada se cerró, comprendió que todo se había terminado. Ella entró y corrió hasta su cuarto y se arrojó sobre su cama y ahí quedó, pensando si hizo bien o hizo mal hasta que se durmió.

Rara vez se volvieron a ver y cuando lo hicieron, aquello era tan frío como el mismo polo norte, un par de palabras y ya, hasta que llegó el momento en que nadie supo más del otro. 
Como suele pasar, el chico creció y maduró, lo hizo después de ella y a ella tambien le sucedió lo mismo; que un día lo vio sin que él se diera cuenta de que era observado y al verlo a ella se le movió la tierra y sintió que si lo amaría, si ahora se lo pidiera, pero era demasiado tarde; tambien se dijo; adiós amigo de mi adolescencia, que guapo estas, si ahora me pidieras lo mismo que aquella tarde, te gritaría que sí. 
El joven siguió su camino pavoneándose, pues ahora, las chicas le sobraban y se le ofrecían a su paso. 

La chica caminó el mismo camino de hace algunos años y llegó a la banca del parque y sentada ahí durante muchos minutos, como si fuera película todo lo revivió y hasta lloró de arrepentimiento, pensando que sabor tendrán sus besos, como los deseo, hoy daría todo por regresar el tiempo y responderte que si, que sí acepto; pero yo se que eso ya no es posible.

Cosas de la vida, a veces nos toca apostar y nos toca perder, aunque el momento sea diferente el sentimiento es el mismo, lo que un día, por lo que fuere despreciaste hoy es tu mayor tentación y deseo, pero ya no podrás tenerlo, simplemente por una ley natural de la vida y es que ésta, dice que la vida se hace de momentos, momentos que no vuelven nunca más. 
Mientras ella lloraba y deseaba regresar el tiempo con su lindo recuerdo al cual ella le robó la vida, él disfrutaba de tomar y dejar amor a su antojo.  Sorpresas propias de la vida... 




Tomado del libro: "Historias de un adolescente tímido" por S. Raga.


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