miércoles, 28 de septiembre de 2016

Raúl


Raúl salió aquella noche de su hogar en busca de su hermana, sin saber que se encontraría con algo que nunca pudo imaginar, la noche era inusual, se sentía fría, la luna, aunque brillaba en el firmamento se veía pálida, como el futuro de Raúl, él viajaba en un Fiat propiedad de su hermana, el auto equivocado, en el día equivocado, detrás de él, sin que lo supiera, alguien con sus ordenes.
Raúl entró a la gasolinera pensando dejar el tanque lleno a su hermana, una maestra a la cual recogería esa noche para llevarla sana y salva hasta su hogar, Raúl era un buen hermano, con amigos que él consideraba como tales, pero ellos a él solo lo utilizaban, por su popularidad en los deportes pues, resulta que Raúl era el portero de un equipo de renombre acá. 
Dijo buenas noches al que llenaría el tanque del Fiat, luego le pagó y su propina le dio al chico del gas, este lo agradeció y hasta la cachucha se extrajo, Raúl siguió su camino y cuando avanzo unas pocas cuadras; en una calle vacía, como los cobardes que eran le atravesaron los autos, quienes por las ventanas vieron, se repitieron; pobre hombre pues, son son autos del estado. Aquellos eran característicos, no se les perdía la huella, Raúl espero adentro del Fiat de su hermana, a su corazón llegó la adrenalina lo que le hizo latir apresurado, como deseando salir huyendo de ahí, pero eso no era posible ya, del auto del gobierno salieron dos enormes hombres con armas en mano apuntando al Fiat. 
Al llegar hasta el Fiat, le hablaron con improperios, uno lo extrajo del auto y lo metió con lujo de fuerza al sillón trasero,; Raúl no dijo nada, solo obedeció, pensando que todo estaría bien, pues el que nada debe, nada teme. A su lado se sentó el otro, quien aprovechó y culatazo en el estómago le propino y Raúl sin decir aun nada, mientras recibía tremenda paliza, el otro conducía y por el retrovisor disfrutaba del espectáculo, los otros autos los escoltaron por unas cuadras más hasta que los dejaron solos, para no levantar sospechas, el Fiat fue conducido por calles que Raúl no conocía y entonces preguntó; perdón, pero qué sucede, seguro con alguien ustedes me confunden, por qué no se llevan el auto y me dejan por aquí, pero la respuesta fue otro golpe más y ellos, como demonios reían disfrutando de su trabajo. Cállate maldito comunista, sabemos bien quien sos y lo que haces tú y tus camaradas, quieren derrocar el gobierno, pero al igual que los otros, que pronto caerán les espera lo que pronto tu sabrás; nunca debiste convertirte en comunista. Pero señores, yo lo que soy es deportista. Y, en su boca otro golpe, el cual lo dejó unos minutos inconsciente. No lo mates, aun tenemos que sacarle información de donde se encuentran sus camaradas y muerto no nos sirve de nada. 
Luego de pasearse por calles y avenidas, llegaron a un lugar secreto del estado. Llegamos señor, el jefe de los chicos malos vio al pobre desgraciado, quien aun estaba dormitado, casi moribundo y dijo; llamen al informante. Del lugar salió un tipo a quien solo le enseñaron el auto, este dijo; ese es, no hay duda. Esta bien, es suficiente, fuera de aquí. El informante asustado salió del lugar y en breve se escuchó una detonación. Por bocón la vida perdió, pues ellos, los hombres del estado no deseaban dejar un solo cabo suelto, tenían el auto y seguramente quien lo conducía era a quien ellos deseaban. Del auto extrajeron a Raúl, lo entraron en un asqueroso cuarto, el cual olía a sangre humana y tambien se sentía a la muerte, lo sentaron en una silla de palo blanco, la cual pintaba corinta de tanta sangre que en ella se derramó, lo ataron de pies y manos y ya asegurado, con balde de agua fría lo regresaron a su triste realidad, Raúl despertó creyendo que todo era una pesadilla, pera la suya apenas empezaba y la noche aun era joven, además los sátiros estaban ansiosos de sangre humana y preparaban sus instrumentos de tortura, tambien se colocaban las manoplas, pues estaba pronto a iniciar el show. 
Raúl vio las caras de sus secuestradores, en ellos se reflejaba la maldad y en sus ojos la lujuria por la sangre y el dolor humano, ellos disfrutaban con el dolor del prójimo. Raúl, en ese momento supo cual sería su futuro y deseo la muerte, pero antes, en su  mente, las caritas de sus hijas y de su esposa Julia. 
El interrogatorio dio inicio y Raúl escuchaba sin oír, pues no entendía nada de lo que lo acusaban, mucho menos de lo que deseaban escuchar de él; datos de otros tipos a los cuales ni siquiera conocía, pero si escuchó un nombre conocido entre los mencionados, cuando lo escuchó solo dijo; así qué a esto te dedicabas, pero te perdono amigo, me tocó a mi dar la vida por nuestra amistad.

Mientras, ahora seguro ya aquí no estás, estarás cruzando la frontera con rumbo a tu país, ahora entiendo porque tu auto nunca estuvo en buenas condiciones y usabas los míos y hasta el de mi hermana a quien decías que amabas, lo que me duele es que no veré crecer a mis hijas y a mi amada Julia ya nunca la volveré a ver. 
Mientras Raúl todo esto pensaba, su cara y su cuerpo estaban irreconocibles, Raúl era un despojo humano, un hombre sin alma, solo un cuerpo, pues su fe hizo que de su cuerpo levitara su alma inocente y buena y él no sufrió cada golpe, cada inimaginable tortura ideada por mentes retorcidas, que tienen el poder de decidir quien vive y quien muere. 
Al termino de pocas horas Raúl se largó y su alma este mundo dejó. Ya déjalo, el maldito murió y no dijo nada, las paredes estaban salpicadas de más sangre inocente, pues como Raúl, muchos más seguramente estuvieron ahí, sin saber por qué, pero Raúl si lo supo y le dolió, pues se trató de un gran amigo, su hermano, a quien le abrió las puertas de sus hogar, las de sus empresas, sus autos, el calor de su familia, todo esto él recibió de su amigo Raúl y al saber que Raúl desapareció del pais se largó pues, supuso que Raúl lo iba a traicionar. 
Mientras el amigo de Raúl escapaba por una de las fronteras, Julia recibía la llamada de la hermana de Raúl preguntando por que nunca por ella llegó, Julia sintió que su corazón se arrugó y días, meses en su búsqueda ella pasó, pero sin tener éxito, pues de Raúl nada se supo hasta la fecha. 

Los asesinos de Raúl al verlo muerto, lo desataron y como bestia a su cuerpo lo trataron, lo llevaron hasta el Fiat, subieron con el cuerpo sin vida de Raúl y tomaron con rumbo al Atlántico; Raúl viajaba en el maletero, mientras en el Fiat, cuatro trabajadores del servicio secreto del estado iban haciendo bromas de los lamentos de sus victimas, ellos disfrutaban de su trabajo. 
Luego de más o menos tres horas de viaje con Raúl dando tumbos en baúl, llegaron a un lugar en donde entraron, el camino era de terracería, por ese camino estuvieron como otra media hora, hasta que por fin llegaron al lugar a donde se deshacían de su equipaje; parquearon el Fiat y del maletero lo extrajeron; de ese lugar, solo se escuchaba una turbulenta corriente de agua, el famoso Motagua, al que apodaban: Motagua tu tumba, a Raúl lo tomaron, uno de una pierna y el otro de la otra y lo arrastraron hasta que llegaron a un lugar especial para dar termino con su evidencia, al estar ahí vieron con respeto al caudaloso río y el cuerpo de Raúl, ahí fue a dar, la corriente le dio la bienvenida;  revolcándolo entre sus piedras, destrozando su cuerpo atlético de deportista, el cual las fuertes corrientes lo arrastraron y entre arena y rocas el cuerpo de Raúl se hundió y nunca más apareció. 
Seguro llegó a unirse con otros cuerpos inocentes que un día estuvieron en el lugar equivocado, a la hora equivocada y al igual que Raúl, sufrieron las más horrendas muertes provocadas por un "ser humano" hacia otro, de su misma especie, esos son los peores y mayormente malvados. 
Estos, al ver que nada quedó del pobre Raúl, cogieron el Fiat y a la capital volvieron, en un lugar los esperaban sus secuaces y autoridades del gobierno de turno, bajaron del Fiat, al cual abandonaron. 
Se subieron en sus carrozas de muerte y por las calles con sus chistes se perdieron en busca de una nueva victima, pues esto era de todos los días, era su trabajo, acabar con personas inocentes entre otras que su delito era pensar diferente, dejando a familias desechas y muriendo de dolor por su ser querido al que no pudieron dar una cristiana sepultura. 
Mientras tanto, Julia... Bueno, ya conocen su historia. Esta historia es la de Raúl, su esposo el que nunca volvió a casa.



A la memoria de mi suegro, a quien no tuve el gusto de conocer, lo que sé, es porque lo escuché de boca de quienes vivieron horrible pesadilla. Qué Dios los tenga en un lugar especial a los mártires de mi amada patria de tiempos que nunca podremos olvidar y que hoy, entre nosotros, como personas ejemplares e hijos de Dios viven.
Me refiero a aquellos que su trabajo tanto disfrutaron. Seguro estoy que Dios espera por ustedes, para que tengan un juicio mucho peor del que ustedes le dieron a sus victimas.

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