JEANNY

Jeanny.
No eres mi bella genio,
pero sí eres mi bello amor,
tierna mujer que me demostró
el camino que habría de andar,
con ilusión me encaminó por senderos de luz,
de la lluvia me resguardó
y en aquella cabaña su amor me entregó.

Jeanny.
Hubo muchas antes de que llegarás tú,
pero ninguna nada significó;
aves de verano, eso fueron, 
en verano buscaron el amor y luego su vuelo siguieron,
pero tú a mi lado has quedado, entregándome ese bello amor.

Jeanny.
Recuerdo tu fresca sonrisa,
tu picara mirada,
el rose de tu aterciopelada piel,
la que aun siento, cuando me acaricia el viento.

Jeanny.
No te alejes de mí, eso te pedí, 
tu sonreías y luego me decías;
eso nunca pasará, a tú lado siempre estaré,
esos fueron nuestros planes, nuestros deseos.

Jeanny.
Esos besos aun hacen vibran a toda mi piel,
mis labios sedientos quedaron;
ahora pienso que si fuiste mi bella genio,
pues esas caricias aun viven en mí;
magia que dejaste tatuada con amor en mi piel.

Jeanny.
Nunca te olvidaré y seguro que tú a mí tampoco,
seguro ahora a mi lado estás 
leyendo lo que me dicta el corazón;
frases llenas de amor, esa fue la magia 
que tus recuerdos dejaron en mí.

Jeanny.
Me visitas en sueños y en ellos,
revivimos nuestro amor y a mi piel,
la embadurnas de miel con tus sensuales labios;
escucho tu tierna sonrisa 
y en tus ojos veo esa picardía;
vaya contraste, era la magia de mi bella Jeanny.

Jeanny.
Recuerdo cuando en tu mano 
coloqué aquel anillo de papel, 
de tus picaros ojos brotaron lagrimas
y tú sonrisa desapareció y en su lugar tus labios temblaron;
no sabía que decir, 
yo esperaba parado frente a ti;
luego de un breve instante 
a mis brazos te lanzaste,
y gritaste que sí.

Jeanny.
Hoy que no estás, te recuerdo con nostalgia;
te siento a mi lado, siento tu respiración sobre mi hombro,
siento tu aroma que se impregnó en mi piel,
escucho aquella cálida, fresca y tierna sonrisa
y creo ver tu picara mirada.
La veo cada noche en el lucero 
que siempre viaja del cielo y sobre mi casa cae.

Jeanny.
Las delicias serás en el cielo, tu hogar;
y, seguro en tu dedo el anillo de papel.
No estas en una botella, tu cuerpo esta en un jardín;
pero tu alma estará sonriente y cuidando de mí,
ahí, de dónde cada noche veo caer aquel lucero.
En tu nuevo hogar, que es el cielo. 


SergioRaga 08.11.16