domingo, 18 de diciembre de 2016

La herencia del niño (otro cuento de navidad)


El niño llegó a un lugar cuando la tarde caía y la noche casi le llegaba, a su encuentro le sale un hombre con las ropas tradicionales del lugar, pero en un tono muy oscuro, telas casi negras.

__¿A dónde vas niño?

Preguntó el tipo con mucha autoridad, el niño quiso evadirlo pasando por un lado y continuar su camino, pero este no se lo permitió y de nuevo le lanzó la pregunta.

__¿Qué haces aquí tu solo niño?, ¿estás lejos de tu casa? 

El niño lo observó desde sus sandalias hasta su rostro, el tipo en sus labios tenía una cordial sonrisa, parecía alguien muy amigable, el niño entonces se sintió un poco aliviado y al desconocido le preguntó.

__Disculpe señor ¿qué pueblo es el que me queda por este camino?
__Este camino te conduce a un pueblucho de nombre Belén. ¿Para qué vas para ahí?
__Busco una ciudad cualquiera para vender algo, pues tengo a mi padre muy enfermo y necesito dinero para un médico y medicinas.
__Y eso qué deseas vender ¿lo llevas en ese morral? eso me imagino.

El niño asustado, pues podría ser un ladrón, tomó con muchas fuerzas su morral y casi tartamudeando respondió a la pregunta del desconocido.

__No señor, acá llevó mis alimentos y cosas personales ¿verdad Manchitas?

Manchitas, quien era un perro de color blanco y pecas cafés, gruñó al desconocido, quien seguía enfrente de ellos interrumpiendo su camino, el desconocido al notar el enojo del perro con pecas cafés lo acarició, pero este sintió el paso de una fea corriente en su cuerpo que lo hizo hasta llorar y se colocó por detrás del niño con la cola metida entre sus patas traseras, el tipo vio directo a los ojos del niño con la misma cordial sonrisa en sus labios y con voz apaciguante le dijo, mientras se hacía a un lado.

__Sigue por acá recto y a dos millas encuentras ese maldito pueblo.
__Gracias señor.

Dijo un temeroso niño y siguió su camino, pero la noche ya casi llegaba, Manchitas observó cuando por debajo de las ropas del desconocido algo se movió y se metió en la ropa negra del hombre, el perro se angustió al ver esa cosa que parecía una serpiente con vida a la que solo le alcanzó ver la parte final de su cola.
El niño y su mascota ascendieron por unas dunas del desértico lugar, por el cual la temperatura empezaba a descender, el niño sabía que si seguía avanzando la noche lo atraparía, por lo que debía pernoctar muy cerca de ese lugar en donde se encontraba ahora, así lo hizo y la noche oscureció todo a su alrededor, su único consuelo eran los brillantes que en el cielo brillaban, pero entre tanta joya natural, había una que al niño le llamó la atención, se trataba de una estrella enorme, la cual pareciera que alumbraba en rumbo hacia donde él debía de dirigirse. Viendo la estrella se quedó dormido.
Unas horas más tarde, bajo un sueño profundo, el niño en su sueño, soñaba que retomaba el camino que el desconocido le había indicado, pero cuando lo hacía, otro desconocido de ropas blancas y sin rostro se le colocaba justo enfrente, pero él no sintió miedo, solo sintió una enorme paz y escuchó lo que este le dijo.

__No tomes esta ruta, camina por esta otra, Belén te quedará media milla más lejos pero estarás seguro en tu viaje.

Cuando el desconocido del sueño dijo esta frase, el niño se despertó sobresaltado y sudando, su perro estaba enrollado y bien pegado a él, para que sus cuerpos se dieran calor, el niño de nuevo vió al cielo y se encontró con la enorme y brillante estrella, lo cual le durmió de nuevo.
El día nació y el sol alumbró lo que hace unos minutos era oscuridad total, el niño recogió sus cosas y le ordenó a Manchitas que avanzaran, el niño caminó por el camino que el señor de sonrisa agradable le indicó, pues no recordaba su sueño, pero Manchitas le ladró, él se encontraba justo en el lugar donde el hombre del sueño le indicó al niño que sería seguro para ellos, al ver a Manchitas ladrándole por aquel lugar, este recordó el sueño y tomó ese rumbo.

__¿Cómo sabías de este camino, pues yo lo soñé, pero tú como lo sabes?

El perro solo movió la cola y continuaron su camino. Mientras en el otro sendero, entre unas dunas arenosas, escondido esperaba por el niño el señor de sonrisa agradable. Al darse cuenta de que el niño no aparecía, este se encolerizó y maldijo al pequeño, era tanta su rabia que hasta la arena del lugar se levantó como un remolino y entre ella el individuo se desapareció.
Despues de varias horas de camino bajo un agotador sol, el niño logró ver a la pequeña ciudad, el perro con su lengua colgando de su hocico movió su cola, ambos se alegraron de ver el lugar, descansaron por un momento en un lugar que parecía un oasis en el desierto, bebieron de las aguas del lugar y comieron algo, pues aun les faltaba un buen tramo para llegar al lugar.

__Veo que no seguiste mi consejo niño.

Dijo el hombre de negro, con la misma sonrisa y rostro amable, este llegó hasta el lugar y se sentó frente a ellos, el perro de nuevo gruñó, pero al encontrarse con el rostro del individuo. este lloró de nuevo y se hizo por atrás del pequeño.

__Yo puedo ayudarte con la enfermedad de tu padre niño.
__¿A cambio de qué?

Dijo el niño cogiendo su morral con sus dos manos, pero este le dijo al niño.

__Tranquilo, lo que llevas en ese morral no me interesa, me interesas tú.

El niño se asustó al escuchar lo que el desconocido le decía.

__¿Qué podría interesarle de mí a usted señor?

El hombre río muy feliz, creyendo que el niño estaba por hacer un trato con él.

__Disculpe señor, pero no tengo nada que le pueda interesar a usted, además no haré tratos con quien no conozco.
__Pero si me conoces, soy yo quien tiene a tu padre moribundo y la única opción que él tiene para sobrevivir soy yo y claro, ahora tú, la vida de tu padre esta en tus manos pequeño.

El niño no entendió y en sus adentros se cuestionó; cómo podría aquel desconocido tener enfermo a su padre.
El perro observo de nuevo a la rara serpiente que se introducía en el traje de color negro del hombre cuando este se puso de pie para dirigirse hacia donde el pequeño estaba, pero este no vio nada, pues en ese momento se encontraba orando por su alma y su seguridad, mientras lo hacía sintió cómo una mano sobó su cabeza y sin abrir los ojos escuchó que un viento en forma de remolino llegó al oasis y al tipo lo escuchó maldecir, luego de las maldiciones del desconocido la calma llegó y el niño abrió sus ojos de nuevo y en el lugar, solo la nada, no había oasis ni nada más que las dunas del desértico lugar, para ahora ya era tarde, sin darse cuenta, él había estado casi todo el día en aquel lugar y la noche le sorprendió de nuevo. 
El niño dijo; pero qué pasó con el día, no puedo esperar a otro día más, pues mi padre morirá si espero.

__Vamos Manchitas, dirijámonos con dirección a esa estrellas que tanto brilla y parece que alumbra para la ciudad de Belén.

Tomó sus cosas y se dirigió con rumbo hacia donde la estrella parecía alumbrar, mientras se dirigía con rumbo hacia ese lugar, le dieron alcance unos señores que se veían muy elegantes y finos, los cuales al encontrarse con el niño se detuvieron y al niño se acercaron.

__Qué haces aquí pequeño, no es muy tarde para que andes lejos de tu casa, o ¿acaso viajas con tus padres?
__No señor, viajo solo, voy para Belén, a vender una joya de mi padre, una que deberá ser mía cuando mi padre muera, pues él la recibió de su padre y su padre del suyo.
__Ah, es una herencia de generación en generación. Y ¿por qué quieres venderla hijo? 

Preguntó otro de los viajeros nocturnos mientras avanzaban, el niño y el perro iban sobre una bestia.

__Para pagar a un médico y comprar medicinas para que no muera mi padre.
__Eres valiente niño, estoy seguro que tu padre no morirá, ya verás.

El niño sonrió y a los desconocidos les preguntó.

__Y ustedes ¿a dónde se dirigen, por qué viajan de noche?
__Pues ya que vienes con nosotros, lo verás con tus ojos niño, pues ya hemos llegado a nuestro destino.

Los Reyes bajaron de sus bestias y con sus regalos se dirigieron hacia un corral, lugar en donde insidia la luz de aquella estrella, el niño y Manchitas observaron como esos señores con ropas de ricos y muy elegantes se postraban ante un pesebre, lugar en donde se encontraba un niño rodeado de sus padres y animales de corral, el niño pensó. ¿Por qué estos señores tan elegantes le obsequian a este niño tan pobre y le hacen reverencia como si fuera un Rey. El niño al observar lo que en el lugar acontecía, se acercó con la curiosidad de todo niño y vio al bebe recien nacido sobre aquel misero pesebre, el cual le servía de cuna y al verlo, sintió una enorme paz en su interior, vio que Manchitas se encontraba agitando su cola de una manera cómo si quien estuviera ahí lo conociera de toda la vida y después de mucho tiempo lo encontró de nuevo, el niño sin saber por qué, abrió su morral y extrajo de él su herencia, de la que dependía la saludo de su padre y sin pensar en su enfermo padre, sintió la necesidad de regalarle al niño quien era mucho más pobre que él, lo que salvaría a su moribundo padre.

__Esto es para ti niño. 

Dijo el niño, y colocó su obsequió entre los de los señores que lo condujeron hasta ahí. Despues de ello, los señores elegantes regresaron por donde vinieron, no sin antes decirle al niño.

__¿Vienes con nosotros niño?, te llevaremos de regreso con tu padre enfermo, de todas maneras ya no tienes nada que vender ¿qué dices?

El niño aceptó la invitación y subió a la bestia que lo condujo hasta allí, mientras viajaban, el niño se durmió y de nuevo soñó con el mismo personaje que le advirtió de que camino debía de tomar, en el sueño Este le dijo.

__Gracias hijo, tienes un gran corazón, no te importó la salud de tu amado padre y con amor le regalaste al niño tu herencia. De verdad te digo, que tu padre está bien, lo has sanado con tu nobleza de corazón.

El niño se despertó sobresaltado de nuevo y los señores que lo llevaban de vuelta a su hogar sonrieron.

__¿Un mal sueño?

Dijo otro de ellos sonriendo, el niño dijo.

__No, otro bello sueño. Y sonrió.

Cuando la noche dio paso al día, habían llegado a la humilde casa del niño, la caravana llamaba la atención y de la humilde vivienda, salieron su madre y hermanos, tambien unos primos, la familia completa.

__¿Dónde estabas hijo? 

Dijo la madre angustiada, pero el niño llorando y pensando que su padre habría muerto preguntó.

__¿Y mi padre, madre? ¿Murió?
__No hijo, justo a la media noche me sentí bien y me levanté de mi lecho de muerte, estoy sano, me siento muy bien.

Respondió el padre moribundo, completamente sano. El niño corrió con su padre y ambos se abrazaron.
Uno de los caballeros llamo al niño y le dijo.

__Quizá no sea tan valioso, sentimentalmente como el tuyo, pero quiero lo conserves y lo entregues a tu hijo y este al suyo y así por siempre. Toma.

Los señores se fueron y al desaparecer de la humilde casa, su familia le dijo al niño.

__¿No abrirás tu regalo?, ábrelo, ¿qué es?

El niño lo abrió y en él encontró la joya de la familia, la que él había obsequiado, ¿quien la cambió por el obsequió del Señor? 
Eso nadie lo supo, pues cuando el padre lo vio este dijo.

__¿Por qué ese fino señor te regalo nuestra joya familiar, la que heredarás de mí cuando muera?

El niño solamente sonrió y le dijo a su padre.

__Vamos a pastorear a nuestras ovejas y te contaré todo lo que me pasó, quizá juntos encontremos la respuesta padre.

El niño y su padre y con ellos el perro de manchas cafés, se dirigieron al lugar en donde ya se encontraban el resto de sus hermanos y primos pastoreando sus ovejas; mientras caminaban abrazados, el niño le contaba todo a su padre, con todos los detalles, no se guardó nada, todo se lo contó a su señor padre.


SergioRaga 18.12.16



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