miércoles, 18 de enero de 2017

New Kid in Town (Las canciones de mi vida)



Se escucharon los frenos de aire del autobús, se detuvo sobre la cinta asfáltica, lejos de la ciudad, como a una hora de camino; se escuchó el sonido producido por la puerta cuando el conductor oprimió el botón que la abrió, el chico dijo: _Gracias conductor. Este solo le regresó una mueca que le dijo, buena onda.
Johnny descendió por la escalera del bus, cuando colocó sus pies sobre el camino de tierra que conducía a un aislado y viejo pueblo en medio de la nada, este sintió el cambio de la temperatura, lo fresco del aire acondicionado del autobús por el cual, de la ciudad al pueblo lo transportó, y su cuerpo se acaloró, el sol ardía el aire del lugar, sus lentes en sus ojos los colocó para protegerlos de tan fuerte luz que lastimaban sus retinas. Llenó sus pulmones de un aire caliente pero puro, hondo respiró al ver a unos ciento cincuenta metros de la cinta asfáltica el pueblito que un día lo vio crecer y que también lo despidió cuando de él, para la gran ciudad en busca de un mejor futuro se largó, al menos fue la excusa que a nadie dio.
Sin equipaje esta vez volvió, miró alrededor y lo que vio lo llenó de nostalgias, recuerdos de cuando fue feliz, amigos que con el crecieron en un tiempo lleno de inocencias, su mente le dijo; ha cambiado, pero no mucho, ha crecido pero no tanto. Y las personas, seguirán siendo amigables y amables.
Otro suspiro se le escapó, su caminar hacia el pueblo lo llevó, gran expectación en las personas que lo veían llegar, Johnny causó, a su encuentro, a quien veía este lo saludaba, algo que para él ahora no era normal, se tendrá que acostumbrar a las costumbres de los pueblos, al menos mientras este en aquella pequeña ciudad, no encontró rostros conocidos. Sin embargo, los que lo veían por ahí caminar lo admiraban por su gallardía, su presencia, la ropa que vestía, era alguien elegante, alguien a quien todos deseaban parecerse, a Johnny no le interesaba causar aquel revuelo y expectación, mucho menos esa rara admiración.
Él continuo caminando por aquellas calles que lo vieron un día sucio correr, ni sus amigos de infancia lo pudieron reconocer, ellos lo veían por la calle caminar y se preguntaban y comentaban; han visto, hay un nuevo chico en la ciudad, las chicas suspiraban ante la presencia del nuevo chico en esa viejo pueblo, un pueblo perdido en medio de la nada, a través de sus lentes se lograban ver sus ojos verdes a consecuencia del brillo intenso del sol, el que brillaba en la altura, en un cielo despejado; las chicas veían música salir de ellos, mientras los que fueron sus amigos deseaban ser de nuevo amigos del chico nuevo que recién llegó a la vieja ciudad.

Johnny se detuvo por un instante, debido a tanto calor, en una tienda, la que da al parque, justo en el centro del pueblo, se acomodó y dijo.
    -Don Juan, me da una bebida bien fría.
El viejo quedó admirado de que el guapo joven conociera su nombre.
   -¿Me conoces muchacho? Porque yo a ti no.
   -Recuerdo que ahí hubo un terreno baldío donde los chicos se juntaban para a la pelota jugar.
Esto le respondió Johnny a don Juan, quien admirado le respondió sin emitir palabra solo con el moviendo de su cabeza, mientras con el ceño fruncido, como preguntándose; por qué este joven le era familiar todo y sabía de lo que hubo en ese lugar.
Los chicos que fueron sus inseparables amigos se acercaron al chico nuevo y uno de ellos, quien fue su mejor amigo le preguntó.
    -¿Eres de la gran ciudad, verdad? ¿Estas de paso? O, ¿te dejo el tren tirado por la carretera?
    -Hola Raúl.
    -Oigan, el chico nuevo conoce mi nombre. Pero, ¿Cómo es que lo sabes?
Era obvio que nadie lo recordaba, Johnny entendió lo que sucedía y se concentró a lo que regresó, su mano le extendió a quien fuera en tiempos pasados casi su hermano y se presentó.
     -Me llamo Johnny.
     -Oyeron, Johnny, cómo nuestro amigo de niñez, el que un día amaneció y él ya no estuvo más por acá, lo extrañamos, era un buen amigo, diría que fue mi hermano, con él tuvimos muchas aventuras y tiempo después, las mejores chicas de este pueblo. ¿No es así chicos?   
El resto de jóvenes sonrieron y al hacerlo lo hicieron con tremenda nostalgia, a su compañero dijeron que sí.
     -¿El agua del río sigue tan fría, que casi le detenía el corazón a quien se bañara en él?
     -Ese río del que hablas chico nuevo, es ahora una posa llena de basura.
Dijo una vieja que estaba en una hamaca abanicándose y jalándole a un puro Cubano.
     -¿Ese puro también se lo regaló Fidel?
Dijo el chico nuevo sonriéndose, la vieja dejó de abanicarse y con la cara arrugada lo vio y dijo.
     -Eres impertinente, como ese Johnny del que te hablan los chicos, mejor es que te termines el agua y te largues de aquí, sino quieres que te azote como lo hacía con él.
     -No le hagas caso, es una vieja loca.
Dijo otro de los chicos, otro de sus amigos que no le reconocieron.
      -Mejor camina junto a nosotros, de pronto y encuentras a lo que te trajo al pueblo.
Johnny pagó a don Juan el refresco frío, pero este no lo aceptó, adujo era una cortesía de su parte para el nuevo chico que lo llamó por su nombre.
A Johnny, su mente nuevamente le habló; siguen siendo buenas personas las de este pueblo, que bueno que no se han contagiado con la indiferencia de estos tiempos modernos; luego con una mueca que más tarde todos desearon imitar, Johnny le agradeció el gesto a don Juan.     

Junto a Johnny, sus amigos de infancia recorrieron de nuevo la pequeña y vieja ciudad, las chicas a su paso saludaban a los chicos del pueblo y decían; no presentan al chico nuevo, pero este solo sonreía y no se detenía. El chico nuevo en el pueblo, buscaba con ansiedad algo en ese lugar, lo que lo trajo de regreso muchos años después, mientras avanzaban, Johnny les hacía preguntas a los chicos, preguntas de lo que hubo antes en algún lugar especifico del pueblo, esto a todos les intrigaba, por qué ese chico nuevo sabía tanto de aquel apartado y perdido lugar.

El día transcurrió y nada que Johnny encontraba lo que lo llevó hasta allí, su rostro palidecía al ver como el incandescente y tortuoso sol ahora estaba en un costado, como iniciando su despedida, antes de morir detrás de las verdes montañas.
   -¿Recuerdan que aquí, una tarde José besó a Rita, sin saber hacerlo y ella se burló de él, esa sí que estuvo buena, algo que nos obligó a comprar unas revistas en la tienda prohibida de don José para que cuando besáramos por primera vez, no pasáramos la vergüenza de José.
Al escuchar esto., todos rieron y se burlaron de José, a él se le encendió el rostro y mudo quedó pues, en su mente regresó en el tiempo a ese embarazoso momento.

Mientras el sol por fin moría, recorrieron casi todo el pueblo recordando viejos momentos, buenos momentos fueron, que a Johnny se le olvidó por ese tiempo a lo que llegó, pero  no se atrevía a preguntar directamente por quien o qué regresó al pueblo.
La noche les llegó y el caluroso pueblo en uno muy frío se volvió, pero a nadie le importó, se la estaban pasando muy bien con el nuevo chico, quien causó una gran expectación cuando llegó, debido a su indumentaria y sus modales muy nuevos para todos ahí. 
Por fin llegó a un lugar, el cual creyó recordar y frente a una casa se detuvo, su rostro se entristeció, sus lentes los llevaba sobre su cabellera, todos vieron esa extraña mirada en el chico nuevo, pero nadie preguntó, todos en silencio, fue Johnny quien dijo.
    -¿Esta no es la casa de…?
    -Sí, es la casa de la novia de nuestro Johnny, ella si sufrió cuando supo que él se fue y nunca volvió, muy amargada y desgraciada por años vivió, si que era linda esa chica, abrazos cada noche con Johnny, lagrimas en los hombros, muchas lagrimas , eso le dejó Johnny.
    -¿En serio? ¿Quién lo diría no? Quien sabe y a lo mejor ella fue el gran amor de ese Johnny. Quien sabe y también él derramó lagrimas sobre otros hombros ¿no creen?
    -Pues, quien sabe, yo personalmente sé que Johnny la amó, pero no quería esperarla, él quería hacerla suya, pero ella no se lo permitió, tú me entiendes ¿verdad?
Dijo su mejor amigo, Raúl, aun con la misma inocencia de años atrás, algo que aun era tabú de discutir en ese pueblo.
     -Te refieres al sexo ¿no es así?
Nadie respondió, más bien todos se despidieron y solo quedaron los hermanos, los amigos, de infancia y adolescencia.
   -¿Recuerdas Raúl, que bajo este poste que aun tiene una débil bombilla, vimos (… ) vieron su primera revista prohibida, la primera mujer desnuda tú y Johnny?
   -¿Cómo es que sabes tanto de nosotros y nosotros no sabemos nada de ti?
   -Raúl, ¿en verdad no me reconoces? Mírame bien, ¿acaso no me recuerdas, tanto he cambiado? Soy tu hermano, el mismo Johnny de quien me has hablado tanto el día de hoy.

Raúl sintió que su corazón se frunció y no pudo evitar que una lágrima le lubricara sus ojos y con Johnny se fundieron en un cálido y fraternal abrazo.
    -¿Eres tú, mi hermano? ¿En verdad eres tú?
    -Pues claro que soy yo, ¿cómo sabría tantas cosas nuestras sino lo fuera?
    -¿Regresaste por ella verdad?
    -Si Raúl, pero ya no sé si quiero verla, no después de todo lo que me has dicho, lo que la hice sufrir amigo. ¿Aun vive aquí? ¿Está sola o tiene esposo, hijos, novio, es feliz?
    -Sígueme amigo, velo por ti.
Dijo Raúl, quien condujo a Johnny a un lugar apartado y privado, un lugar que Johnny nunca conoció, un lugar nuevo que los chicos de esa generación hubieron encontrado para amarse clandestinamente, sin que nadie hablara mal de ellos, pero al decir amarse, Raúl no se refería a lo sexual, era un lugar en donde algunas parejas llegaban y se besaban, eso sí, besos muy apasionados, demasiado diría yo.

Eso dijo Raúl y después de caminar varios minutos, llegaron a un apartado, oscuro lugar, ella, la chica por quien Johnny regresó al pueblo muchos años después, se encontraba en los brazos de otro, se le veía muy feliz, muy enamorada de quien la besaba con un amor que quizá Johnny no sintió antes, uno que ahora le dolía pues, ahora sí que la amaba, se había dado cuenta de que en la gran ciudad habían chicas bellas y sensuales, pero que no valían la pena, como la chica que en ese pueblo él hace años dejó llorando por él durante mucho tiempo, hasta que le llegó de nuevo el amor, de quien ahora la tenía otro entre sus brazos, pero sin la malicia que Johnny deseaba en aquella época; una que descubrió justo bajo aquel poste con luz tan débil, lugar en donde junto a Raúl conocieron que había algo más que un simple beso, esas imagines se llevaron al chico nuevo a la gran ciudad, y en ella encontró lo que al ver aquellas revistas deseó, pero que con el tiempo comprendió que no era lo que él realmente deseaba, todo en aquella ciudad donde un día también fue un chico nuevo en la enorme ciudad y esta le entregó solo vicios, drogas, prostitución y una vida sin sentido alguno, y que tuvo que pasar mucho tiempo, mucho diría, para tomar valor y regresar en busca por el verdadero y puro amor, que ahora perdía por encontrarse muy feliz en brazos de otro, de esa vieja y perdida ciudad.
Raúl lo regresó a la realidad.
    -Vamos amigo, regresemos a casa, pues no podrás regresar al que hoy es tu hogar, ese por el que nos dejaste un día sin dejar huella, el último bus pasó a las nueve.  Hace frío, hoy dormirás en mi casa, tu hogar, mi hermano.

Y abrazados como hace años, los amigos, los hermanos, Johnny y Raúl, se perdieron en la oscuridad de una de las calles de aquella vieja ciudad, el hogar de Johnny, un lugar, en el cual, ahora para todos solo era un chico nuevo en la ciudad.

Raúl le prometió a Johnny que nadie sabría el secreto. Se refería a que él era el Johnny, al que todos extrañaban, además, nadie sabría que había regresado por un pasado que ya no tendría futuro, un amor perdido por la lujuria y el pecado de la enorme ciudad.


Inspirada en la canción: “New kid in Town” de: Glenn Frey, Don Henley y J. D.Souther. Eagles.
Historia de: G. Frey, D. Henley, J. D. Souther  y S. Raga


  


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