jueves, 28 de julio de 2016

La Eterna Primavera


Un día en mi vida que recuerdo hoy muy bien, recuerdo que el amor me encontró y lo conocí; 
le abrí mi corazón y lo aloje en él, hoy lo recuerdo muy bien, pareciera que fue ayer. Sin embargo, fue hace mucho tiempo. 

Fue hermoso, ya había oído de él, pero no lo conocía, solo veía en todos una especial alegría, una especial luz en sus ojos, mientras que los míos carecían de luz, opacos eran, como un tarde fría de un invierno largo y eterno, con cielos y nubes grises que me helaban hasta los huesos.
Para ellos, el resto de enamorados, vivían una eterna primavera y mi vida no tenía sentido, carecía de lo sublime que era: El Amor. 

Entonces, cuando creí que en mí siempre sería invierno frío y gris, apareció, como asomándose tímidamente a la vuelta de la esquina, luego al otro lado de mi acera. Era una flamita dorada con tierna mirada, que no entendí, hasta que se acercó a mí y su calor sentí, yo me asusté, pues jamás sentí esa cálida caricia. Me pregunté ¿que será?, es tan chica pero inunda todo mi cuerpo con enorme y cálido calor; le sonreí y ella a mí. 

Desabotone mi abrigo y rasgue mi pecho en él, un corazón grisáceo que apenas si latía, ambos lo vimos, yo lo vi normal pero la llamita lo vio con tristeza en sus ojos y de nuevo al vernos, ella sonreía. Me dijo; no te preocupes y mientras mi pecho seguía abierto, como si estuviera en el quirófano esperando un trasplante de corazón; con angustia y miedo de recibir un no; le dije; ¿quieres entrar en él y salvar una vida hasta hoy sin sentido y vacía donde habita solo un tremendo frío? 

Ella aceptó, yo sentí haber escuchado mal y cuando procedí a cerrar mi pecho rasgado por mí, ella dijo; ¡espera! ¿qué haces? y en mí entró y siguió, no se detuvo hasta estar frente a mi moribundo corazón, casa encalada y con moho por tanta humedad y tremenda soledad, se detuvo ahí, y antes de tocarlo, volteo y una ultima sonrisa. 

Mientras ella luego con su pequeña mano lo tocó, sentí que algo en mi se agitó, creí moriré, pero no, era que había entrado la llave que abriría la puerta de un corazón solitario y triste y al esta abrirse la escuche rechinar, ella ya no vio hacia atrás y suavemente, sin hacer daño, en él entró y al hacerlo, fue como si un par de paletas quirúrgicas llenas de energía me dieran una descarga eléctrica y luego de recibir la descarga, comenzó a latir. 

Vi claramente como se llenó de sangre y su color cambio, tambien lo escuche por vez primera latir, si que era bello cuando circuló esa sangre por mi cuerpo yo iba sintiendo raras sensaciones, mi cuerpo tomaba un extraño color que fue siempre negado para mí y el frío abandonaba mi cuerpo, pues se cambiaba por un calor que era cálido y placentero, por vez primera yo iniciaba la vida.

Hasta que por fin, de mis ojos opacos y secos y con mucha fuerza y violentamente escapó de ellos una maravillosa luz que me permitió ver el mundo como realmente es. Conocí los colores, vi el cielo, maravilloso azul y nubes blancas como de algodón, escuché sonrisas y a los pájaros cantar, a las abejas volar y posarse en las rosas multicolores; sobre mi piel se posó una mariposa que agitaba sus bellas y frágiles alas, su caricia fue más que exquisita, luego cientos me inundaron mi abdomen, eso fue maravilloso y todo en mi cambió. 

Eso sucedió un día en mi vida, ese día, tambien mi vida inició, aun estaba asombrado de percibir colores, sentir sensaciones y de escuchar melodías jamás imaginadas ¡y los olores!, olores a jardín, a grama recien regada, me dije; ¡que maravilla es la vida cuando estas enamorado! 

Entonces regresé mi mirar a mi pecho el cual seguía expuesto, a corazón abierto, y en mi corazón que ahora era translucido, vi en su centro a la bella y dorada y cálida llamita que seguía sonriéndome. Me dijo: ¡Hola! y me guiñó uno de sus bellos ojos, luego me agregó, puedes cerrar ya, aquí estaré, juntos ahora nos enfrentaremos al mundo con fe y amor, en las cosas y las personas confiaremos, juntos haremos maravillas, solo confía. 

Yo le sonreí y mientras cocía mi pecho aun abierto, el cual ya no era gris y descolorido, antes de dar la última puntada le dije a esa llamita llamada Amor... ¡Gracias, gracias miles!, por entrar en mí y dar sentido a mi vida y entonces lo rematé y cerrado quedó. 

La cicatriz se fue desvaneciendo, muy lentamente vi cuando mi pecho quedó como si nada pasó, abotone mi camisa, me quité el abrigo, pues ya no sentía más frío y me encaminé, entré en el mundo y fui uno más entre millones que llevaba adentro de su ser, a la Eterna Primavera y entre esos mundos de gentes me confundí y ahora como ese día en mi vida, voy irradiando luz, la maravillosa luz que solamente la da el Amor. Todo eso sucedió un día en mi vida...


                                         El Fin









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