lunes, 10 de octubre de 2016

La Casa Grande: El Principio


La madre de Lalito, era una chica nacida en el oriente de su país, fronterizo con El Salvador, Atescatempa, se llama el pueblo, en el departamento de Jutiapa. Ahí, ella vivía con sus padres, un Coronel del Ejercito y dueño de muchas tierras y  mi abuela, prima del Coronel, dueña de otra cantidad de tierras de ese pueblo. Pueblo de cultivo y ganado. Allí cultivaban: Maíz, frijol, café, frutas, entre otros. Mis abuelos, dueños de buenas tierras; llamadas: Los Regadillos, por las cercanías a la hermosa Laguna de Atescatempa, de dónde se obtenía la más rica mojarra que jamás nunca he vuelto a probar en otros lugares. 
La madre de Lalito, en carruajes halados por bellas bestias al lado de sus adineradas tías, las cuales, se cubrían del sol con cómicas sombrillas. Al pueblo un día llegó un simpático, educado y guapetón señor, a ocupar el puesto oficial de secretario municipal, cargos públicos que en su tiempo eran nombrados desde la misma Presidencia. 
Desde que mi padre llegó a ese lugar en oriente, luego de instalarse y después dirigirse a la municipalidad del lugar, se encontró con el carruaje de las tías de mi madre y en él, viajaba con ellas, mi madre, al verla, él se detuvo para quitar de su cabeza el sombrero y saludar a las damas que por frente a él, en carruaje fino pasaron, la madre de Lalito, lo vio de reojo como toda la joven dama de sociedad que ella era, luego de que el carruaje pasó el padre de Lalito llegó al palacio municipal, en dónde presentó sus credenciales y tomó posesión de su cargo, uno muy importante en su época.
Con el paso del tiempo, los padres de Lalito se conocieron y se hicieron amigos, algo que la abuela de Lalito veía con buenos ojos, no así, el Coronel, quien se expresaba de él, como: El tirado con honda. 
Sucede que el padre de Lalito, era oriundo de otro departamento tambien oriental en mi país, exactamente; de Concepción las Minas, Chiquimula, por algún motivo y olfato militar el Coronel no deseaba nada entre su hija, la segunda de diez hijos y el señor secretario municipal. Pero como en toda historia de amor, pudo más este que la oposición del Coronel pues, además contaban con el apoyo de la abuela de Lalito. 
Los padres de Lalito se casaron y procrearon a cuatro hijos, dos varones y dos hembras, quienes eran del agrado del Coronel. 

Un día el coronel murió y sus diez hijos heredaron lo que a él le pertenecía, los padres de Lalito ahora tenían propiedades. Dos de los hermanos mayores de Lalito, habían terminado ya los estudios de primaria e iniciaron el siguiente ciclo, el cual tambien lo finalizaron y al año siguiente estudiaron de nuevo el mismo ultimo año de clases, pues en el pueblo ya no había posibilidades de superación, lo que a mis hermanos les esperaba, eran las labores del campo, algo que a la madre de Lalito no le gustaba para sus hijos, así que le dijo a su esposo que debían de irse para la capital, para con ello, poder seguir los estudios de sus hijos mayores y por consecuencia los menores seguirían sus estudios en la capital. 
El padre de Lalito estuvo de acuerdo y solicitó al gobierno central su traslado para un lugar lo más cerca de la ciudad, su solicitud fue respondida y además se le autorizó que sus hijos estudiaran becados en la Escuelo Rural Pedro Molina, situada en el departamento de Chimaltenango.
Y un día, salieron del pueblo y durante varias horas, casi un día, viajaron en autobús hasta que llegaron a Chimaltenango, donde el padre de Lalito tomó posesión de su importante cargo y la madre de Lalito se hizo cargo de colocar a sus hijos en sus lugares de estudio. Así fue que mis padres dejaron el bello lugar de nacimiento de mis hermanos y madre. 
De nuevo el tiempo pasó y las cosas comenzaron a ir mal, pues con el paso del tiempo el padre de Lalito recayó en su antigua enfermedad, la cual la desconocía mi madre, el alcoholismo. 

Mi padre se gastaba su sueldo y comisiones en la bebida, hasta el grado de que descuidó por completo a sus hijos y esposa, la madre de Lalito tomó cartas en el asunto e intentó ayudar a su esposo, pero como esta enfermedad no se cura de un día para otro y las necesidades del hogar de la familia de Lalito se hicieron presentes, mi madre tomó la decisión de vender sus propiedades e inicio la venta de cada una de sus tierras, por fin, mi padre salió de nuevo de su enfermedad, pero para entonces, las deudas y el dinero se había terminado y ya no había más tierras por vender. 
La hermana mayor de Lalito con diecisiete años de edad, decidió dejar sus estudios en la distinguida Pedro Molina para tomar un curso de enfermería, pero para ello, debía de ser mayor de edad, la situación era muy lamentable, muy triste, muy precaria, que con el dolor de su corazón, la madre de Lalito aceptó la decisión de su hija mayor y el padre de Lalito le hizo una cédula falsa que la hacía una señorita mayor de edad y mi hermana se fue para la ciudad a la casas de una tía y estando ahí, logró graduarse de enfermera con su respectivo trabajo en el Hospital Roosevelt. 
La hermana de Lalito era una chica muy bella y con muchos pretendientes, entre ellos médicos y una prima donde ella vivía, se enceló de mi hermana y condicionó a su madre, nuestra tía, de que, o se iba ella o se iba la hermana de Lalito, pues ni hablar, la hermana de Lalito salió una noche de la casa de su tía a un pequeño cuarto a la vuelta de la esquina de donde vivía la tía, un cuarto muy pobre, pero era lo que podía pagar, pues su sueldo era para solventar otras cosas que aun debían de ser solventadas, la tía de Lalito le informó a su hermano de lo que acontecía, para cuando la madre de Lalito se enteró, a la madrugada siguiente salió con rumbo a la capital para acompañar a su hija. 
Con idas y regresos a Chimaltenango, por el estudio de sus otros hijos. Al año siguiente mi padre se quedó en Chimaltenango con mi hermano mayor, quien continuaba sus estudios en la Pedro Molina y la madre de Lalito se llevó a los más pequeños y así durante varios años vivieron en aquella triste, incómoda, pequeña "casa", una de dos ambientes, en donde se acomodaron; mi madre y mis tres hermanos. 

Un día la madre de Lalito, con la familia reunida y casi saliendo ya de sus problemas económicos aprovechó para comunicar a su familia que estaba embarazada, algo que a unos los alegró y a otros no, pues la niña más pequeña, aun tenía diez años de edad; pero nada que hacer, la llegada del nuevo miembro de la familia estaba a menos de siete meses.     Fue entonces, que en un mes de noviembre, la cigüeña los visitó y a su pobre hogar llegó otra boca más por alimentar, la de Lalito. Cómo suelen decir, los niños llegan con una torta bajo el brazo, la situación económica se había logrado solventar, pero tuvo que pasar varios años más para que un día, la hermana de Lalito, quien ahora ganaba un sueldo mucho mejor y con la ayuda del padre del Lalito quien logró al fin retomar el rumbo perdido, decidieron alquilar otra casa, para estar mucho más cómodos.

Salieron madre e hija mayor en busca del nuevo hogar y se encontraron con la que seria: La Casa Grande de Lalito. Lugar que por años, fue tambien llamado: El Gran Hotel... Pero esta es otra historia.

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