jueves, 19 de mayo de 2016

Jesús y el Xocomil



Salimos desde la capital con destino hacia Atitlán, Sololá, después de varias horas conduciendo, llegamos y nos instalamos en el hotel que esta justo a la riviera del lago más bello del mundo, no lo digo yo, lo dicen quienes nos visitan. Al entrar a nuestra habitación, lo primero que hice fue dirigirme hacia el balcón y ahí estaba el hermoso y azul lago, enmarcado por un enorme volcán al fondo, aspiré aquel aire que no se puede aspirar en la ciudad capital, sentí que mis pulmones me lo agradecieron.   
_¡Qué bello! ¿no mi amor? Me dijo mi esposa, asombrada al igual que yo, y eso que, cada año venimos a disfrutar de un delicioso fin de semana para des estresarnos del tragin citadino. 
En la habitación de al lado, nuestros hijos con su acostumbrado relajo, colocándose sus calzonetas, para disfrutar de las piscinas del hotel.
_Para que piscinas, si tenemos para nosotros al hermoso lago.
Dije, a lo que mi esposa estuvo de acuerdo. Mientras nos cambiábamos de ropa, se escuchó que alguien llamaba a la puerta.
_¡Voy! gritó mi esposa mientras caminaba con rumbo hacia la puerta. Se trataba de uno de los empleados del hotel.
_Muy buenas tardes, sean bienvenidos a nuestro hotel. Dijo amablemente el empleado.
_¡En qué le podemos ayudar? Le dijo mi esposa muy sonriente al empleado amable.
_Una notificación del administrador del hotel. Y colocó en las manos de mi esposa el papel.
_¿Qué sucede mi amor? ¿qué dice ese comunicado?
_Pues nada menos dice, que esta prohibido entrar en el lago en cualquier embarcación y a bañarse hasta nuevo aviso. ¡Qué te parece? Dijo mi señora muy molesta.
_¡¿Qué?! Pregunte tambien molesto, pues nuestro viaje anual era para disfrutar de ese hermoso lago.
_¿Hay alguna explicación? Pregunte a mi esposa quien recogió el papel arrugado del piso y lo desenvolvió de nuevo y busco la justificación para dicha prohibición.
_¡Bla, bla, bla, aquí está!, Dice que, porque estos días soplará fuertemente el famoso Xocomil.
_¡Diantres! lo que faltaba. Dije impotente. Y regresé al balcón a disfrutar de la estampa, el lago se veía tan apacible; cuando sentí mi esposa me abrazaba por atrás y dejo escapar un largo suspiro.
_Bueno, ¿qué haremos entonces mi amor? Dijo con ese tono pícaro, justo cuando quiere tener contacto físico y continuó. -Aprovechamos que los niños estarán todo el santo día de lo que queda y el de mañana para estar juntos, como una tercera luna de miel. Yo no respondí, simplemente seguí observando al hermoso y misterioso lago, aun sin entender, vi hacia donde estaban las embarcaciones del hotel en las cuales se veía que los empleados del hotel las ataban muy bien en el lugar en donde las guardaban; me dije: -¿Esto es en serio?
_Claro que es en serio mi osito de peluche. Dijo mi mujer ya en tono sexy.
_¡No mujer! me refiero a lo del Xocomil y el lago.
_¡Ah! Eso. Dijo decepcionada, apartándose de mi por un momento e ingresando de nuevo al cuarto. Me dije. -Debe de haber algún aldeano que me alquile su barcaza o me lleve en ella, ¡claro! eso podré hacer.
Me dirigí decidido hacia donde se encontraban las barcazas artesanales, mientras lo hacía, mi esposa sobre la cama medio desnuda.
_Mi amor, ¿vienes? Lo dijo con un tono de voz como si estaba a punto de tener un orgasmo.
_¡Ahora no mujer!, adelanta un poco los motores ya vuelvo y te atiendo. Le dije, pero en mi mente no cabía la imagen de mi mujer casi desnuda y acariciándose.
_Pero no tardes, que creo que pronto llegaré a punto. 
¡Pom! se escucho la puerta cerrarse. Caminé por los corredores del hotel con rumbo decidido hacia la búsqueda de una barcaza que me llevara a mi tradicional viaje por las aguas azules del hermoso lago.
_¡¡Adiós papi!! Gritaron mis hijos en medio de la piscina, yo simplemente levante mi brazo sin voltear a verlos.
_Hola marchante. Aborde a uno de los artesanos, el cual tenía una barcaza con una vela en un mástil hecho de algún palo de lo que sería un árbol ya extinguiéndose, cosa que me valió.
_¿Diga patroncito? Me respondió el fulano.
_¿Cuanto por llevarme a través del lago?
_Dios me libre patroncito, no le indicaron en el hotel que habrá Xocomil este fin de semana, ni de mula entro al lago con ese demonio a punto de llegar.
_¡Pamplinas! esos son puros cuentos de ustedes para sacarnos unos cuantos dolares.
_No patroncito, ya quisiera yo poder servirle, pero es en serio.
_Esta bien, no vengas conmigo, pero di, ¿cuanto por el alquiler de la barcaza?
_No patroncito, yo sería un inconsciente si le alquilo mi barcaza, se podría ahogar y yo perder mi barcaza; aparte, podría ir al bote ¡no siñor, no!
_¡Babosadas!, ¿esta bien esto? Y le coloqué sobre la mesa de madera, de palo blanco, lugar en donde humeaba una tasa de café bien caliente y unos panes dulces hechos ahí mismo en Sololá. El marchante jamás antes había visto tanto dinero que no pudo negarse.
_Esta bien patroncito, pero cualquier cosa yo diré que usted me robo mi barcaza y se hizo al lago, ¿estamos?
_¡Estamos! Y se dieron la mano.
_¿A que hora vendrá mañana temprano? 
_¡Que mañana temprano, ni que mierdas! ¡ahora salgo! aun esta claro. 
_No se lo aconsejo patrón, pues a esta hora es cuando da más fuerte ese condenado Xocomil. Apenas terminó de instruir al patrón y yo estaba empujando la barcaza artesanal y cuando se vino a dar cuenta el marchante, ya iba sobre la barcaza como a unos cinco metros adentro del lago. Mientras avanzaba, iba elevando la vela improvisada para que el viento me llevara por sus lugares paradisíacos y bellos del lago. 
Al estar la vela completamente izada, el viento insidio con ella y la barcaza parecía llevar un motor fuera de borda; al parecer los vientos violentos del Xocomil se hacían presentes indicando habrán paso que lo peor viene por llegar. Cuando sentí, estaba a medio lago, aquello era bellísimo, podía ver los hoteles, los volcanes, las montañas, los pueblitos en los alrededores y mucha agua de color azul. No llevaba ni quince minutos en medio del lago, cuando las pacificas aguas azules empezaron a violentarse; parecían aletas de tiburones que golpeaban contra la débil barcaza, mi nave se movía como un loco atacado por el mal sambito y mientras más transcurría el tiempo, el viento era más violento y sin sentido definido; soplaba por el norte, por el sur, el este y el oeste; aquello me puso nervioso pues, vi como la vela se inflaba un segundo para un lado, mientras luego lo hacia para el otro, el hermoso y apacible lago estaba como poseído por miles de demonios y yo a medio lago, a parte de los embates del agua y de los alocados y tradicionales vientos del Xocomil, apareció una llovizna, yo pensé: -Era cierto maldito Xocomil, voy a morir como un ladrón. Eso dije mientras me agarraba del mástil, el cual crujía como si estuviera adentro de una hoguera quemándose, yo me enrolle y abrace el mástil como si fuera un bebe no nato, sí, me coloqué en posición fetal y cerré mis ojos, luego oré y clamé a Dios por una oportunidad, por salir con vida del lago más bello del mundo, poder ver a mis hijos y a mi amada esposa; pero, en cambio, todo se oscureció y la tormenta se hizo mucho más fuerte que la barcaza se elevaba a varios metros y luego descendía, al hacerlo las aguas azules me mojaban hasta el espíritu, yo con un miedo enorme en todo mi cuerpo y mi corazón latiendo a mil. 
De pronto, cómo que escuché algo, pensé, eran los vientos que chocaban contra el mástil, pues la vela ya pendía a un lado y del otro extremo aun clavado en lo alto. Pero al poner más atención, lo que pensé era el golpe del viento contra los rugidos que producía el palo que estaba pronto a quebrarse, abrí mis ojos y la vela estaba que brillaba con una luz cegadora, una luz tan blanca como nunca mis ojos habían visto nunca y al ver lo que veía, escuché claramente lo que antes solo era mi imaginación o sonidos producidos por los vientos locos y violentos del famoso Xocomil. "Hombre insensato que no escuchó consejo, ¿a que le temes?" ¡¿Yo?!... "Hombre de poca fe levántate y párate a mi lado."... ¡No! dije asustado, pero la vos procedente de la Luz de la que fue la vela me hablaba con autoridad... "Haz lo que te digo, párate a mi lado y ten fe, o morirás" Al escuchar esa vos que me hablaba con tanta autoridad y a la vez era tan calmadora y dulce, me empece a incorporar y me paré al lado de la que hace unos minutos solo era un trapo blanquecino y sucio, ahora una tela de la mejor seda o de una tela que no habría en este mundo, pues la tela brillaba tanto, que no podía ver el rostro de quien me ayudaba en ese momento tan tormentoso de mi miserable existencia, entonces vi como la vela de seda que formaba una figura humana, levantó lo que estoy seguro eran dos brazos de los cuales salían unos rayos de luz, tal cual los rayos solares y ahí escuché cuando Él le ordeno al lago y a los vientos... "Cálmense vientos, aléjense, se los ordeno Yo" Terminando aquella frase y la tempestad se calmó. Como lo dicen las Santas Escrituras, cuando, Jesús calmó la tempestad. 
Todo regresó a la normalidad, los vientos obedecieron y se largaron por donde llegaron quien sabe eso, y las aguas azules quedaron mancitas otra vez, la lluvia se largo con el viento; yo caí hincado sobre los maderos de la vieja barcaza y sin levantar la vista, dije: -¡¡Gracias Dios mio!!, ¡¡esto es un milagro!!
Terminado lo dicho, vi como el Ser de Luz y de cabellera larga, subió al mismo cielo y ahí se abrieron para permitirle entrar. Conmigo, la vela enrollada en todo mi cuerpo y mis ropas secas completamente, yo no podía dejar de llorar y de agradecer a Dios por el milagro.
_¡¡Atención!! el hombre de la barcaza, ¿se encuentra bien? Se trataban de unas lanchas de la policía que se acercaban a mi para rescatarme y en una de ellas, el marchante, quien gritaba: _¡¡Ladrón!!, ¡¡ladrón!! ¡¡métanlo preso!! 
Yo, al verlo sonreí y me pase a la lancha de las autoridades, mientras uno de los policías enganchaba la barcaza intacta tal cual me la dio el marchante y es más, creo que mejor, esa barcaza será una que jamas se hundirá ni sosobrará y el marchante será el mejor pescador de todos los de ahí. Cuando entre en la lancha de motor, me arroje a los brazos de quien me acusaba de ladrón y su mejía la besé. 
_Cálmese patroncito, se supone que usted me robo mi balsa, ese fue nuestro trato. Pero yo seguía besando al marchante.
Ya en tierra firme, me esperaban ahí mi esposa, quien se lanzó en mis brazos. 
_¿Estas bien mi amor?, ¿qué locura es esa de que te robaste esa embarcación? te pudiste haber ahogado. 
También mis hijos gritaron: -¡¡papi, papi, estas bien!! 
_¡Si mis niños, gracias! Y luego de escuchar lo que dije, corrieron de regreso a las piscinas del hotel. Un poco más allá, de brazos cruzados el administrador del hotel con el seño muy fruncido.
_Señor Robles, el marchante no levanta cargos por el robo de su barcaza; así que esta en libertad, quitenle las esposas. 
_Graicias oficial. El oficial me dijo.
_Debería de dar una propina al pobre hombre, pues es muy noble el no levantar cargos; no sea tacaño.
_Si verdad, mi amor dale unos dolares al bondadoso señor. El marchante los cogió y se retiró pues, en un solo día hizo más plata que la que haría en todo un año.
En la noche, mi esposa acostó a los niños y regresó a nuestra habitación; al entrar apagó la luz y dijo.
_¡Mi osito de peluche, ya estoy a punto!



                                           El Fin






No hay comentarios.:

Publicar un comentario