sábado, 3 de diciembre de 2016

La Metamorfosis del Hombre


Sonidos extraños escucho al ver a una mujer sus caderas contonear, antes nunca nada igual sentí, creo que ya crecí, ahora otro hombre más soy, idiotizado ante bello ejemplar: Una mujer. ¡Eso soy!

Mi adolescencia a mi niño mató y como consejera y cómplice la mujer, ella fue la que me impulsó a deshacerme del niño que conmigo a este mundo un día del vientre de otra mujer nació y aquí llegó; de inmediato a sus senos me aferré, era por hambre y frío. El mismo que ahora siento al ver a tremendo ejemplar, solo que no es la misma hambre que de niño sentí, esta es otra que me hace hasta babear y el calor que de ella busco, es diferente tambien.

Me siento un depredador, será que mi niño busca venganza por tan pronto haber muerto, mi adolescente a mi niño mató, aconsejado por señales insinuantes y sensuales de mujer. 
Mi niño a mi cuerpo se aferró, no quería tan pronto a mi cuerpo abandonar, sentía que aun le faltaba mucho por vivir y conocer, pero se apareció la belleza femenina y con insinuaciones corporales en asesino me convirtió y al niño que era dueño de mi cuerpo ambos lo matamos, juntos lo hicimos; pero ella al ver el asesinato de la escena del crimen cobardemente huyó.

Yo, lloré al ver el cuerpo del pequeño y tambien presencie como me dejaba, vi con tristeza y miedo como mi cuerpo lentamente se transformaba. 
Y de mi garganta, miles de voces extrañas salieron, a veces eran como si un niño hablara, de pronto, se volvía ronca y de mi se burlaban. De mi cara de niño erupciones aparecieron y de mi barbilla pelos como de chivo llegaron, me avergonzaban, era la pena que debía de pagar y de cumplir por vil asesinato. En veces me colocaba a jugar con mis vecinos, los que aun eran niños, pero al hacerlo, la malvada mujer por la esquina aparecía y de nuevo sus caderas contoneaba y del lugar detrás de ella me marchaba; mientras la seguía, veía que nadie me observara pues, seguro me criticarían y dirían: Ella en la escena del crimen con el cadáver lo abandonó y ahora de nuevo la sigue. 
Será que quiero vengar la muerte del bello niño que un día conocí, pero en mí, algo raro pasaba y a mi niño olvidaba, no me importaba que por ella lo había matado y como rehén ahí con mi cadáver me dejó. 
Ella de reojo me veía y se sonreía, el resto me veían como idiota o un esclavo detrás de su verdugo y su cómplice en el cruel asesinato. Perrito faldero; así me llamaron. 

El tiempo pasó y la chica seguía con ese movimiento de caderas que tanto me atraían y que me hacían revelarme ahora contra mis padres; ella me llevó por otros caminos y nuevos vicios, ella me había inducido, como un día con mi niño lo hizo. 
El alcohol y el cigarrillo me llevó, para parecer el hombre que ella deseaba de mí, tonto, pues al emborracharme solo el ridículo hacía y ella de mí se reía, tal cual, parecía que ahora deseaba asesinar al asesino adolescente, ella la trama bien tramó y con sus caderas hacia el abismo me condujo, pues, al tenerme cerca una noche la quijada con sus tersas manos y largas uñas me tomó y la acarició y me dijo: No jovencito aun le falta crecer si esto quiere poseer. 
Yo pregunté; ¿cómo si ya a mi niño por ella maté? ¿qué quieres ahora de mí? 
Pero ella simplemente sonrió y el ojo me guiñó, perturbado en la esquina quedé, pero no desprecie el espectáculo de ver el culo de tan bella mujer, que dominaba a todo mi ser. ¡Vaya caderas! ¡qué bamboleo! Me pregunté extrañado: ¿Cómo hará para moverlas así?, ¿cómo hará para equilibrar verticalmente tan bella humanidad sobre esas zapatillas de tacón de aguja? ¡qué barbara y potente eres bella mujer! 

Una mañana que me desperté y mojado en sudor y otros líquidos personales e íntimos, que al baño me dirigí y un baño me dí, pero antes en el espejo me vi y como imaginé, ella lo había logrado de nuevo y a mi adolescente me obligó a matar y tambien lo asesiné; seguro es el karma, pero ya ahora mis pensamientos eran diferentes y todas las culpas de mí abandoné, con aquel sudor que entre mis sábanas de infancia las manché, las recogí y a la basura las arrojé. Me vestí con un gusto sin igual y a mi rostro diferente ahora lo vi, mi barba de chivo ahora le daba a mi tes un azul particular y singular, mis facciones ya no eran las de niño, había de nuevo crecido y a los que un día pensé había asesinado, eso no fue así, pues aun estaban ahí, junto a mí, adentro de mí, ellos me ayudaban ahora a ser atractivo y con ellos, unidos a mí, salimos un día en busca de la que movía de una manera que me excitaba sus caderas. 
Ella se encontraba en la esquina, junto a otras de su manada, las que se creían las reinas y poderosas, sus cómplices en asesinatos de otros adolescentes que a sus niños asesinaban y asesinaron por ellas, como un día creí hacerlo yo. 
Me les acerqué y a todas las saludé, ellas me vieron con asombro y hasta sus ojos al cielo elevaron como agradeciendo lo que recien vieron; yo, después del frío saludo, mi camino seguí, ahora ya no era lo mismo, las reglas habían cambiado; ellas eran las que suspiraban por mí. 
Eso me dio confianza y a mi niño y a mi adolescente les dije: Nunca nos volverán a separar, juntos seguiremos hasta la muerte de este cuerpo que nos pertenece a los tres

Detrás de mí, como una sombra, la misma chica que antes me despreció, ella seguía tan sensual y su caminar no se diga, pero los que conmigo ahora convivían me decían, ella fue la que nos mató y la que con nosotros un día solamente jugó, eso me incomodó y me indignó y entonces la enfrenté. 
Hasta ella caminé, esta vez mis pisadas dejaban a la acera con huellas de fuego al andar, algo que a ella le provocaba que su corazón se le saliera de entre bellos pechos y que entre su piernas una picazón sintiera, ella no lo lograba disimular y  entonces hasta ella me acerqué, me abrí paso de las que la acompañaban y con mi mano ya experimentada su barbilla le acaricié, luego su cabellera hermosa y fresca a un costado de su linda cara la corrí, vi en sus ojos, que ahora ella era la que moría por mí, tambien en su piel lo sentí, me acerqué lo más que pude; ella sus piernas ya no sintió, por un momento al suelo pensó que caería, pero fuerte fue y ante el asombro y suspiros de las otras, la estocada le final le di y a sus labios con los míos los rocé, ella cerró sus ojos y conmigo soñó, yo le dije, luego de aquel sutil roce entre suaves pieles; al oído le susurré: Crece niña traviesa y entonces me tendrás. Ella sufrió al sentir el roce de mis labios deseados por ella, sobre los suyos. Nosotros, ahora los tres, nos alejamos, así como nos vio llegar nos vio alejarnos. 
De ella nunca supe más, seguro qué, cómo yo ya era un asesino serial y con experiencia a ella tambien la maté. 

Hoy me encuentro en una lucha diaria, entre bellas mujeres y nosotros tres, más unidos que nunca antes, juntos somos irresistibles, pues si quiero hacerlas reír, le doy la palabra a mi niño, el cual se luce, y si quiero conseguir algo de ellas le toca el turno a mi adolescente, hemos encontrado una especie de relación y combinamos el adulto y a mi adolescente que las hace rendirse ante mí y lo que nos proponemos, lo conseguimos, de ellas todo lo que deseamos siempre lo conseguimos. 

Soy feliz con mis otros yo, juntos somos dinamita, nunca nadie se burló de nuevo de nosotros. Ahora solo esperamos a que llegue el cuarto de nosotros, aunque no deseamos que llegue pronto, pues la pasamos super los tres, pero sabemos que un día deberá llegar nuestro cuarta personalidad, a la que llaman; madurez. 
Ella nos conducirá a los tres o mejor dicho, nos conducirá a los cuatro por una vida apacible y estable hasta que llegue el día de regresar al lugar de donde un día, siendo un inocente niño llegué. 
Pero de algo sí estoy seguro y es qué, de la bella mujer y de sus caderas, de ella nuca me olvidaré, ni la dejaré de admirar, ni de desear. 

Bendita mujer, que causa en el hombre sus cuatro metamorfosis. 








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