miércoles, 24 de agosto de 2016

La Casa Grande: El primer beso para Lalito


Regresábamos con mi hermana Lilly de la casa de su amiga Chupina, íbamos por la doce avenida y una cuadra antes de la octava calle, mi hermana hizo sonar el timbre, aun en movimiento el bus, nos acercamos hasta la puerta, la que da justo al chofer y en la esquina de la octava calle el bus se detuvo y ahí nos apeamos, cuando estuvimos en la esquina y el bus nos cubrió con una densa bola de humo de diésel, Lilly tapó mis vías respiratorias; al desaparecer el humo negro, le dije a mi hermana.

- ¿Oye Lilly? que tal si me llevas a la tienda de doña Senobia. 

Ella sonrió, me tomó de la mano y cruzamos la calle. Salimos de la tienda y en mi boca un delicioso Colorico, cruzamos de nuevo la calle, lo cual, lo hice de la mano de mi hermana mayor -quien era como mi segunda madre- y frente a nosotros la Casa Grande, Lilly extrajo la llave que abrió la puerta que da a la calle y entramos. 
Al entrar, Lilly siguió de largo y entró en la Casa Grande, mientras que yo me dirigí al jardín y patio de juegos, lugar en donde dejé a medias una aventura. Pero..., esperen..., ¿qué es eso...?

- ¡Mamiiiii! 

Corrí asustado con rumbo a la sala, el lugar de mi salvación, detrás de mi un horrible animal que jamás en mi vida había visto, era horrible y este me perseguía, seguramente deseaba atentar contra mi integridad física, pero cuando estuvo a punto de darme alcance, algo lo detuvo abruptamente y yo, como si fuera: Indiana Jones, me lance por los aires y caí justo en las enaguas de mi madre, quien valientemente y a costa de su propia vida venía a mi rescate.

- ¿Qué te pasa Lalito?, ¿por qué ese horrible grito?
- Es un monstruo mami y seguramente ¡me quiere comer!
- ¿Un monstruo? 
- Seguramente se refiere al pobre gallo que trajo mi papito tía. 

Dijo mi prima, quien había llegado del pueblo, uno situado en el oriente de mi país, quien ahora me veía con cara de extrañeza, como diciendo: - Miedoso, inútil, etc.

- Hola prima. Le dije muy asariado y asustado.  Ella con el seño fruncido me dijo: - ¡Hola!

Y sí, justo ahí con el resto de la familia, mi tío, quien había llevado del pueblo un gallo para hacerlo en chicha o yo que sé, no lo recuerdo, pero ese condenado gallo me tuvo encerrado hasta que al verme enfermo mi madre decidió matarlo y nos lo comimos. 

Mi tío, quien llegaba muy a menudo a visitarnos al igual que otros amigos y familiares, entre ellos, mi viejita linda y madre de mi madre, mi abuelita.

Lalito esa noche a pesar de que su monstruo ya estaba siendo digerido en los estómagos de toda la familia, seguía con temperaturas, enfermo en cama y en ella mi primita jugando conmigo y cuando le era factible me molestaba con: - ¡Ahí viene el gallo!, que luego de varios enojos de mi parte y que nos entró la noche en el enorme cuarto, el cual era nuestro dormitorio, el único, lugar en donde dormíamos todos; aquello parecía un hospital. Mi tío, al ver que las sombras se reflejaban sobre las paredes empezó a realizar figuras con sus manos, las cuales al incidir contra la pared, aparecían toda clase de animales y otras figuras, pero cada que le era posible aparecía la figura del condenado Gallo, al principio me asustaba, pero ya con las veces que lo hizo el miedo se me pasó. 

Para Lalito fue una experiencia horrible, pues era la primera vez que se encontraba cara a cara con un enorme gallo colorado y el gallo condenado era territorial, que al verme de una y sin aviso se me echó encima; por ello, fue el bochornoso grito que alarmó a mi familia y que le costó la vida al pobre animal. 

Despues de varios minutos de risas con mi tío, mi madre, mi primita y yo; mi tío se cansó y siguió la platica con mi mamita, entonces mi prima y yo seguimos con nuestros inocentes juegos, nos metimos debajo de una sabana blanca para seguir con nuestra aventura de miedo, nosotros y el horrendo monstruo: El Gallo Colorado, en una de tantas risas y de hacernos cosquillas, mi prima quedó inmóvil y viéndome fijamente, yo pregunté.

- ¿Qué te pasa, ya no quieres jugar?

Pero ella seguía inerte, viéndome directamente a los ojos, y yo vi que su carita cambio y en ella apareció la de un chica picara, dejó de ser mi adorable e inocente primita, mi hermanita de juegos infantiles, ella y su cara extraña se fue acercando a la mía y mientras lo hacía, iba cerrando sus ojos, yo era ahora quien no podía mover un solo músculo, quedé inmóvil, sin poder ni querer salir huyendo de lo que se me avecinaba y cuando caí en cuenta, mi primita me dio mi primer beso, no me desagradó, fue tan bueno que hasta el sonido de la amena charla entre mi tío y mi madre deje de escuchar y me concentre en las sensaciones de aquella hermosa caricia, la cual me transmitía tantas sensaciones que un día siendo mayor se multiplicarían hasta el infinito y mucho más allá. 

Luego de aquel beso, ella se separó de mí y siguió muda, yo tambien con mis ojos muy abiertos, esperando el segundo, creo ella esperaba que ahora yo tomara la iniciativa, pero eso no era posible; afuera de la casi transparente sabana blanca seguían nuestros padres hablando de cosas del pueblo de Atescatempa, Jutiapa. 
Entonces, de nuevo vi como mi prima se transformó, dejó de ser mi primita y se convirtió en una gatúbela, solo que esta vez yo la esperaba con muchos deseos y ella ya no hizo sus movimientos lentos, por el contrario, me cogió del cuello y me haló y nuestras bocas de nuevo unidas, yo, con los ojos muy bien abiertos sintiendo las mismas sensaciones que hace un par de minutos, mientras que ella con sus ojos cerrados, eso me sirvió como el ejercicio cero de los exámenes y tambien cerré los míos, confieso que hacerlo fue mucho mejor, y así estuvimos beso tras beso, pero eso sí, nunca fui yo el que tomó la iniciativa, siempre era ella y yo lo sabía pues, cada que venía otro, su carita cambiaba, esa era la señal que hacía a mi corazón agitarse de tal manera que mi cuerpo se incendiaba con un delicioso calor y una serie de cosquillas que no puedo olvidar. 

No se que detuvo a mi prima, pero lo que si recuerdo, es que así fue mi primer beso, mi primera experiencia de muchas que el futuro me guardaba, que maravilla era ser besado por una mujer, en este caso, una niña igual que yo, de la misma edad.
A la semana de juegos y de otros besos clandestinos los cuales yo sabía que vendrían, pues ella seguía con lo mismo, el rostro le cambiaba y al cambiar yo me agitaba en espera del beso deseado. 

Hasta que se fueron y mi vida continuo como siempre en la vida de Lalito, juegos y fantasías. Pero este solo fue el primer beso de mi vida, aunque no fue el único que Lalito descubrió, después siguieron otros besos para Lalito. Pero, esa es otra historia.

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