jueves, 30 de junio de 2016

Suspicion minds


Siempre me pregunté ¿por que nos miran así?...

Empiezan en nuestros pies y siguen subiendo, 
hasta llegar a nuestra cabeza,
luego regresan su mirada y la fijan en la nuestra
dejándola ahí, siempre fija y por unos segundos 
para después de vernos con desprecio 
quitan su mirada de golpe. ¡Y te ignoran!

Y si se encuentran en grupo, 
el cacareo de las gallinas no es nada,
luego de hablar y hablar, 
nos vuelven a ver de la misma manera,
para luego quitar la mirada fría 
de encima nuestro, dar la vuelta e ignorarnos.

Pero si es al revés y somos un grupo de chicos
y la vemos venir sola, preparamos 
nuestros mejores piropos, 
ella sigue su andar sin claudicar y como si nada, 
entre nosotros pasa, escuchando solo cosas lindas 
ella sonríe y ve a quien le interesa nada más.
Pero algo si no pueden evitar y ocultar 
a pesar de que se ven tan seguras de sí;
y es su andar las que las delata 
un paso largo, otro corto, sienten como si no avanzan,
sienten como si no caminan, como si al suelo caerán,
como si se les hunde el piso, 
sienten que no caminan y no avanzan

¡Ahora lo sé!
Son seres inteligentes, pues la naturaleza las dotó
de una mente perspicaz, una mente sospechosa,
que sabe perfectamente como dominar al macho.
¡Ese es su secreto! ¡yo lo descubrí!
Más bien, alguien que me amó mucho, 
en demasía diría hoy, me lo confesó 
y mucho tiempo después lo confirme, 
si que lo comprobé.

¡Mentes suspicaces! ¡Mentes sospechosas!
Se hacen las victimas, pero solo es una de sus tantas trampas,
otra, dejan salir de sus bellos ojos, 
lagrimas, pero estas ni saladas son, pues solo son de utilería, 
de cocodrilo las han llamado ellas mismas.
Mentes suspicaces, en cuerpos perfectos, 
de cabelleras al aire, caminar depredador 
sonrisa misteriosa como la Gioconda.
Da Vinci lo sabía, a genio; 
por ello nos dejó la pista con su maravillosa pintura.

No me sorprende, pues con una simple sonrisa nos desarman, 
mentes sospechosas, suspicaces e inteligentes, 
dignas del más grande general en plena batalla.
Que manda primero a sus peones 
luego a su artillería, entre ellos a sus arqueros 
y para finalizar y acabar con el contrincante,
manda su caballería. 
Al final, coloca su bandera que indica que ya eres de su propiedad;
esto es el equivalente a la orina con que marcan su territorio,
animales territoriales, pero mucho mas bellos e inteligentes.

Date cuenta; que bruto soy, con quien  las comparo,
pero no te ofendas, es mas bien un alago 
de lo que sus maravillosas y maquiavélicas mentes 
hacen con nosotros, pobres e indefensos terrícolas.

Mentes sospechosas, suspicaces mentes,
ojos increíblemente persuasivos y sugestivos,
ademanes que nos enloquecen; ¡malas han de ser!
cruce de piernas, una practica muy usual y generalizada,
mordisco del labio inferior y lamerse el dedo indice
o frotarlo sobre el cristal, botones desabotonados
dejando a la vista su mejor armamento.

Y cuando te hablan, sonidos del mismo cielo oyes
¿dime qué puedo hacer? ¡nada!
Y si hablo de su andar, ¡Dios mío! 
Caída de caderas a diestra y siniestra, 
cabellera suelta para que juegue con el viento 
y este nos lleve el olor a sus feromonas,
piernas super depiladas y muy bien trabajadas 
para tener pizadas de fuego en cada paso.

Y si ves sus pies, que te digo, si nada tiene error en ellas 
todo es perfecto. ¡Ah mentes suspicaces, Ah mentes sospechosas! 

¡Ahora ya lo sé!
Así que tengan cuidado, que a partir de este escrito
su secreto, ese guardado por siglos 
a quedado develado, a quedado al descubierto.
A ver con que nuevas armas nos salen ahora,
pues si hay algo que no podremos cambiar
son: Sus mentes suspicaces y sospechosas.

Y sin embargo, aun así, conociendo sus secretos, ¡creo que aun asi las amo!

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