sábado, 5 de noviembre de 2016

Lo que es la vida


Cuando sientes, la vida se te fue de las manos, como agua entre tus dedos se escapó y en ellas solo la humedad quedó, la que pronto el calor de tu piel la secó. 

Lo que un día fue terso, nuevo, con brillo, como seda, en tosco y arrugado se convirtió. 

Cuando eres joven, crees que nunca se acabará esa etapa de tu vida, pero como la niñez que en un abrir y cerrar de ojos pasó, se murió, la juventud con sus locuras tambien de ti luego se va.

Para cuando te llega la edad, la de adulto responsable, tambien te llegan las dudas, te preguntas si has vivido una buena vida o simplemente la has desperdiciado, pero tarde es. 

Hoy recuerdo mis treinta años, cuando me di cuenta que empecé a vivir la dura vida, ya lo mejor había caducado y yo apenas hoy me doy cuenta, pero aun me sentía joven, pero con responsabilidades y a cada instante recordaba aquella edad. 

Justo los dieciséis, cuando deseé tener otros más, hoy quisiera regresar pero no es posible ya, aun en pensamientos es dificil poder lograrlo, pues solo sueñas despierto la vida que de tus manos dejaste escapar, pensando que nunca se acabaría. 

Quisieras rescatar algo de ella, pero eso no es posible y luego te llegan los cuarenta y el miedo se apodera de ti, aunque aun estas en buena edad, te das cuenta que tuviste tiempo de un palacio edificar, pero no tienes nada, el tiempo ahora tambien has perdido, entre tus manos con callos la vida de nuevo se te ha ido, pero sigues tu andar, hacia lo peor. 

Pero lo haces aun sin entender, que como ya te pasó de nuevo sucederá y ahora piensas mucho más en aquellos tiempos, ahora más lejanos, pero mucho más ansiados, más deseados y preguntas: ¿por qué Dios no le has dado al hombre mas vida, por qué se la has limitado?, ahora los sueños son pesadillas. 

Mas pronto que tarde, pues como cosa rara ahora el tiempo de tu reloj camina más de prisa, pareciera que el día ya no tiene 24 horas, esas se han disminuido a veinte y el tiempo ya no te alcanza y ahora que te das cuentas ya tienes cincuenta. 

Te resignas, pues no hay nada que hacer, mas que por tus hijos vivir, has perdido lo que un día sin darte cuenta y sin saber desechaste, creyendo que sería eterna. 

Recuerdas el dicho aquel: "Juventud divino tesoro". Tesoro que creíste te daba para comprar más juventud y lo que habia en ese tesoro lo derrochaste y a veces lo regalaste.

Ahora la vida es dura y eso te lo dice tu fiel espejo, pues tu cara ahora es de cartón y en tu cabeza ya no hay lo que antes presumías, ahora estas sin cabello y si lo tienes este empieza a blanquear y eso te indica que la recta final esta frente a ti, que la cuesta ya la subiste y ahora todo lo que te espera es de bajada. 

Ahora, andas por los sesenta, la maldita tercera edad, todos te llaman abuelo, todos caminan a prisa por tu lado como un día lo hiciste tú, acaso no lo recuerdas, cuando de ellos te reías, su paz te molestaba, pues solo querías la velocidad, su pasividad te estorbaba, no te dejaba avanzar.

Ahora que los ves te ríes, pero los envidias y a la vez, en tus adentros les gritas; ¡ya un día ocuparas mi lugar! 

Pero ahora te llegaron los setenta, tu cuerpo ya esta pesado y cansado y tu caminar esta ahora más pausado, la vida ahora solo existe en tu mente, has perdido las ganas, pero no quieres aun morir, tu rostro no es ni la sombra de lo que un día fue. 

Arrugada tienes la piel, lo que te indica que por mucho tiempo has andado y que lo que te espera ya es poco, que lo que venga es un obsequio, lo que te espera es ganancia. 

Paciente en tu sillón a la vida ves pasar, pues ahora los ochenta te han llegado y tu cuerpo se a encorvado, de tu altura ya nada a quedado, te has encogido, pareciera que vas de regreso para el vientre de la madre naturaleza la que una vez te vio nacer y sobre ella correr y que después irrespetaste y la condenaste.

Ahora la cama es tu mejor lugar, muchos de tus amigos ya se adelantaron por aquella pendiente a la que ahora con pocas fuerzas te aferras para no rodar a los brazos de quien al final te espera. 

La ganancia a ti llegó y con tus noventa todos dicen; ¡que bendición!, pero tu corazón que a penas late le dice a tu cerebro ¡que maldición!, ya quiero partir, para lograr pronto regresar y a la vida mejor vivirla, gozarla como no la gocé, como no la disfruté. 

Los dolores se acrecentaron y tu cuerpo ya no puede ni con tu alma que pesa unos pocos gramos. 

Te niegan la mejor comida, la mejor bebida, deseas de todo, aunque aun miras para atrás, quisieras poder apostar, pero solo te toca perder, quisieras logra ganar un poco de amor, amor de juventud, ese que hace mucho de ti se alejó y que un recuerdo nada más ahora es. 

Ahora, con casi cien, que es el final del camino, pues el kilometraje no se puede alterar un niño de nuevo ahora eres, hasta pañales de nuevo usas y a la boca como avioncito el alimento te llega y en cantidades pequeños, como si fuera una compota; de tu gallardía, un libro viejo de historia queda, uno empolvado. Y en la biblioteca guardado, uno anticuado, al cual ya nadie quiere leer por ser un clásico, si supieran que eres toda una enciclopedia. 

Y un día o una noche o tal vez una tarde, sin querer has llegado al final,  a la pendiente que un día iniciaste su descenso, con amor te recibe el Ángel de la muerte y de ese pergamino que es tu hoy cuerpo, de él te extrae, te libera y con ella te lleva a un lugar inimaginable.

Tú vida por fin terminó, entre nostalgia y nostalgia, entre la noche y el día, entre la risa y el llanto, entre el amor y el desamor; un recuerdo eres y serás. 

¿Será que volverás? y si lo harás, de nuevo tu vida como agua entre tus dedos se irá y tú sin saber que una vez juraste, vivir mejor la nueva vida...




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