lunes, 4 de julio de 2016

El tiempo de Dios no es el nuestro


_ ¿Y esto por qué? se preguntaba un hombre de apenas 30 años, soltero y que la vida lo había violentado mucho y se encontraba en total falta de fe. A su vida le llegaba un cachorro muy peculiar, el cual se lo obsequió una vecina; nueva en el vecindario, quien a penas llevaba unas cuantas semanas en el barrio, una bella jovencita de 25 años, cuya mascota llegó cargada y solo tuvo un cachorro.

_ Hola vecino, espero no me lo desprecie, pues si usted no lo quiere me lo quedo. 

Esto le dijo la bella chica a su vecino ermitaño por los golpes de la vida y quien había perdido las esperanzas en cuanto a su vida futura.

_ Es bello, claro que lo quiero y se lo recibo con mucho gusto, siempre y cuando me explique ¿por qué me lo da a mí, si casi todo el vecindario son sus amigos menos yo?

La chica sonrió y le dejo al cachorro, quien al nomas tener la oportunidad le lamió su rostro, ella se retiró sin decir nada; él quedó en la puerta de su casa observando los movimientos tan bellos de la hermosa chica al andar con rumbo a su casa; ella iba muy cómoda, en sandalias y unos shorts muy sexys, el pelo cachado con un gancho y un top que no dejaba nada a la imaginación, mientras este se deleitaba con esa imagen tan hermosa, el cachorro se lo comía a lengüetazos, la chica llegó hasta su casa y en ella entró, entonces el cachorro y su amo entraron a su casa.

Al día siguiente, Jacinto recibió una llamada a su celular, en donde le daban una buena noticia.

_ Hola Jacinto, ¿cómo estas? soy Sergio de la Editorial Raga, te llamo para informarte que vamos a editar, imprimir y tambien a distribuir tu obra.
_ ¿Es en serio?, es lo que he deseado desde chico, ¡no me lo puedo creer!
_ ¡Pues créelo amigo! y te digo por experiencia propia que le veo futuro a tu libro, es una historia muy buena, hacía mucho no leía una historia tan original; así que prepárate para algo muy bueno Jacinto.

Efectivamente, pasaron a penas un par de meses y Jacinto con su cachorro era un hombre que empezaba a ver la vida de una manera diferente a la de los últimos 30 años,
_ ¡Gorky, mi buen amigo! ¡tú me has traído la suerte! pues desde que llegaste a mi vida todo ha cambiado, ahora se que Dios me ama. Terminando esta frase, cuando su celular sonó y Jacinto se dirigió hasta donde lo tenía cargándose
_ ¿Aló? Dijo Jacinto.
_ Hola Jacinto, soy Sergio, ¿cómo estas?
_ ¡Hola Sergio! que bueno escucharte, ¿que me cuentas?
_ Pues, te llamo para informarte de tu libro, bueno ya con las regalías te lo imaginarás.
_ ¿Imaginar qué Sergio?
_ Pues nada más que por las ventas hasta el día de ayer, ¡tu libro ahora es ya un Best Sellers!
_ ¿En serio Sergio? Y junto a sus palabras agito sus brazos haciendo la señal de triunfo.
_ Bueno Jacinto, la vida te esta cambiando, pues tus ingresos se verán incrementados, ¡te felicito amigo! como te dije, tenia un bonito presentimiento de tu libro ¿lo recuerdas?
 _ Claro, eres un genio en tu trabajo amigo, ¿qué te parece si lo celebramos? te invito a cenar.
_ Sabes que es una excelente idea, además mi esposa tiene deseos de conocer al tremendo escritor, ¡ah! y va a aprovechar para que le autografíes su copia. ¿Que tal si cenamos en parejas? llevaré a mi esposa y tú, a tu pareja, a tu novia. Y por los gastos no te preocupes pues los paga la editorial.
_ Esta bien, ¿entonces nos vemos como a las ocho?
_ ¡Magnifico amigo! ¡hasta entonces!

Jacinto quedó pensando con quien iba a su cita de esa noche, entonces Gorky le subió sus patas delanteras moviendo su cola.

_ ¡Claro! -dijo- Otra vez me salvas amigo. 

Tomó su celular y le marcó a Gilda, la chica que le regalo a su cachorro, según él, el de la buena suerte y quien recien le daba la idea de invitarla, pues de no ser ella tendría que cancelar su cita o acudir a ella solo.
_ Hola Gilda, te saluda Jacinto, me preguntaba si te gustaría acompañarme hoy por la noche a una cena para celebrar que mi libro es ahora un Best Sellers.
_ ¡Claro Jacinto!, te acompañaré con mucho gusto y orgullo, ¿a qué hora pasas por mi?
_ Cómo a las siete ¿esta bien?
_ ¡Perfecto, así quedamos y gracias por la invitación!

Ya en el restaurante...

_ Gracias por tus palabras y el autógrafo Jacinto. Le decía la esposa de Sergio.
_ Bueno, brindemos por el éxito de tu libro Jacinto.
_ ¡Salud! Dijeron los cuatro y bebieron del mejor champagne del restaurante.
_ ¿Ustedes son novios? Preguntó la esposa de Sergio, a lo que Jacinto se apresuró a responder.
_ ¡No! solo somos amigos. Entonces Gilda con sonrisa en labios se atrevió a decir.
_ Espero eso de amigos sea por poco tiempo. Y las chicas rieron, mientras que Jacinto y Sergio solo se vieron las caras mudos por la audacia de la bella chica. Para Jacinto todo iba viento en popa.

Un mes después de aquella celebración y de que Jacinto le pidiera a Gilda que lo aceptara como su novio, quien aceptó encantada y sin pensarlo tanto, Jacinto recibió otra llamada de su editor y amigo Sergio.

_ Hola jacinto, ¿adivina? paso algo increíble.
_ ¿Qué pasó? Dijo Jacinto, algo asustado al escuchar la emoción con que le hablaba su amigo Sergio.
_ Pues casi nada amigo; ¡que quieren llevar al cine tu libro!, ¡jajaja! ¿no es eso increíble y emocionante?
_ ¿Quéee? ¿hablas en serio? 
_ ¡Claro que si suertudo!, ¿puedes venir mañana a la editorial para que revisemos los contratos?
_ Ahí estaré con mucho gusto.

Colgaron y llamó a Gilda para dar la increíble noticia...

Jacinto se preguntaba por qué tantas bendiciones. 

Pero Jacinto no recordaba lo que él en sus treinta años de vida pidió a Dios en sus oraciones: 
De chico, cuando vivía con su madre, una noche de tormenta en un cuarto pequeño en donde se encontraban solos él y su madre, sumidos de la pobreza total, esa noche, mientras su madre dormía y el no, por miedo a los truenos; rezó y pidió a Dios: Niño Jesús si tuviera un cachorro de compañía, ahora no tendría tanto miedo, ¿puedes por favor darme un cachorro para que me acompañe cuando me sienta solo? Al día siguiente jacinto le dice a su madre.
_ Mami anoche le pedí a Diosito un cachorrito ¿será que me lo dará? 
_ ¡Claro hijo! te lo dará, solo debes de tener paciencia y el cachorro vendrá a ti. Despues de decir esto, la madre de Jacinto se dijo en sus adentros: -Si apenas tengo para alimentarnos hijo. ¿Cómo podría darte un perrito? ¡perdona mi mentira!

Cuando jacinto tenía 20 años su madre enfermó y Jacinto al verla en cama le dijo.

_ Madre ya verás que un día seré famoso y con mucho dinero y tu madrecita no tendrás que trabajar más, vivirás como una reina. Pero su madre, quien estaba muy enferma, murió. Jacinto luego de decirle aquello a su madre fue a su cuarto y se arrodilló y a Dios pidió se cumpliera su sueño para ayudar a su madrecita, pero como su madre murió, Jacinto ya no creyó y su fe se perdió. 
Jacinto siendo adolescente se enamoró de alguien que no le correspondió, más bien lo ofendió y esa noche con dolor en su corazón por el desaire de quien él amaba a Dios le pidió una mujer mucho mejor que aquella y que lo amara como el deseaba, pero eso no sucedió, pues Jacinto deseaba lucir a esa chica que a Dios le pidió frente a quien lo ofendió. 
Y así Jacinto pidió y pidió, oró y oró. Pero nunca nada le llegó, fue hasta ahora a sus treinta años que sus oraciones tenían la respuesta que un día él con ansias esperó pero que jamás llegaron y de esto ya Jacinto ni se recordaba. 
Lo que Jacinto se preguntaba hoy día era; ¿por qué tanta bendición si su fe ya no vivía en él? Hasta dijo un día: -¿Quien entiende a Dios, cuando uno pide, Él no responde y cuando uno ya no lo molesta ni cree en Él; ahí te llegan las bendiciones. 

Lo que Jacinto no entendió nunca, es que el tiempo de Dios no es el mismo que el nuestro, para Dios no existe el tiempo, el tiempo es algo de los hombres, creado por ellos y que Dios si responde a las oraciones de sus hijos, pero son tantas las oraciones  (siete mil millones de peticiones diarias) y a todos, tarde que temprano les llega la respuesta de Dios. 
Algunos ya ni se recuerdan que un día lo pidieron; para cuando les llega lo pedido es algo raro que no se explican. 
Todo por que el tiempo de Dios no es el mismo tiempo que el nuestro. 

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